Vistas de página en total

28 feb 2013

Filipenses 4:1


Por lo tanto, queridos hermanos míos, a quienes amo y extraño mucho, ustedes son mi alegría y mi corona, manténganse así firmes en el Señor.



Yo no crecí en una familia imitadora de Jesús.  Si bien, creíamos en dios, era uno que realmente nunca comprendí.  Cuando acepté a Cristo y comencé a estudiar su palabra, muchas cosas que antes no entendía tomaron sentido.  Pero este crecimiento o “revelación” que he tenido, no ha cesado.  Con las palabras de este versículo, medito en el amor que he desarrollado por mis hermanos en Cristo.  No es una amistad.  No es un conocido.  Es un hermano en el Señor al cual amo.  No lo digo por una persona sino por cada uno de los hermanos con los que he tenido oportunidad de pasar tiempo.  Nuestra relación no está basada en intereses en común.  No es que le vayamos al mismo equipo.  No es que nos guste la misma comida ni vacacionar en los mismos destinos.  Tampoco es el interés en algún autor o tipo de películas.  No.  El interés que nos une es Cristo.  ¿Y el amor?  También proviene de Él.  Nunca había tenido una relación así.  Mis seres cercanos acudían al mismo colegio o realizábamos actividades juntos.  Fue algo nuevo y a la vez emocionante.  ¿Cómo puedo amar a esta persona que tiene tan poco en común conmigo?  ¿Cómo puedo desear tener comunión con aquellos que son tan diferentes a mí?  Simple.  Porque Cristo es quien une al cuerpo.  ¿Quiere decir que todos son buenos?  ¡Por supuesto que no!  ¿Quiere decir que nuca me he enojado con alguien?  ¡Claro que no!  Me sigo enojando con algunos hermanos en la fe.  Seguro muchos se enojan conmigo.  Pero nuestras ganas de seguir a Cristo nos reconcilian y unifican.  Por esta razón Pablo escribe con tanto cariño: hermanos a quienes amo y extraño.  No los amaba por los partidos de fútbol que veían los fines de semana ni por convivir todos los días.  Los amaba porque eran familia en Jehová.  Ahora, todo esto no quiere decir que la convivencia entre hermanos sea sencilla y color de rosa.  ¡Al contrario!  Estoy convencido que muchas veces es cuando más tenemos que entregar a Dios nuestro carácter y reacciones.  Pero algo debemos tener siempre presente: el camino es Cristo.  No el pastor ni ningún otro servidor.  Cristo.  Así que, si ves que algún hermano hace algo malo, no lo juzgues ni murmures contra él.  No conoces sus batallas ni su situación.  En cambio, en amor, ora por él.  No te desilusiones ni te desanimes.  Cristo sigue siendo igual de perfecto.  
Por otro lado, Pablo nos anima a mantenernos firmes en el Señor.  ¿Cuántas veces nos repite la biblia estas palabras?  ¡Muchas!  Pero no demasiadas.  Las suficientes para que constantemente recordemos que, apartados de Él, nada podemos hacer.  Este amor del cual hablaba y que Pablo menciona en sus versículos, solamente lo podemos desarrollar si nos mantenemos firmes en Jehová.  Solamente así podremos perdonar y ser perdonados.  Solamente así podemos aprender a escuchar y ser escuchados.  Solamente así aprendemos a extender la gracia y eliminar el juicio.  Piénsalo.  Es sumamente sencillo irse por el lado contrario.  ¡Mantengámonos firmes en el Señor y vivamos en su amor!

Oración
Padre: ¡Cuántas gracias te doy!  Cada día renuevas mi espíritu y le das sentido a mi vida.  Hoy aprendí que debo amar a mis hermanos y que Tú eres la roca de esa relación.  Te pido que aprenda a vivir conforme a tu voluntad y que mi vida de testimonio de Ti.  En Cristo Jesús te lo pido.  Amén 

27 feb 2013

Filipenses 3:18-21


Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo.  Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza.  Sólo piensan en lo terrenal.  En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo.  Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.



Piensa por un momento en las personas más famosas de este momento.  Artistas, empresarios, deportistas o cualquier otra disciplina.  ¿Cuánta gente quisiera ser como ellos o tener su vida?  Por otro lado, cuántos han caído en algún escándalo.  Que si tuvieron problemas de adicciones, engañaron a su cónyuge o tuvieron problemas con la policía.  A los ojos del Señor, este mundo está de cabeza.  Ponemos a las personas incorrectas en los pedestales incorrectos.  Seamos honestos.  En ocasiones veo la vida de algunos empresarios y me encantaría vivir como ellos.  Pienso en cómo hicieron para llegar a donde están y qué puedo hacer yo para estar ahí también.  ¿Pero sabes algo?  Por más insignificante que parezca este deseo, sé que la raíz proviene del amor al dinero y la soberbia por encontrar el éxito profesional.  ¡Es la verdad!  Por lo menos en mi caso, así es.  No quiere decir que no busque mi desarrollo profesional.  ¡Por supuesto que lo busco y deseo!  La diferencia es que es mayor mi deseo por obedecer al Señor que hacerme millonario.  Como creyentes y no creyentes tomamos decisiones que posteriormente traen resultados.  Pablo nos explica estos dos tipos de personas: unos tienen como destino la destrucción mientras que los otros reciben vida eterna en Jesucristo.  Unos buscan sus deseos y se enorgullecen de aquello que es vergonzoso.  Los otros son transformados en un cuerpo glorioso por medio de Jesucristo.  ¿Te das cuenta que no hay una tercera rama que diga: estos son los que siguen a Cristo en algunas cosas pero también sus propios deseos en otras?  ¿De qué lado estás?  Se honesto.  No debes contestarme a mí ni a nadie.  No debe haber hipocresía en esta respuesta.  Es entre Dios y tú.  ¿Quieres seguir tu camino y darle la espalda a Dios?  Bien.  Solo ten cuidado de dónde terminas.  No sea que te vayas tan lejos que olvides que el Señor está buscando reconciliarse contigo.  ¿Quieres vivir para Dios?  ¡Excelente!  Es la mejor decisión que puedes tomar.  Vivamos como imitadores de Jesús y no dando testimonio como enemigos de su cruz.  Tengamos cuidado con aquello que deseamos y anhelamos.  Pongamos por encima de todo a Jehová.  Así nos lo manda.  Busquemos cada día ser renovados en Cristo.  ¿Tropezaste?  Pide perdón y levántate.  No juzguemos a los que tropiezan sino extendamos la mano para levantarlos.  El Camino es el perfecto, nosotros solo tratamos de seguirlo.  Has una pausa y medita en tus deseos, tus decisiones y tu comunión con Dios.  ¿En qué lugar está cada uno?  ¿Cómo acomodas tus prioridades?  Nunca es demasiado tarde para empezar una vida conforme a Jesús.

