Vistas de página en total

18 ago 2015

Salmos 17:3-5

Tú escudriñas mi corazón, Tú me examinas por las noches; ¡Ponme pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna!  ¡No pasarán por mis labios palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra!  Del camino de la violencia he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas.



La misma persona que escribió estas palabras la encontramos antes como adúltero, asesino y mentiroso.  ¿Cómo es esto posible?  Solamente por la gracia y misericordia de Dios.  David no era un gran hombre.  Lo que lo separó de la multitud y le dio el derecho a estar registrado en la biblia fue su amor y devoción al Señor.  En 1Samuel 13 encontramos que Dios describe a David como un hombre conforme a su corazón.  ¿Cómo puede ser entonces que un adúltero tenga un corazón conforme al de Dios?  Se resume en una palabra muy sencilla pero sumamente poderosa: perdón.  Dios perdona al que se arrepiente.  Perdona de igual forma al asesino como al mentiroso.  Mientras tanto, nosotros como sociedad ponemos distintos parámetros.  Hay cosas que perdonamos y otras que las clasificamos como imperdonables.  Si Dios perdonó a David a pesar de haber cometido semejantes atrocidades, quiénes somos nosotros para juzgar.  ¿Con qué autoridad sometemos a juicio a nuestro prójimo?  Ojo, no quiere decir que seamos ingenuos y torpes.  Debes tener cuidado de las relaciones que tienes.  De igual forma, aunque resulte contrario a tus sentimientos y lógica, debemos perdonar al que nos lastima.  Ahora que tristemente la violencia e inseguridad son el pan de cada día en Latinoamérica, debemos perdonar al que nos agrede.  Escuché un testimonio de alguien que comenzó a hablarle del Señor a la persona que estaba intentando robarle.  ¿Lo puedes creer?  En lugar de quejarse y maldecir por lo que le estaba pasando, estaba preparado para que en un momento crítico, supo que lo importante no era lo material sino exponer el evangelio al que está en oscuridad.  Dios nos perdona cuando nos arrepentimos.  No fuimos llamados a ser perfectos.  Fuimos llamados a ser santos.  No importa lo que haya en tu pasado.  No importa si vuelves a tropezar.  Dobla tu corazón.  Pide perdón y fortalécete en la palabra de Dios para que no vuelva a pasar.  David tuvo que sufrir las consecuencias de sus pecados y así también será con nosotros.  Sin embargo, esto no quiere decir que tengamos que hacerlo separados de Dios.

Oración
Padre: examina mi corazón y muéstrame todo aquello que no te agrada.  Quiero que mi vida sea agradable a Ti, que no se halle maldad en mis labios y mis pasos siempre estén firmes en tu camino.  Mi Dios, gracias por perdonarme y permitirme reconciliarme contigo a pesar de mis pecados.  Perdóname Padre.  En Cristo Jesús.  Amén

Salmos 17:1-2

Señor, oye mi justo ruego, escucha mi clamor, presta oído a mi oración pues no sale de labios engañosos.  Se Tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo.



Hace unos días, mi sobrino estuvo de visita en la casa.  Un día vio que tenía un juego en mi Ipad y preguntó de qué se trataba.  En ese momento tenía que salir y le dije que le explicaría después.  Cuando regresé nuevamente preguntó.  Le dije nuevamente que se lo mostraría más tarde.  Y así, al poco tiempo, volvió a preguntar.  Si lees con atención el salmo de David y eres honesto con tus oraciones, no somos tan distintos a mi sobrino.  Un niño, cuando algo le interesa, busca sin cesar y pregunta continuamente hasta lograr su resultado.  Así también nosotros cuando nos encontramos en un momento difícil.  Buscamos una respuesta.  Nos angustiamos.  Queremos que las cosas se aclaren y podamos conectar los puntos para entender el por qué.  Si tienes una buena comunión con Dios, te encontrarás como David, orando una y otra vez explicando tu causa.  Él dice: 1. Oye mi ruego; 2. Escucha mi clamor; 3. Presta oído a mi atención.  ¡Tres veces le pide al Señor que escuche lo que tiene que decir.  ¿Acaso Dios no nos escucha a la primera?  ¿Estaba tratando de asegurarse que su oración no pasara desapercibida?  Lo que realmente vemos en esta oración de David al Dios Padre es un corazón conforme a la voluntad de Jehová.  Sin importar las circunstancias, David sabe que Él es su defensor y juez.  David habla desde lo más profundo de su corazón.  ¡Por eso repite tres veces que su oración sea escuchada!  Así como un niño que constantemente busca algo.  Los niños no se detienen.  A ellos no les da pena.  Un niño simplemente tiene su vida y su corazón abiertos.  Así quiere Dios que seamos.  Que abramos nuestro corazón y nuestra mente a Él.  Sin restricciones.  Sin ocultar nada.  Lo que sea que atraviesas, dile a Dios cómo te sientes.  Repítelo una y otra vez.  Dios no se cansa y escucha cada una de nuestras oraciones.  Aprendamos a orar.  Con el corazón y nuestra voluntad a los pies de Jehová.  Así oró David.  Ante una dificultad tan grande, simplemente pudo decir: Señor, escucha mi oración.  Hagamos lo mismo y confiemos en Él.

