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21 ago 2017

Salmos 33:20 Esperamos confiados en el Señor, Él es nuestro socorro y nuestro escudo.

Hoy en día cuesta mucho trabajo esperar.  Hay que aceptar que la tecnología nos ha hecho cambiar radicalmente nuestra tolerancia a cualquier tipo de espera.  Ya no tenemos siquiera que llamar por teléfono.  Un simple mensaje de texto e inmediatamente puedo saber si la persona ya leyó mi recado.  Ya no es necesario ir a una tienda para comprar artículos.  Desde cualquier parte puedes utilizar tu celular y ordenar tu compra en línea para que, unos días más tarde, llegue a la puerta de tu casa.  ¿Cómo aprender a esperar con tantos servicios a nuestro alcance que satisfacen nuestras necesidades físicas de manera casi inmediata?  No hay ningún otro camino más que ejercitar la paciencia para aprender a esperar.  Pero no termina ahí.  Podemos pensar que es fácil esperar a que llegue cierta fecha, pero ¿qué sucede cuando tenemos que esperar para que una enfermedad ceda?  ¿Cómo esperar para que el dolor que sentimos se vaya?  ¿Cómo esperar para sentirnos mejor?  ¿Cómo esperar cuando no tenemos sentido para seguir adelante?  ¿Cómo esperar cuando las cosas están de cabeza?  Ahora todo se complica.  Queremos implementar lo que acostumbramos físicamente a nuestra parte espiritual.  Queremos que las cosas se solucionen de manera inmediata pero la realidad es que no funciona así.  Vuelve a leer el versículo de hoy.  Esperamos confiados en el Señor.  Él es nuestro socorro y nuestro escudo.  Medita por un momento en la descripción de Dios: socorro y escudo.  Tu socorro lo utilizas cuando no tienes a dónde ir.  El escudo lo utilizas para defenderte de los ataques.  En ningún lugar de la biblia encontrarás un pasaje que te prometa que no habrá ninguna dificultad en tu vida.  ¡Ni uno solo!  Lo que sí encuentras es cantidad de promesas sobre el cuidado y amor tan especial que tiene sobre sus hijos.  Creer en Dios no significa estar libre de problemas.  Tener fe significa recordar constantemente que las circunstancias no reinan sobre nosotros sino Dios.  Vivir conforme a la voluntad de Dios significa pasar momentos difíciles de rodillas ante Él, orando, suplicando y clamando para que nos llene de su paz, entendimiento y fuerza para seguir adelante.  Vivir conforme a su voluntad significa pedirle que su escudo detenga todos los ataques que recibimos pues de otra forma estaríamos tirados sin poder movernos.  La biblia es clara.  Habrá momentos difíciles.  Está en ti y en mí decidir cómo atravesarlos.  Con Dios como nuestro socorro y escudo, esperando confiados en Él o tratando de resolver todo con nuestro esfuerzo y conocimiento.  Date cuenta que de las dos formas tienes que aprender a esperar.  Ya sea confiando o en tus fuerzas, no puedes adelantar el tiempo.  La gran diferencia es que, cuando esperas confiado en Jehová, puedes estar tranquilo sabiendo que su camino siempre llevará a un crecimiento espiritual, mientras que tu camino, puede llevarte a un mayor vacío.
Esperar es una virtud que debe ejercitarse.  No llega de un día para otro.  Tienes que tener una mentalidad enfocada a recordar que, cuando llegan las pruebas, es momento de ejercitar la espera en el Señor.  Los días serán difíciles.  Seguirás necesitando socorro y escudo.  Cada día caerás de rodillas para que el Señor te hable y anime.  Sin embargo, cuando todo haya pasado, voltearás y verás la transformación que Dios ha hecho en tu corazón.  Hoy quiero animarte a que aprendas a esperar confiado en el Señor.  No en tus habilidades sino en Jehová y sus habilidades.