Oración
Señor: perdóname.  He pecado contra Ti.  He buscado lo mío y desechado lo tuyo.  He anhelado lo del mundo y dado la espalda a tu Espíritu.  Hoy entiendo que lo que yo consideraba de orgullo es realmente vergonzoso para ti.  Te pido que me des entendimiento y discernimiento para caminar conforme a tu voluntad.  En Cristo Jesús.  Amén 

26 feb 2013

Filipenses 3:15-17


Así que, ¡Escuchen los perfectos!  Todos debemos tener este modo de pensar.  Y si en algo piensan de forma diferente, Dios les hará ver esto también.  En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado.  Hermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado.



Otra versión traduce lo siguiente: todos los que ya poseemos una fe madura, debemos pensar de esta manera.  Y otra dice: todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud.  La actitud y modo de pensar al que se refiere, es el dejar atrás lo pasado y esforzarse hacia la meta para ganar el premio en Cristo Jesús.  Tengamos este modo de pensar y aquellos que piensen distinto, pónganse en oración para que el Señor les muestre.  Es importante que, como creyentes estemos sobre una misma línea: Cristo.  No podemos ir cada uno hacia donde se nos antoje y pensar que esto agrada al Señor.  Dios quiere que seamos ejemplo a los demás, luz en las tinieblas y sal en el mundo.  Compórtense conforme al modelo que les hemos dado.  Dice Pablo.  Yo medito en esto: si una persona definiera a un seguidor de Cristo con aquello que ve en mi vida o tu vida, ¿Qué diría?  Ojo, esto no es para hacerte sentir mal.  ¡Al contrario!  Es para recordarte que es tiempo de dejar atrás a nuestra carne y perseguir el espíritu.  Nuestra meta debe ser que cada persona que cruza su camino con el nuestro, pueda experimentar a Jesús en nuestra vida.  ¡Leíste bien!  Tu vida debe ser imitación plena de Cristo y la gente debe poder verlo y sentirlo.  Pablo lo entendió y así tenemos que entenderlo nosotros.  ¿Por qué se gozaba Pablo en cualquier circunstancia?  Porque sabía que, sin importar el lugar o la situación, sería una oportunidad para anunciar a Cristo.  ¡Qué ejemplo!  Nosotros por el contrario, preferimos quejarnos de la adversidad y preocuparnos de la incertidumbre.  Nos aferramos a lo que tenemos y nos da miedo entregarlo.  Nada te pertenece.  Todo le pertenece al Señor.  ¿Acaso puedes decidir no enfermarte?  ¿Puedes decidir vivir un día más?  ¿Puedes decidir sobre la vida de tus seres queridos?  Ni siquiera podemos decidir sobre nuestros bienes materiales.  Un día los tenemos y al siguiente no.  Pero lo que sí podemos hacer es perseguir la meta que es Cristo y, teniendo un mismo sentir, ser testimonio y luz para los que están en tinieblas.  Esto no está reservado para aquellos que sirven en una congregación.  Este principio es para ti y para mí.  Para todos los que han decidido imitar a Jesús.
Yo sé que tu vida no es perfecta.  La mía tampoco.  Dista mucho de serlo.  Pero ese no es pretexto para querer buscar la santidad.  No debe ser un estorbo para dejar al Señor transformarnos.  Debemos tener presente estas palabras de Pablo que nos motivan a unir nuestras metas a una sola: Cristo Jesús.  Nos motivan a caminar en una misma dirección: obedeciendo y sirviendo a Jehová.  Y sobre todo, nos piden que seamos imitadores de su ejemplo para que así, otras personas puedan ver lo que Cristo hace en una vida que le sirve.  Hay gente allá afuera que necesita del Señor.  Abre los ojos y tu corazón porque el Señor quiere utilizarte para ser testimonio de Él en cada rincón.

Oración
Padre Santo: gracias.  Llenas mi vida.  Me llenas de tu amor y tus bendiciones.  Me das sabiduría y discernimiento.  Me das dirección.  Gracias.  Te pido perdón por mis pecados.  Te pido perdón por mi falta de entrega.  Hoy quiero decirte que aquí estoy para que utilices mi vida.  Quiero que mi vida hable de Ti.  Quiero que mis acciones imiten tus acciones.  Te pido que pueda tener mi mirada en Ti y dejar atrás a mi viejo yo.  Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

25 feb 2013

Filipenses 3:12-14


No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto.  Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.  Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya.  Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está adelante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.



Hace poco más de una semana, mi esposa y yo decidimos traer una perrita (de la calle) a la casa  y cuidarla hasta encontrarle un hogar permanente.  El primer día estaba asustada y muy tímida.  Al siguiente día mejoró mucho su semblante.  Para el tercer día, era una perrita contenta y con muchas ganas de jugar y disfrutar.  No se quedó pensando en su vida en la calle.  No entró en depresión.  No dejó de gozar en el jardín en el que podía jugar hoy por pensar en que antes estaba en la calle sin techo ni alimento.  Tampoco está triste pensando en aquellos perritos que siguen en la calle.  Ella vive el hoy.  Vive contenta y disfrutando lo que tiene.  ¿Podría tener más?  ¡Seguro!  ¿Podría tener menos?  ¡Por supuesto!  Pero eso no la limita a vivir disfrutando lo que hoy tiene.  “Es un animal” pensarás.  Sí.  Pero tiene sentimientos y mucho que enseñarnos.  Si pudieran ver la transformación de su primer día a unos cuantos después se sorprenderían y entenderían mejor lo que estoy escribiendo.
¿Y cómo podemos relacionar la historia de la perrita con Pablo y nuestra vida espiritual?  Pablo nos está diciendo que ha aprendido a vivir como la perrita (y en general los perros) lo hacen: dejando atrás el pasado y esforzándose por alcanzar lo que está adelante.  ¡Deja el pasado!  ¡Entrégalo al Señor y sigue adelante!  Pareciera que estamos encadenados y arrastrando piedras gigantes por no querer dejar atrás las cosas y perseguir nuestra meta que es Cristo Jesús.  Sí, es difícil.  Se nos facilita aferrarnos a las cosas.  Pero ese no es el camino.  Cada día debemos aprender a entregar al Señor nuestros problemas, nuestras angustias, nuestras necesidades, nuestros corajes y nuestros deseos.  De esta manera podemos dejar atrás todo aquello que estorba en nuestro crecimiento espiritual.  Piénsalo.  ¿Estás perdonando o sigues aferrado?  ¿Estás amando a tu prójimo o solo a los que no te lastiman?  ¿Estás predicando a Cristo?  Tu pasado es eso: pasado.  No debe dictar tu presente y mucho menos tu futuro.  Ahora, estoy convencido que Dios utiliza testimonios de vidas pasadas que hoy están reformadas.  Si viviste un pasado duro y crudo, utilízalo para dar gloria al Señor dando ánimo y consuelo a otros hermanos.
Nuestra meta es estar en la presencia del Señor.  Mientras que eso llega, nuestra preparación está en imitar a Jesús.  Yo sé que a veces lo que vivimos es tan duro y difícil que no es fácil dejarlo atrás y olvidarlo.  No te estoy pidiendo eso.  Te estoy motivando a que lo entregues al Señor para que puedas caminar libremente hacia la meta.  Da gracias por lo que hoy tienes.  Da gracias por lo que no tienes.  Disfruta.  Goza.  Sonríe.  Vive.  El Señor te ha dado hoy lo que necesitas para vivir y darle gloria.  No dejes que el pasado y lo material te roben el gozo de vivir agradecido.