Oración

Padre: aquí estoy rendido ante Ti.  Toma mi vida.  Toma mi corazón y reina.  Confío en Ti.  Creo en tu palabra.  Quiero pedirte que no permitas que me aparte de Ti sin importar las circunstancias.  Examina lo que hay en mí.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén

16 ago 2015

Salmos 16:11

Me has dado a conocer la senda de la vida, me llenarás de alegría en tu presencia y de dicha eterna a tu derecha.



Te  pido que vuelvas a leer el versículo y trata de entender lo más que puedas.  ¿Listo?  Pareciera sencillo y sin mucho que nos impida seguir avanzando sin embargo, cuando utilizamos las características opuestas a lo que Dios trae a nuestras vidas, todo cambia.  En lugar de conocer la senda de la vida, conocemos la senda de la muerte.  En lugar de llenarnos de alegría, nos llenamos de tristeza, amargura y dolor.  En lugar de tener dicha, tenemos desgracia, aflicción y abatimiento.  ¡Qué diferente mensaje!  Tristemente cuando escuchamos de las bendiciones del Señor no las tomamos muy en serio.  Sí quiero que me vaya bien pero mientras siga como hasta ahora, todo está bien”.  ¿Por qué no nos damos cuenta que, al dar la espalda al Señor, nos estamos encaminando a la tristeza, a la angustia, a la desgracia a la aflicción y todo lo opuesto que Dios nos quiere dar?  ¡No podemos encontrar algo bueno donde no lo hay!  Claramente Cristo nos dice que en este mundo encontraremos aflicción.  ¿Por qué buscar dicha y bendición en él?  La biblia nos dice que el corazón es perverso y sin embargo escuchamos constantemente que para encontrar la paz y la alegría debes buscar en tu corazón.  ¿Entiendes hacia dónde voy?  Dios ha puesto todas sus cartas en la mesa.  No esconde absolutamente nada.  Sin embargo, nosotros seguimos dudando de Él.  Piénsalo.  Si no dudaras ni un instante, qué estarías haciendo hoy que no te has animado a hacer.  ¿Qué harías distinto?  ¿Dónde te encontrarías?  ¿Con quién estarías?  No estoy tratando de señalarte ni de hacerte sentir mal.  Estoy tratando de abrir tus ojos como Dios ha abierto los míos.  No tiene sentido escoger para satisfacer tus deseos, tu voluntad, tu carne o tus impulsos.  Esas decisiones solo llevan a más problemas.  ¡Ya lo sabes!  Lo has vivido una y otra vez.  ¿Por qué pensar que ahora será diferente?  Lo que debes hacer es morir a ti mismo y dejar que Dios realmente reine en tu vida.  ¿Quieres alegría, gozo, dicha y vida?  Solamente la encontrarás en Jehová.  Habrán momentos y circunstancias que te harán dudar de este principio.  No caigas.  No desmayes.  Dobla tus rodillas y pide al Señor que te de las fuerzas para decir NO y seguir Su camino por encima del tuyo.  Solo así, podrás vivir plenamente y con una verdadera comunión con el Señor.

Oración

Padre: gracias.  No puedo dejar de agradecer lo que haces por mí.  Me permites venir a Ti sin merecerlo, estudiar tu palabra y aprender de ella y sobre todo, me muestras cuánto me amas y cómo quieres bendecir mi vida.  Gracias Señor.  te pido que deje de estar buscando en otros lados y te entregue mi vida sin restricción.  Hoy entiendo que solamente en Ti está la alegría, la dicha y la vida plena.  Lléname de Ti.  Llena mi vida mi Dios.  En Cristo Jesús.  Amén

11 ago 2015

Salmos 16:10

No dejarás que mi vida termine en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 



Es más fácil dejarnos llevar por lo que vemos que por aquello que no vemos.  Todos sabemos que no podemos caminar sobre el agua y necesitamos tener fe en Dios para aceptar que Pedro lo hizo.  También sabemos que nadie puede decirle a los vientos que paren mientras que la biblia nos dice cómo Jesús habló y la tormenta cesó inmediatamente.  Resulta imposible crear vino a partir de agua o multiplicar panes y peces infinitamente hasta que miles de personas queden saciadas y queden 12 canastas de comida pero Jesús lo hizo sin ningún esfuerzo.  ¿Por qué no podemos entenderlo?  ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo aceptar al Dios tan Poderoso que tenemos?  ¿Por qué seguir cuestionando, dudando y poniendo pretextos?  ¿Qué necesitas que pase para cambiar?  ¿Qué necesita hacer Dios para realmente abrir tus ojos?  Tristemente hubo mucha gente que presenció los milagros de Cristo y no quisieron creer.  El pueblo de Israel vio cómo el mar se dividía en dos, cómo una nube los protegía del calor, cómo aparecía el maná cada mañana, cómo salió agua de las piedras entre otros milagros y de todas formas pecaron adorando a un becerro de oro.  Pedro fue advertido sobre su negación y aún así lo hizo.  ¿A dónde quiero ir con todo esto?  A que el día de hoy se nos recuerda con este salmo que Dios nos ha dado vida eterna y tiene cuidado de nosotros.  Las circunstancias pueden ser difíciles y hacernos pensar que no hay esperanza mientras que Jehová nos recuerda lo contrario.  Medita sobre aquellos momentos en los que las dificultades no te dejaban dormir ni estar tranquilo.  Tal vez hoy te encuentras así.  Es tiempo de preguntarte ¿quién es tu Dios?  Si realmente creemos en Jehová, en el Dios de la biblia, debemos estar convencidos que Él nos ha hecho sus hijos, que nos ama, que nos perdona, que nos cuida, que es celoso de nosotros y no quiere que nos apartemos de Él.  ¿Entonces por qué dudar tanto?  Es tu necedad y falta de fe.  Aceptémoslo.  Somos nosotros mismos.  Nuestro orgullo.  Nuestra carne que dejamos tome control.  No sigas por el mismo camino.  Dios tiene cuidado de ti.  No lo olvides.

Oración

Señor: gracias.  Tu palabra trae aliento a mi vida.  Trae dirección.  Trae esperanza.  Gracias por amarme y no apartarte de mi a pesar de mis pecados.  Te pido limpies mi corazón y guíes mis pasos.  Creo en Ti.  Confío en Ti.  Toma mi vida Padre.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén.

Salmos 16:7-9

Bendeciré al Señor que me aconseja; aún de noche me reprende mi conciencia.  Siempre tengo presente al Señor, con Él a mi derecha, nada me hará caer.  Por eso mi corazón se alegra y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza.



Muchas veces pensamos hipotéticamente: si pasara esto o aquello; cuando la realidad es que tenemos que entender que la mayoría de las veces es: cuándo sucederá esto o aquello.  Es una cuestión de tiempo y no de suposición.  ¿A qué me refiero?  A que en esta vida no podremos escaparnos de las pruebas.  No podremos burlar los momentos difíciles.  No habrá forma de evitar las enfermedades, la pérdida de seres queridos, las injusticias, los momentos de incertidumbre, etc.  Medita en esto por un momento.  Es mejor aceptar la realidad y trabajar sobre lo que conocemos que evitar lo inevitable.  Te pido ahora vuelvas a leer el pasaje con detenimiento y meditando en lo que acabas de leer.  ¿No te parece increíble?  El Señor no nos ha abandonado.  Jamás nos dejará solos.  Él nos aconseja.  Él está presente.  Él nos guía por pastos verdes y su luz alumbra tu camino.  El salmista nos dice que su corazón se llena de alegría porque al tener a Jehová a su derecha, nada lo hará caer.  ¡Ese mismo Dios lo tenemos nosotros!  La cuestión es obedecerle.  ¿Quieres que te vaya bien en la vida?  Escucha el consejo de Jehová y no te separes de Él.  Ahora, esto no significa que no habrá pruebas.  Como sabemos, la situación de David no era buena sino todo lo contrario.  Sin embargo, él logra decir: mi corazón se alegra y mi ser se llena de confianza.  ¡Pruebas siempre habrá!  Entiéndelo.  Las circunstancias no pueden estar dictando tu estado de ánimo.  Uno puede alegrarse y gozarse en medio de la incertidumbre no porque las cosas cambian o porque se han abierto puertas.  No.  Uno se alegra porque confía en aquél que ha vencido al mundo.  Uno se llena de alegría porque sabe que El Creador le ama y tiene los mejores planes para él.  Si realmente crees en Dios, cada vez que te encuentres en una situación difícil, debes recordar este pasaje y poner a prueba tu fe.  Date cuenta si realmente crees y actúas como un verdadero hijo de Dios.  ¿Hay gozo en tu corazón o has dejado que las circunstancias te aplasten?

Oración

Padre: cuantas gracias te doy por tu amor, misericordia y tu preciosa palabra que me guía día a día.  Te pido perdón por mis pecados y por mi falta de confianza en Ti.  No permitas que las circunstancias me absorban y me aparten de Ti.  No permitas que nada se robe el gozo y la alegría que Tú me das sino dame sabiduría para recordar siempre que Tú eres Rey.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén