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6 jun 2013

1 Pedro 2:22-23


“Él (Cristo) no cometió ningún pecado ni hubo engaño alguno en sus labios”.  Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia. 



Con estos últimos versículos del capítulo 2 de Pedro, he estado meditando en el ejemplo de Jesús.  Donde nació.  Cómo vivió.  Cómo murió.  Momentos críticos como el que nos recuerda Pedro con estos versículos: recibía insultos y no los replicaba; padecía y no amenazaba sino que se entregaba a Jehová.  ¿Por qué?  ¿Qué tenemos que aprender de este ejemplo?  ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Pienso que Jesús nos quería enseñar a diferenciar entre la carne y el espíritu.  Quería enseñarnos que el cuerpo realmente no vale nada mientras que el espíritu es sumamente valioso.  Quería enseñarnos a diferenciar entre lo fugaz y lo eterno.  Solamente así puedo entender el por qué de cada ejemplo.  ¿Por qué nació en un pesebre siendo rey?  Para enseñarnos que no es importante tener una casa, un palacio o simplemente un techo.  ¿Por qué tuvo la profesión de carpintero considerada la más baja en ese entonces?  Para enseñarnos que el “éxito” profesional o una cuenta bancaria no son lo más importante en esta vida.  ¿Por qué recibió insultos?  Para enseñarnos dominio propio y control sobre la carne a través del espíritu.  ¿Por qué murió siendo abatido y humillado?  Para recordarnos que este cuerpo es fugaz pero nuestra alma es eterna.  Solamente así puedo entender la profundidad de su ejemplo.  Solamente así puedo darle sentido a sus palabras.  ¿Cómo regresar mal por bien?  ¿Cómo ceder al padecimiento y dejar que nos hagan daño?  Solamente si entendemos que lo que nos pase en “el cuerpo” es fugaz mientras que el trabajo que hacemos con nuestro espíritu es eterno.  ¿Lo puedes entender?  El mundo nos confunde.  Allá afuera nos enseñan lo opuesto a las escrituras.  Nos hacen pensar que nuestra vida debe ser de una u otra forma para que sea plena.  Nos crean ideas que tal o cual producto nos llenará de placer.  En general, nos hacen pensar que el cuerpo, la carne, es lo más importante y por ello necesitamos de todo lo material que nos rodea.  Mientras tanto, lo espiritual es abandonado.  Dejamos a Dios en una esquina y esperamos que nuestra vida sea plena.  Imposible.  ¿Quieres aprender a perdonar?  ¿Quieres aprender a amar a tu prójimo?  ¿Quieres aprender a servir?  ¿Quieres recuperar tu matrimonio?  ¿Quieres salir de tu adicción?  ¿Quieres tener un sentido para vivir?  ¿Quieres sentirte amado y que no estás solo?  Pon atención.  No hay nada en este mundo que pueda cambiarte y llenarte de la manera en que Dios lo hace.  Nada.  Ni la terapia.  Ni los retiros.  Ni consejería.  Nada.  Solamente el Espíritu Santo puede transformarte desde dentro de ti.  Solamente Dios puede llenarte de amor para aquellos que antes odiabas.  Solamente Dios puede llenarte de su amor para que entiendas que no estás solo.  Solamente Dios puede llenarte de su consuelo para poder seguir adelante.  En Dios y en nadie más está la vida plena.  Lo importante, y en aquello que he estado meditando, es que la vida plena que ofrece la biblia, es muy distinta al concepto de vida plena en el mundo.  La vida plena llega cuando aprendemos a devolver el mal con amor.  La vida plena llega cuando preferimos servir que ser servidos.  La vida plena llega cuando compartimos a Cristo.  La vida plena llega cuando confiamos en que sus pasos son mejores que los nuestros.  La vida plena llega con el compromiso de entregar nuestro corazón y ponerlo a los pies del Señor para que Él decida hacia dónde debemos de ir.
Oración
Señor y Padre Santo: gracias.  No puedo dejar de agradecerte el amor y cuidado que tienes de mí.  Gracias por rescatarme.  Gracias por fijarte en mí.  Gracias por no dejarme solo.  Gracias por preocuparte por mí.  Gracias.  Te pido que pueda entender el ejemplo de Jesús y poder imitarlo en todo lo que haga.  Te pido que aprenda a vivir por el espíritu y a abandonar la carne.  Ayúdame a ser sabio y renovar mis pensamientos y principios conforme a tu voluntad.  En Cristo Jesús te lo pido.  Amén.

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