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23 sept 2013

1 Juan 2:3-6


¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios?  Si obedecemos sus mandamientos.  El que afirma: lo conozco, pero no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad.  En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del que obedece su palabra.  De este modo sabemos que estamos unidos a Él: el que afirma que permanece en Él, debe vivir como Él vivió.



Uno de los principios que considero de suma importancia al seguir a Dios, es el no agregar ni quitar nada a Su palabra.  El día de hoy, Juan nos enseña cómo saber de qué lado estamos.  Ahora, no nos dice (como mucha gente cree y predica) que debemos de cumplir con una serie de acciones o requisitos para decir que conocemos a Dios (y por consecuencia ir al cielo).  ¿Por qué digo esto?  Porque cada uno de nosotros tiene un camino distinto con el Señor.  Algunos somos más necios que otros.  Algunos dudamos más.  Mientras que a otros nos cuesta trabajo entregar ciertas áreas de nuestra vida.  Esto se traduce en tener acciones que simplemente van en contra de Dios.  ¿Esto quiere decir que no le conocemos y mentimos?  ¡Por supuesto que no!  Leíste bien.  No podemos pensar que de un momento a otro seremos perfectos en todo lo que hacemos.  Vuelve a leer el pasaje y pon atención a las palabras de Juan y la diferencia que hace entre no conocerle y conocerle.  Los primeros, son aquellos que simplemente creen poder tener conocimiento o tal vez algo de comunión con Dios, pero cada día sus actos y su mente simplemente están apartados de lo que Él quiere.  A este grupo de personas, no le interesa obedecer ni cambiar para seguir sus mandamientos.  Pero con el segundo grupo, las cosas son distintas.  No dice: el que conoce a Dios obedece en todo lo que hace.  No.  Dice: el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del que obedece su palabra.  ¡Maravilloso!  ¿Lo puedes entender?  Insisto, no significa que todas tus acciones serán perfectas.  Por esta razón expliqué que debemos estudiar la biblia con detalle y no agregar ni quitar nada.  Lo que Juan nos está diciendo es: no puedes decir que crees en Dios y no obedecer sus mandamientos.  ¿Quiénes conocen a Dios?  Aquellos que sus vidas manifiestan Su amor.  ¿Y cómo funciona?  Honestamente, por mi experiencia, esto es realmente un milagro.  Al aceptar a Cristo en tu vida, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de ti.  Esto hace que ahora puedas tener un discernimiento que antes simplemente no tenías.  Es como si te abrieran los ojos a un mundo distinto.  Como si de un momento a otro, te presentaran a tu consciencia y comienzas a darte cuenta de cuántas cosas haces que están en contra de la voluntad de Dios.  Ahora quieres obedecer a Dios porque tu fe te ayuda a entender que es la mejor decisión.  Ya no haces algo o dejas de hacerlo por compromiso o por lo que pueda decir la gente.  Ahora, en tu corazón, está el deseo de agradar y servir a Dios.  Es algo que surge de manera natural.  Ese deseo se enciende dentro de ti y busca imitar a Cristo en todo lo que haces. 
El día de hoy, las palabras de Juan nos tienen que ayudar a encontrarnos espiritualmente.  ¿dónde estás parado?  ¿Estás siendo mentiroso al decir que crees en Dios pero en realidad no te interesa obedecerle?  ¿Crees en Él pero no te has decidido a entregarle tu vida y dejar de dudar?  ¿Crees en Él y buscas imitarle en todo momento?  Sin importar en dónde te encuentres hoy, debes saber que Dios te ama y quiere tener comunión contigo.  Pide perdón por tus pecados y empieza de nuevo.  No te desanimes ni pienses que no se puede hacer nada al respecto.  Dios puede con cualquier situación que le pongas.  Por último, si ya estás buscando imitar a Cristo constantemente, ¡felicidades!  Estoy seguro que tu vida está llena de bendiciones y es plena.  ¡Ánimo y no te detengas! 

Oración
Señor: hoy entiendo que para decir que te conozco debo obedecerte.  Entiendo las palabras de Juan al decir que si te sigo, tu amor debe manifestarse en mi vida y debo buscar imitar a Cristo en todo lo que hago.  Te pido perdón porque no he hecho las cosas así.  Te pido me perdones y pueda tener comunión contigo para empezar una nueva vida.  Una vida en la que busque obedecerte y tenga la convicción de ser tu hijo.  Yo quiero seguirte.  Yo quiero obedecerte.  Toma mi vida mi Dios.  En Cristo Jesús.  Amén 

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