Oración
Padre: Alabado seas.  Perdóname por vivir en el pasado y no agradecido en mi presente.  Quiero cambiar y aprender a entregarte mi pasado.  No quiero seguir arrastrando todo sino vivir ligero y entregado cada día.  Te pido pongas perdón, confianza, consuelo, paz y gozo en mi corazón.  Lléname de Ti mi Señor.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén. 

20 feb 2013

Filipenses 3:9b-11


No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe.  Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.  Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos.



Recientemente, mientras escuchaba una predicación me quedé meditando en la vida de Job.  No era un apóstol o sacerdote.  Probablemente era comerciante.  El punto principal en el cual meditaba es que era una persona como tú y como yo.  Común y corriente.  Se dedicaba a su negocio.  Tenía una familia.  Tenía sus gustos y deseos.  Tenía sus preocupaciones y por ello realizaba sacrificios por si su familia había pecado contra Dios.  Pero lo más importante es cómo lo describe el Señor al decirle a Satanás: ¿has considerado a mi siervo Job que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?
¿Qué hace que personas como Job y Pablo lleven un testimonio tan impresionante?  No es su profesión.  Por eso meditaba en la vida de Job.  A veces pensamos que Pablo, al dedicar su vida entera al ministerio de Cristo, tiene cierta “ventaja” sobre nosotros.  ¿Pero qué pretexto podemos poner contra Job?  ¡Ninguno!  ¿Entonces, qué los hace tan excepcionales?  Su decisión por obedecer y entregarse al Señor.  Lee con detenimiento el deseo de Pablo: mi fin es ser semejante a Cristo.  ¡Qué palabras tan increíbles.  Quiero ser como Jesús.  ¡Punto!  No se trata de ser de una religión.  No se trata de ser bueno o malo.  Se trata de imitar a Cristo.  ¡Eso es lo que los hace diferentes y especiales!  ¿Cuáles son tus deseos?  Personalmente he tenido que ir alineando mis deseos conforme a los de Cristo.  No ha sido fácil pero definitivamente ha sido de enorme bendición a mi vida.  Me encantaría ser como Pablo o Job.  Me encantaría que el Señor pudiera decir palabras como las que utiliza con Job, con Daniel, David, Josué, Juan, Pedro entre otros tantos que aparecen en la biblia.  Imagina lo increíble que sería escuchar al Señor describiéndote con palabras como: temeroso de mí, recto, obediente, mi hijo amado, apartado del mal, no hay otro como él, etc.  ¿No te parece maravilloso?  Buscamos el reconocimiento de las personas y desechamos el del Señor.  El más importante de todos.  
Por tercera vez nos dice Pablo que lo ha perdido todo por Cristo.  Tres veces nos recuerda que debemos aprender a desprendernos de la carne y abrazar al espíritu.  Nuestra meta debe ser una: vivir y morir como lo hizo Jesús.  Solamente así podremos entender lo que realmente tiene sentido en esta vida.  Solamente así podremos madurar espiritualmente.  Solamente así podremos obedecer y entregar nuestra vida como Dios lo pide.  Solamente así podremos ir a cada rincón de la tierra predicando y haciendo discípulos.  No se puede imitar a Cristo a medias.  No puedes utilizar su vida como un “complemento” a la tuya.  O se es frío o se es caliente, pero no tibio.  No te dejes engañar pensando que puedes utilizar a Dios a tu conveniencia.  Toma el compromiso y busca que los deseos del Señor sean tus deseos.  
Oración
Padre: quiero que tus deseos sean mis deseos.  Quiero que tus caminos sean mis caminos.  Quiero que mi vida sea como la de Jesús.  Guíame Señor para no distraerme y estar enfocado siempre en tu voluntad.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén 

Filipenses 3:8-9a


Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor.  Por Él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme unido a Él. 



¿Por qué Dios permite el sufrimiento?  No lo sé.  Lo que sí sé es que muchas veces, la consecuencia de ese sufrimiento hace que personas se reconcilien o se fortalezcan en Él.  También sé que el dolor no es malo.  Si no sintiéramos dolor físico, podríamos estarnos quemando la piel y jamás nos daríamos cuenta.  El dolor nos hace tener cuidado de dónde y cómo andamos.  Es una forma de protegernos.  Pero por alguna razón, nosotros hemos categorizado el dolor como algo malo.  Pablo nos dice que por Cristo lo ha perdido todo.  ¿Estaba atravesando por una etapa de dolor?  ¡Seguro que sí!  Nadie la pasa bien estando preso.  Nadie está confortable en prisión.  No hay una cama como la tuya, no hay alimentos como los tuyos ni muchas otras comodidades.  Tenemos que incluir el no llevar una vida normal y todo lo que conlleva estar preso.  ¿Cómo entender el dolor junto con el gozo?  ¿Cómo entender el dolor junto con lo que es valioso y lo que no?  Pablo dice que todo aquello que ha perdido lo considera como estiércol.  ¿Por qué?  Si no lo estaba pasando bien, ¿por qué desecha lo que tenía?
Esto es lo que pienso: el Señor quiere que aprendamos a desprendernos de la carne y vivamos por el espíritu.  Su carencia física no limitaba su gozo espiritual.  Me explico mejor.  A través de la carencia, del dolor, del sufrimiento, comenzamos a ver más allá de lo físico.  Vemos lo pasajero y frágil que es nuestro cuerpo carnal y meditamos en nuestra espiritualidad.  De esta manera podemos empezar a crecer y madurar espiritualmente.  Tal vez atravesaste una enfermedad como el cáncer y gracias a ella ahora has aceptado al Señor, tal vez perdiste algún ser querido y por ello te encuentras más cerca de Dios y no puedes pasar un solo día separado de Él.  Tal vez perdiste tu trabajo y has presenciado que las palabras de Cristo: no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca del Señor; son sumamente ciertas.  Pablo nos habla de una transición en su vida.  Un momento en el que decide dejar atrás lo carnal y perseguir lo espiritual.  Ahora, no te sientas mal si el día de hoy no consideras todo como estiércol.  Es un proceso.  No puedes multiplicar si no has aprendido a sumar.  Asimismo, Pablo no llegó a esta madurez de un día para otro.  Tomó tiempo.  Pero su meta siempre se mantuvo firme: ganar a Cristo y encontrarse unido a Él.  ¿Cuál es tu meta?  Tal vez la respuesta te pueda ayudar a darte cuenta en qué dirección caminas.  Escuchando a personas que han ayunado por semanas, coinciden en darse cuenta que no necesitan la comida tanto como pensaban.  Me parece que es la misma conclusión a la que llega Pablo.  No necesitaba todo eso.  ¡Es basura!  Pensaba que era importante pero hoy me doy cuenta que no tiene sentido.  Por el contrario, vivir para Cristo tiene sentido y valor eterno.  ¿Puedes ver la diferencia?  Analiza tu vida.  Toma un tiempo en meditar y darte cuenta en dónde estás parado.  ¿Qué tiene mayor peso en tu vida: el cuerpo o el espíritu?  Espero esto puedo ayudarte a decidir por el Espíritu y dejar atrás lo carnal.  Así, en unos meses y años podrás darte cuenta de cuánto ha transformado tu vida el Señor.