Oración

Señor: gracias.  Tu palabra siempre me llena y da sentido a mi vida.  Gracias por recordarme que no hay nada fuera de tu voluntad.  Gracias por recordarme que siempre puedo acudir a ti por socorro y escudo.  Padre, ayúdame.  Protégeme.  Consuélame.  Tú conoces mi corazón y sabes cuánto te necesito.  Quiero aprender a esperar en Ti y por ello te pido que me llenes de tu paz.  Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús.  Amén

14 ago 2017

Salmos 33:16-19 No se salva el rey por sus muchos soldados, ni por su mucha fuerza se libra el valiente. Vana esperanza de victoria es el caballo; a pesar de su mucha fuerza no puede salvar. Pero el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor; Él los libra de la muerte y en épocas de hambre los mantiene con vida.

Te recomiendo leer Jueces capítulo 7.  La historia es fascinante.  Gedeón es guiado por Dios para ir a la batalla contra los madianitas.  Por puras matemáticas, sabemos que es mejor tener más hombres que menos.  La probabilidad siempre estará del lado de los que son más que los que son menos.  También influye la capacidad de ataque, defensa, estrategia y algunos otros aspectos.  Mientras nosotros, limitados como seres humanos, buscamos las mejores soluciones y los mejores caminos, Dios ya los ha trazado.  En la historia, Dios le dice a Gedeón que su ejército es muy grande.  En pocas palabras: son demasiados soldados.  ¿Quiere decir que los madianitas eran pocos?  No.  ¿Quiere decir que no sabrían como defenderse o que era un pueblo sin ejército?  Tampoco.  Lo que Dios estaba haciendo era proteger al pueblo judío de su propio ego para que no pensara que la victoria había sido por sus capacidades sino por la mano de Jehová.  El ejército contaba con treinta mil soldados.  Después de una selección que instruye Dios a Gedeón, solamente quedan trescientos hombres.  Solamente con estos hombres irás y te entregaré la tierra de los madianitas.  Para darte un poco más de perspectiva sobre el milagro que realizaría Jehová, el ejército al que se enfrentarían estos trescientos soldados era descrito como una multitud de langostas y camellos innumerables como la arena del mar.  Miles de personas contra solamente trescientos.  Ninguno de nosotros, en su sano juicio hubiera querido estar del lado de los israelitas.  Imagino que ellos mismos tuvieron cierto temor o incertidumbre, pero no se dejaron intimidar y obedecieron.
Vuelve a leer el pasaje.
¿Te das cuenta?  Lee con detenimiento.  Nuestra esperanza no está con los números a nuestro favor.  No está en nuestras conexiones.  No está en nuestra cuenta bancaria.  No está en nuestra inteligencia.  La esperanza está en Jehová.
Personalmente he experimentado una y otra vez milagros de este tipo.  Mientras veo que las cosas están en mi contra, el Señor se encarga de cumplir con sus promesas y prosperar mi camino.  ¿Es fácil?  ¡Por supuesto que no!  Cada uno de esos días venía a sus pies a suplicar y derramar mi corazón para que me guiara y llenara de Su paz.  Es fácil dejarse llevar por los pensamientos de esta cultura o de estos tiempos y hacer a un lado lo que dice Dios.  Resulta natural confiar más en lo que vemos que en lo que no.  Sin embargo, ese es el principio de la fe.  Ese es realmente el paso que nos hace acercarnos más a Dios: dejar nuestros pensamientos, deseos e inquietudes y ponerlos a los pies del Señor para que haga conforme a su voluntad y no la nuestra.  Te recomiendo que leas nuevamente el pasaje.  Examínalo.  Medita si estás confiando plenamente en el Señor o si sigues arrastrando tu necedad y orgullo.

Oración

Padre: gracias.  Gracias por manejarte con soberanía y no depender de nada ni nadie.  Te pido perdón por mis pecados.  Te pido perdón porque he preferido tomar mis decisiones sin consultarte pensando que sé más que Tú.  Gracias por enseñarme que no debo poner mi esperanza en nada de lo que este mundo me ofrece sino en tu amor y nada más que tu increíble amor.  Toma mi corazón.  Transfórmalo.  En Cristo Jesús.  Amén.