Oración
Padre: heme aquí.  Toma mi vida y utilízame.  Perdona mis pecados y abre mis ojos para que pueda discernir entre lo carnal y lo espiritual.  Quiero estar pegado a ti y caminar tu camino.  Gracias por amarme y recibirme con todas mis faltas.  Gracias en el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

19 feb 2013

Filipenses 3:4-7


Yo mismo tengo motivos para tal confianza.  Si cualquier otro cree tener motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo más: circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la interpretación de la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanta a la justicia que la ley exige, intachable.  Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo.  



Prácticamente es la lista del hombre perfecto.  Cumplió con cada detalle que se exigía.  De hecho, no solo cumplió sino que excedió lo que normalmente hacían los demás.  Pero al conocer a Cristo toda su perspectiva es transformada y por ello dice: todo eso que antes consideraba importante y de orgullo, ahora lo considero como pérdida y de poco valor.  Es como si un empresario dijera, toda mi educación en las mejores escuelas, todo el éxito de mis negocios, no tiene sentido ni valor.  Imagina a un artista diciendo: toda esa fama y todo lo que he hecho ahora entiendo que no son lo más importante en mi vida.  Ahora aplícalo a tu vida.  ¿Cuántas cosas has hecho?  ¿Cuánto tiempo has dedicado a aquello que considerabas importante y prioridad para tu vida?  Hoy Dios te está enfrentando y enseñando que no tiene el valor que pensabas.  Hoy el Señor quiere mostrarte que tu corazón está en el lugar incorrecto y tus deseos no son Sus deseos.  Quiere que aprendas a discernir entre lo que tiene valor de lo que no.  Quiere que puedas abrir los ojos y darte cuenta que toda esa lista de cosas que pensabas podías estar orgulloso, realmente, en la perspectiva espiritual, carecen de valor.  Las palabras de Pablo se leen fácil pero es extremadamente difícil decirlas.  ¡Piénsalo!  ¡Qué difícil reconocer que hemos cometido errores!  Qué difícil aceptar que gran parte de tu vida la has desperdiciado por estar concentrado en satisfacer tus deseos sin entender que eso no tiene valor en el cielo y mucho menos trae bendición y felicidad duraderos a tu vida.  ¿Alguna vez te has cuestionado por qué siempre quieres más?  ¿Te has preguntado por qué sigues inconforme?  ¿Te has preguntado por qué no tienes paz y gozo?  Porque solamente el Señor puede llenar tu vida.  Para Pablo, ni la religión siendo fariseo, ni la nacionalidad, ni su profesión ni su entrega a la justicia pudieron darle una vida plena.  Por eso siempre siguió buscando fervientemente hasta que tuvo su encuentro con Jesucristo.  Cuesta trabajo pero resulta sumamente importante entender estas palabras.  Vivir en otro país, tener una casa más grande, ser exitoso en tu profesión, tener una pareja, tener salud, tener mucho dinero o cualquier otro deseo que tengas apartado de una vida en Cristo, jamás tendrá valor sino será pérdida.  Leíste bien.  Eso es lo que nos está diciendo Pablo.  Después de varios años entiende que ha desperdiciado gran parte de su vida persiguiendo lo equivocado.  Ahora debes preguntarte ¿Estoy persiguiendo lo equivocado?  Tu prioridad debe ser servir al Señor en todo lo que hagas.  Pablo tardó en entenderlo pero una vez que lo hizo dedicó su vida entera a ello.  ¿Cuánto tiempo vas a tardar en darte cuenta y aceptar que necesitas cambiar de rumbo?

Oración
Padre: perdona mis pecados y mi falta de entrega.  Hoy entiendo que he desperdiciado mucho tiempo y esfuerzo buscando aquello que pensaba llenaría mi vida y mi corazón.  Hoy puedo entender que Tú eres el único que puede llenarme por completo.  Te pido transformes mi vida y me llenes de tu paz, tu gozo y tu amor.  También quiero pedirte que me enseñes a vivir sirviéndote y obedeciendo en todo lo que haga.  No permitas que caiga en la misma rutina mi Señor.  Quiero vivir en crecimiento y entrega continua.  Te lo pido en el nombre de Cristo mi Señor.  Amén 

18 feb 2013

Filipenses 3:2-3


Cuídense de esos perros, cuídense de esos que hacen el mal, cuídense de esos que mutilan el cuerpo.  Porque la circuncisión somos nosotros, los que por medio del Espíritu de Dios adoramos, nos enorgullecemos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos.



Hace poco platicaba con una persona judía acerca de su dieta alimenticia.  Estaba muy orgulloso por ser disciplinado y comer rigurosamente aquello que estaba aprobado por su religión.  Por otro lado, yo meditaba en otras cosas que hacía que iban en contra de lo que decía creer.  No lo estaba criticando, solamente estaba analizando la manera en la que nuestra mente funciona y la perfección con la que Dios nos conoce.  Nuestra mente nos engaña.  Nosotros mismos nos queremos convencer de qué está bien y qué está mal.  Pensamos que si hacemos 1,2 y 3, entonces 4, 5 y 6 están “cubiertos”.  No se trata de “neutralizar” pecados con buenas acciones.  No puedes pensar que la vida espiritual es igual a contar calorías.  Corres 10km entonces puedes comerte una dona de chocolate.  Perdoné a los que me ofendieron, entonces tengo derecho a mentir dos veces.  Suena ilógico.  Lo sé.  ¡Pero la realidad es que muchas veces así pensamos!  Nos engañamos pensando que no estamos tan mal y contamos nuestras “buenas” obras.  
Cuídense de los despreciables, cuídense de los que hacen el mal y de los que mutilan el cuerpo.  Pablo nos advierte sobre aquellos que quieren confundirnos.  Aquellos que quieren hacernos creer que debemos continuar “sacrificando” la carne para poder estar bien espiritualmente.  La circuncisión fue el pacto que hizo Dios con Abraham.  Sería una señal sobre quiénes pertenecen y quiénes no.  Con la venida de Cristo esto cambia pues Él es la culminación del pacto de Dios con nosotros.  No necesitamos continuar los sacrificios.  Las obras y los sacrificios físicos no tienen cabida pues el sacrificio de Dios hecho hombre cumple con todo lo que necesitamos para ser perdonados y reconciliados con Dios Padre.  Por esto nos advierte Pablo sobre el cuidado que debemos tener.  Es fácil confundirse y pensar que debemos seguir realizando actos de sacrificio o de agradecimiento a Dios para ser perdonados.  ¡Cuidado!  Ahora que viene semana santa, muchos buscarán realizar distintos sacrificios para “reconciliarse” con Dios.  Dejarán de comer ciertos alimentos o buscarán algún compromiso con el Señor.  ¡Cuidado!  Cristo ya hizo ese sacrificio.  Al hacer uno nosotros, despreciamos lo que Jesús ya hizo por nosotros.  Por eso Pablo explica que nosotros somos la circuncisión.  Nosotros somos la luz del nuevo pacto.  Nosotros anunciamos a Cristo quien sacrificó su vida por nosotros.  Nosotros adoramos y nos gozamos en el Espíritu no por las obras y sacrificios que hacemos (o la circuncisión) sino porque Jesús nos ha rescatado.  No confiamos más en lo que la carne pueda hacer o no hacer sino en el Espíritu de Dios que nos renueva día a día.
Tal vez tengas tiempo pensando que debes realizar ciertas actividades para poder recibir el “perdón” de Dios.  Hoy debes entender que la Biblia explica lo contrario.  La circuncisión junto con cualquier otro sacrificio, no van a hacer nada por ti.  La reconciliación con Dios y el perdón de pecados solamente llegan a través de Jesucristo.

Oración
Padre Santo: gracias por abrir mi entendimiento.  Gracias por mostrarme cómo puedo reconciliarme contigo y sobre todo, gracias por extender tu perdón y tu amor hacia mí a pesar de mis faltas.  Hoy te pido que perdones mis pecados y reconozco que Jesús fue sacrificado para salvarme.  Gracias por haber completado tu pacto y darme la oportunidad de ser parte de tu herencia.  Renueva mi vida Señor.  En Cristo Jesús.  Amén.

15 feb 2013

Filipenses 3:1


Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor.  Para mí no es molestia volver a escribirles lo mismo, y a ustedes les da seguridad.



Hay algunos deportes como el fútbol americano, en los que pueden pedir un tiempo fuera.  Esto quiere decir que se detiene el reloj, todo se para y los equipos se reúnen con sus entrenadores.  A veces lo hacen cuando el equipo no está bien parado para la siguiente jugada.  En otras ocasiones tratan de “romper” una buena racha del equipo contrario mientras que en otras, sirven para planear los cambios que requieren y ejecutarlos.  
Cuando Pablo nos dice: alégrense, viene acompañado de lo más importante, en el Señor.  No nos está diciendo, despreocúpate, no te afanes, no tengas miedo, te está diciendo que te alegres en el Señor.  Ahora, cómo funciona esta alegría.  Muy similar al tiempo fuera en los partidos.  Haz una pausa.  Debes detenerte por un momento.  Debes analizar lo que estás sintiendo.  Debes analizar lo que estás pensando.  Pero sobre todo, debes analizar hacia dónde te diriges y quién está de tu lado.  Solamente así puede venir esa alegría de la que Pablo tanto habla.  Me explico mejor.  Muchas veces nuestro vivir diario nos hace caer en rutina.  Poco a poco, sin darnos cuenta, vamos perdiendo perspectiva y nos dejamos envolver en lo que sea que nos quita la paz.  ¿Te ha pasado?  De repente, estás angustiado.  Piensas que las cosas se están saliendo de control.  Hay incertidumbre.  Hay miedos.  Finalmente hay desesperación.  Pausa.  Toma un tiempo fuera.  Refúgiate en el Señor.  Dice el Salmo: aunque pase por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo.  ¡Alégrate en el Señor!  Salmo 4:8 dice, en paz me acostaré y asimismo dormiré, porque sólo tú Jehová, me haces vivir confiado.  Dios te ama.  No quiere nada malo para ti.  Él está a tu lado y no te abandonará.  Pide perdón por tus pecados y por haberte alejado de Él.  Si ya has estado orando y sigues sin paz, ¡no dejes de hacerlo!  No te apartes del Señor y pide que pueda abrir tu corazón y entendimiento.  A veces es necesario esperar mucho tiempo, pero es mejor esperar a Su lado que lejos de Él.  Alégrate en Él.  No porque las cosas cambien.  No porque te “saliste con la tuya”.  No porque se hace tu voluntad.  Alégrate en el Señor porque Él tiene el mejor camino para tu vida.  Porque en Él puedes confiar.  Porque en Él puedes poner tu esperanza.  ¿Puedes ver cuánta falta nos hace tomar un “tiempo fuera” para poder alegrarnos en Él?  
Las palabras que escribe Pablo toman más significado si recordamos que se encontraba preso.  Si alguien tenía situación difícil para poder regocijarse en el Señor era él.  Pero nos dejó un gran ejemplo para que dejemos de quejarnos por todo lo que nos sucede.  Nos dejó un camino muy claro.  Aprendamos a servir al Señor, obedezcamos en sus mandamientos.  Pongamos nuestra esperanza en Él y así podremos gozarnos en Él sin importar las circunstancias.  Pablo utilizó ese tiempo en prisión para compartir a Cristo con los que estaban con él.  Lo que parecía una maldición se convirtió en una bendición y obra para el evangelio.  Abre los ojos.  Toma un tiempo fuera y reúnete con tu entrenador Jehová.  Vuelve a Él para que te de dirección y te muestre lo que estás haciendo mal.  Escucha sus palabras.  Pon atención a sus mandamientos.  Posteriormente ejecuta dando testimonio y alegrándote siempre en Él.

Oración
Padre: necesito un tiempo fuera.  Necesito acudir a Ti y pedir perdón por mis pecados.  Te pido que me des dirección.  Te pido que me llenes de tu paz.  Padre, no sé cómo alegrarme y vivir confiado.  Te pido que seas Tú quien me llene de gozo, alegría y esperanza.  Te pido que pueda acostarme en paz y confiado en que Tú me amas y me cuidas.  Guíame para que las circunstancias no me quiten la perspectiva correcta y roben mi gozo en Ti mi Señor.  Gracias Padre Santo en el nombre de Cristo Jesús.  Amén.

12 feb 2013

Filipenses 2:28-30


Así que lo envío (a Epafrodito) urgentemente para que, al verlo de nuevo, ustedes se alegren y yo esté menos preocupado.  Recíbanlo en el Señor con toda alegría y honren a los que son como él, porque estuvo a punto de morir por la obra de Cristo, arriesgando la vida para suplir el servicio que ustedes no podían prestarme.



El día de hoy tuve una plática sumamente interesante.  Duró poco tiempo.  Tal vez cinco minutos.  ¿Con quién?  Con la dueña de la tintorería donde llevo mi ropa.  Ella nació en Corea del Sur.  Allá conoció y aceptó a Cristo como su Salvador.  Me platicó cómo la gente estaba ávida por conocer de Dios y cómo el porcentaje de creyentes aumentó en proporciones increíbles.  Tristemente también me platicó cómo se han transformado algunos “pastores”.  De misioneros, viviendo con lo necesario a millonarios con casas lujosas.  “No son todos y probablemente no son pastores” me dijo.  Ahora, tristemente el porcentaje de creyentes ha disminuido a raíz de estos “testimonios”.  Me quedé pensando...  Al parecer el cristianismo hoy en día se mueve como el ciclo económico.  Tiene un inicio, un desarrollo, un pico y una caída.  Al mismo tiempo, pareciera que nuestra vida se comporta de esa manera también.  Conocemos al Señor.  Nos emocionamos y comenzamos a crecer espiritualmente.  Maduramos.  Y después de un tiempo nos caemos.  Lo importante es qué hacemos después.  
¿Qué tiene que ver esto con Epafrodito y Pablo?  Bien.  Si lees el pasaje, podrás darte cuenta de la calidad de persona que Epafrodito era.  Puedes ver la entrega y devoción al Señor.  Puedes ver que su prioridad era servir y después estaban sus necesidades.  Estuvo a punto de morir por la obra de Cristo, nos dice Pablo.  Seguramente tuvo caídas pero no lo detuvieron.  Él siguió en la obra sin importar lo que viniera en contra.  Hace falta más gente así.  Hace falta más gente entregada.  Más gente que quiera ir a cada esquina con cada persona que se cruza y que comparta la reconciliación con Cristo.  Más gente que quiera perdonar más y juzgar menos, amar más al prójimo y amarse menos a uno mismo.  Hace falta que nos demos cuenta que el “ciclo” espiritual no es un círculo sino una línea que debe ir en constante crecimiento.  No regresamos al mismo lugar después de haber caído.  Eso es lo que Satanás quiere hacerte creer.  Pero no es así.  Una vez que has decidido cambiar, es normal tener caídas y tropiezos.  No te desanimes.  No dejes que el Acusador te desmotive y acabe.  Sigue adelante.  Epafrodito lo hizo.  Casi muere pero siguió adelante.  No lo frenó la enfermedad.  No lo frenó nada.  Sus deseos de servir a la obra del Señor se mantuvieron firmes y lo guiaron día a día.  ¡Hagamos lo mismo!  Vamos a ver muchas personas que se digan cristianas y sus vidas pueden ser totalmente opuestas.  No las critiques ni las juzgues pues no sabes en qué etapa se encuentran.  Mejor pide por ellas y pide que oren por ti también.  Uno nunca sabe cuándo puede caer.  Tampoco pongas tus esperanzas en una persona pues créeme, te vas a decepcionar.  Así sea el pastor más increíble que hayas visto, te vas a decepcionar.  ¡Somos personas!  Por esta razón no debes confiar en nadie más que en Cristo que es Dios y Señor.  
Alegrémonos con los hermanos por el trabajo que hacemos para Cristo.  Consolémonos unos a otros y animémonos en el amor de Dios.  No en el amor humano sino en el de Dios.  “recíbanlo en el Señor” dice Pablo.  Así vivamos.  Amando en el Señor.  Sirviendo con actitud sincera que proviene del Altísimo.

Oración
Padre Santo: tu palabra cada día me sorprende y guía por el camino correcto.  Gracias por permitirme aprender y estudiar libremente tus enseñanzas.  Te pido que pueda imitar el ejemplo de Pablo y Epafrodito y que mi vida te sirva en todo lo que haga.  Te pido perdones mis pecados y me enseñes a perdonar y a dejar de juzgar.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

Filipenses 2:25-27


Ahora bien, creo que es necesario enviarles de vuelta a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de lucha, a quien ustedes han enviado para atenderme en mis necesidades.  Él los extraña mucho a todos y está afligido porque ustedes se enteraron de que estaba enfermo.  En efecto, estuvo enfermo y al borde de la muerte; pero Dios, se compadeció de él, y no sólo de él sino también de mí, para no añadir tristeza a mi tristeza.  



Hay una expresión que dice “llueve sobre mojado”.  Si vemos que Pablo estaba atravesando ya varias injusticias, al llegar Epafrodito para ayudarle y termina enfermándose a tal grado que la muerte es una posibilidad, definitivamente le estaba lloviendo sobre mojado a Pablo.   ¿Qué más le podía pasar?  
¿Cuántas veces nos sentimos así?  Estamos atravesando algo difícil y pensamos que las cosas no podrían estar peor solo para darnos cuenta que sí podría ser peor.  ¿Dónde está Dios en estas circunstancias?  ¿Por qué permite esto o aquello?
La respuesta a la primera pregunta es sencilla: Dios está a tu lado con los brazos abiertos y dispuesto a llenarte de su amor, su paz y consolarte.  La segunda pregunta es un poco más complicada pues hay muchas posibles vertientes.  Para tratar de contestar de la manera más acertada y general, me parece que el Señor permite momentos difíciles en nuestra vida para que aprendamos a depender más de Él; que aprendamos a servirle a Él y no a nuestros deseos; que aprendamos a perder nuestra vida para ganarla.  Piensa esto por un momento: cuando te enfrentas a una gran dificultad, tienes dos opciones: voltear a Dios y reconciliarte con Él reconociendo que no hay más que puedas hacer o, seguir luchando y frustrándote porque no hay nada que puedas hacer.  Estoy convencido que Dios quiere que decidamos por la primera opción y por ello utiliza lo material o la salud para recordarnos lo fugaz que es la vida.  
Vuelve a leer el pasaje y pon atención a las actitudes de Epafrodito.  Un hermano que se preocupa por su prójimo (Pablo) y decide ir y asistirle.  Deja su casa.  Deja su comodidad.  Deja a su gente.  Todo por ir y servir a un hermano en necesidad.  Después se enferma.  No cualquier enfermedad.  Puede perder la vida por ella.  Pero el Señor decide que sane.  Ahora se encuentra afligido porque sabe que en su casa están preocupados por él.  No hay teléfono.  No hay correo electrónico.  Hay cartas que tardan varios días o semanas en llegar de un lado a otro y por ello quiere regresar para que dejen de preocuparse por él.  Analiza el corazón de Epafrodito a través de sus acciones.  Si viviera en estos tiempos le diríamos, Epafrodito, tienes que pensar primero en ti.  Pablo está encarcelado, qué sentido tiene que vayas con él.  Epafrodito, ya estuviste sumamente enfermo, deja de preocuparte por los demás.  Epafrodito, debes descansar.  ¿No te parece que así vivimos?  Satanás es sumamente astuto (ojo, no lo sabe todo como Jehová).  Él quiere apartarnos de Dios.  Busca corazones que quieren servir al Señor.  Busca a los Epafroditos del mundo y a través de distintos métodos busca frenarlos.  Uno de ellos es la cultura en la que vivimos.  Medita en ello.  ¿La cultura de hoy en día exalta y promueve a Dios o al hombre?  La cultura y los pensamientos de hoy nos alejan de Dios.  ¿Esto quiere decir que no debes leer o ser culto?  ¡Por supuesto que no!  Significa que debes tener cuidado con lo que lees y precavido con aquello que llenas tu mente y tus pensamientos.  Epafrodito entendió el mensaje de Cristo cuando lava los pies de sus discípulos diciendo que a venido a servir y no a ser servido.  Hagamos lo mismo.  Sirvamos y dejemos de ser servidos.  Que las adversidades no detengan nuestros deseos de servir.  Que las personas no desvíen nuestra atención de amar a nuestro prójimo cuestionando nuestros actos.  Busquemos servir.  Busquemos servir.  Busquemos servir.

Oración
Padre: quiero servirte.  Quiero dejar de pensar en mí.  Quiero aprender a amar y servir a mi prójimo.  Quiero dejar de quejarme por lo que me sucede.  Señor, perdona mis pecados.  Gracias por amarme y fijarte en mí.  Te pido que tu amor me llene y pueda transmitirlo a los que me rodean.  No quiero seguir viviendo así y por ello te pido me renueves y me muestres cómo caminar conforme a tu voluntad.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén 

5 feb 2013

Filipenses 2:22-24


Pero ustedes conocen bien la entereza de carácter de Timoteo, que ha servido conmigo en la obra del evangelio, como un hijo junto a su padre.  Así que espero enviárselo tan pronto como se aclaren mis asuntos.  Y confío en el Señor que yo mismo iré pronto.  



En el mundo corporativo, es muy común realizar evaluaciones de desempeño.  Hay empresas que buscan que sus empleados crezcan y se desarrollen basándose únicamente en su desempeño: meritocracia.  No porque conocen a alguien ni porque son familiares del jefe tendrán los puestos importantes.  Por su trabajo son reconocidos y exaltados.  Es también común tener metas e incluso bonos por llegar a esas metas.  Se busca medir lo mejor posible lo que un empleado está haciendo.  Cuánto produce.  Qué tan efectivo es.  Entre otras cosas.  De la misma forma debemos tener ciertas metas y evaluaciones dentro de nuestra vida espiritual.  Lee con detenimiento la descripción de Timoteo: un hombre con entereza de carácter y servidor como un hijo con su padre.  La versión reina valera dice: ya conocen los méritos de él.  Otra versión dice: ya saben de su buen comportamiento.  ¿Y qué hay de nuestro comportamiento?  ¿Cómo te describe la gente?  ¿Cómo te describes? 
Recuerdo una persona en mi trabajo que solamente conocí a través de correos electrónicos y por teléfono.  Era sumamente amable y paciente.  Cada correo que contestaba tenía palabras de bendición.  La verdad nunca le pregunté si era seguidor de Jesús, pero por su forma de ser, imagino que lo es.  No era el único que notaba su gran carácter.  Otras personas dentro de la oficina que tenían que trabajar con él, tenían los mismos comentarios.  ¡Cómo es posible transmitir tanto por teléfono o por correo electrónico!  Habla de un carácter extremadamente bien formado.  No tuve que conocerlo en persona para darme cuenta que vivía en paz.  La verdad dudo que mis correos y mi forma de ser expresen lo mismo.  Es triste.  ¿Por qué nuestra vida no derrama paz y amor?  ¿Porque estamos cansados?  ¿Ocupados?  ¿Enojados?  Si conocemos al Señor, nuestro día a día debe demostrarlo.  Nuestra personalidad debe ser semejante a la de Timoteo, a la de Pablo y por consecuencia a la de Jesús.  Nuestras actitudes deben de estar llenas de amor.  Nuestra vida debe proyectar paz y gozo sin importar las circunstancias.  Si no es así, algo estamos haciendo mal.  Personalmente creo que nuestro orgullo y falta de amor a nuestro prójimo nos estorba para vivir así.  Si pusiéramos a nuestro prójimo en el mismo escalón que nosotros, estoy seguro que seríamos mucho más delicados y amorosos en nuestra manera de ser.
Espero que a partir de hoy, busques alcanzar nuevas metas espirituales.  Espero sea una costumbre el analizar y evaluar tu crecimiento.  No dejes que la apatía entre en ti sino constantemente busca crecer espiritualmente.  También espero que cada día busques amar al Señor y obedecerle amando a tu prójimo como a ti mismo.  Que aquellos que te rodean noten que hay algo distinto en ti.  Que los que te odian y deseen mal, reciban una sonrisa honesta de tu parte.  Busca que tu vida sea de impacto y gloria para el Señor.  De esta manera, podrán decir: qué entereza de carácter, qué méritos y qué forma de comportarse tiene esta persona.  Piénsalo.  Todo este comportamiento apunta a la transformación que el Señor hace en tu vida.

Oración
Padre: mi orgullo estorba en mi crecimiento espiritual.  Mi falta de amor a mi prójimo no puede seguir así.  Hoy entiendo que Timoteo era especial porque buscaba obedecerte primero que cualquier otra cosa.  Te pido que así sea en mi vida.  Quiero que mi vida emane tu amor y tu paz.  Quiero que mi carácter sea de entereza, paciencia y la gente pueda sentirse amada por el amor tan grande que Tú das.  Permite que sea un vocero de tu amor y no una barrera.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

4 feb 2013

Filipenses 2:19-21


Espero en el Señor Jesús enviarles pronto a Timoteo, para que también yo cobre ánimo al recibir noticias de ustedes.  No tengo a nadie más que , como él, se preocupe de veras por el bienestar de ustedes, pues todos los demás buscan sus propios intereses y no los de Jesucristo.  



¿Alguna vez has pensado en cómo sería tu vida si pudieras tener a Cristo en vida?  ¿O qué tal a alguno de los apóstoles?  Poder convivir con ellos.  Escuchar sus enseñanzas.  Presenciar los milagros.  Ver sus vidas entregadas y comprometidas.  Yo pensaba que mi vida probablemente sería distinta.  Pensaba que tendría un mayor compromiso y que estaría más entregado.  Pero conforme voy aprendiendo de la biblia y soy honesto conmigo mismo, me doy cuenta que probablemente no hubiera sido muy distinta a lo que es ahora.  No porque no ame a Dios y quiera seguirle sino porque cada  día descubro lo arraigado que está el egoísmo y el egocentrismo en mí.  Por supuesto que me gusta servir al Señor.  Me encanta poder compartir estos pensamientos a tanta gente.  Disfruto poder dar un consejo con la perspectiva de Cristo.  Mi punto es el entender que nuestro compromiso con el Señor no debe estar basado en las circunstancias.  Nuestro deber de servir al Señor no se lo podemos dejar a otras personas.  Así como Pablo nos dice que solamente confiaba en Timoteo para realizar una tarea, hoy en día hay pocas personas en las iglesias que pueden ser consideradas para alguna misión necesaria.  Piénsalo.  ¿En qué estás sirviendo a tu iglesia?  ¿Por qué crees que no te necesitan?  ¿Porque ves a mucha gente?  Creo que pensamos que no nos necesitan porque es mejor seguir con nuestro camino, nuestra vida y nuestras costumbres en lugar de cambiar y dejar de vivir tanto para nosotros.  El mismo Pablo, un excelentísimo ejemplo de una vida entregada al Señor, tenía problemas para encontrar gente comprometida de corazón.  Hoy en día existe esa misma necesidad.  Hacen falta personas que den ese paso y suban al siguiente escalón.  Que busquen servir.  Que deseen amar a Dios y amar a su prójimo.  Necesitas cambiar.  Debes ser parte del cuerpo de Cristo.  Si bien la iglesia es un solo cuerpo, tiene distintos órganos.  Cada uno de nosotros está creado para ayudar en labores únicas y específicas.  Créeme, hay mucho que puedes hacer por la iglesia.  Es cuestión de decirle al Señor: aquí estoy, dime qué hacer y cómo puedo servirte.  Está mal que haya unos cuantos comprometidos.  Está mal que dejemos que “los de allá” sean los que sirven mientras “los de acá” escuchamos.  Abre los ojos.  Cristo solamente tuvo 12 discípulos de los cuales uno lo traicionó.  Pablo tenía a Timoteo.  Necesitamos entregarnos.  Necesitamos de más personas comprometidas y tú debes ser una de ellas.  No tu pareja, no tus hijos, no tus padres, no tus vecinos, no tu pastor.  Tú.  Tú debes tomar acción.  Tú debes servir.  Somos una iglesia que trabaja en conjunto.  Que depende uno del otro.  No es perfecta pues somos imperfectos.  Pero trabajamos para la gloria del Señor y no hay mejor recompensa.  ¡Decídete!  No dejes que pase mas tiempo.  Eso significa que seguirá habiendo un solo Timoteo.

Oración
Padre: gracias.  Tu palabra es maravillosa y entra a lo más profundo de mi corazón.  Perdona mi egoísmo y mi falta de entrega.  He querido vivir conforme a mi voluntad y he dejado que otros te sirvan engañándome al pensar que no es necesario que yo haga algo.  Hoy entiendo que mi deber es servir y comprometerme contigo.  Aquí estoy Señor.  Aquí está mi vida y te pido que me muestres cómo servirte y cómo alabarte.  En Cristo Jesús.  Amén.

1 feb 2013

Filipenses 2:16b-18


Así en el día de Cristo me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano.  Y aunque mi vida fuera derramada sobre el sacrificio y servicio que proceden de su fe, me alegro y comparto con todos ustedes mi alegría.  Así también ustedes, alégrense y compartan su alegría conmigo.



El sentimiento de completar algo es increíble.  Terminar de leer un libro.  Arreglar algo que no funcionaba.  Completar un trabajo o asignación.  Terminar una carrera.  Nos llena de satisfacción el sentimiento de haber trabajado y ver el resultado.  Debemos tener esto presente en nuestra vida espiritual.  El trabajo terminará.  Habrá un día que serás llamado y podrás ver el resultado de toda una vida de trabajo.  No te desanimes por lo que estás atravesando hoy.  No frenes ni te eches para atrás.  Sigue adelante.  Confía en el Señor.  Él te está preparando y moldeando conforme al corazón de Cristo.  Sé que es difícil.  Sé que no entiendes el por qué de las cosas.  Créeme.  Él sí sabe el por qué.  Ahora, no siempre tenemos que esperar a la muerte para poder gozarnos en el trabajo que Dios hizo en nosotros aquí.  Nos dice Pablo: así también ustedes alégrense y compartan su alegría conmigo.  Debemos aprender a disfrutar lo que Dios hace hoy aquí.  Piensa en dónde estarías hoy si no fuera por Jesús.  Ahora, comparte tu testimonio y alégrate de lo que el Señor ha hecho en tu vida.  Conviértete en un canal que lleve alegría a los demás al abrir tu corazón y tus experiencias sobre lo que Jehová ha hecho en ti.  
No todas nuestras experiencias tienen que tener “final feliz”.  Hay personas que han perdido seres queridos y su relación con el Señor se fortaleció.  Claro que extrañan a esa persona, pero hoy entienden lo que ayer no entendían, hoy consuelan a los que ayer no consolaban y hoy aman a los que antes no amaban.  ¿Lo puedes ver?  Cada “trabajo completado” en Cristo es motivo para alegrarnos y gozarnos.  Cada escalón que subimos.  Cada prueba.  Cada momento de incertidumbre que decidimos seguir por el camino del Señor.  Toda esa preparación tendrá un momento en el que termine y podrás disfrutar los resultados.  Gócense en las pruebas nos dice el evangelio.  ¡Alégrense cuando las cosas están bien o mal!  ¿Cómo es posible esto?  Porque la alegría no proviene de lo que hay o no hay sino de Dios.  Proviene de la fe y la esperanza que tenemos en que todo lo que sucede es para nuestro bien.  Proviene de la certeza que tenemos que el Señor es con nosotros y por consecuencia quién contra nosotros.
No sé cómo te sientes el día de hoy.  Tal vez ha sido una semana difícil o incluso llevas algunos meses así.  ¡Alégrate!  No porque las cosas vayan a cambiar ni se vaya a solucionar todo.  Alégrate porque al seguir al Señor ya has ganado.  Recuerda que nuestro Dios tiene que transformarnos y muchas veces es necesario que nos den ciertos “martillazos” para tomar la forma correcta.  Pide sabiduría a Aquél que la da en abundancia.  Analiza tu vida.  Se humilde.  Reconoce tus errores y sobre todo, entiende que es normal equivocarse.  Pide perdón por tus pecados.  Después, alégrate.  ¡Gózate en el Señor!  Que los problemas no definan tu día a día sino tu deseo de servir al Señor y el saber que te ama incondicionalmente.

Oración
Padre: gracias.  Gracias por darme alegría en medio de incertidumbre.  Gracias por darme alegría en medio de tristezas.  Gracias por enseñarme que Tú me amas y me llenas de consuelo.  Gracias por cuidarme y tener tu mirada fija en mí.  Hoy te pido que aprenda a gozarme y a alegrarme en ti.  Te pido que pueda compartir lo que has hecho en mi vida y que otros puedan alegrarse también.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén