Vistas de página en total

29 feb 2012

Hechos 19:17-20


Cuando se enteraron los judíos y los griegos que vivían en Éfeso, el temor se apoderó de todos ellos, y el nombre de Jesús era glorificado.  Muchos de los que habían creído llegaban ahora y confesaban públicamente sus practicas malvadas.  Un buen número de los que practicaban la hechicería juntaron sus libros en un montón y los quemaron delante de todos.  Cuando calcularon el precio de aquellos libros, resultó un total de cincuenta mil monedas de plata.  Así la palabra del Señor crecía y se difundía con poder arrollador.


¿De qué temían?  En el pasaje anterior vimos cómo los judíos terminaron heridos, desnudos y maltratados por el hombre que tenía al espíritu maligno.  Vimos cómo intentaron utilizar el nombre de Jesús como si fuera un amuleto o herramienta de emergencia y aprendimos que con el Señor no se juega.  El temor a Dios es sano cuando se aplica en el contexto bíblico, 2aCorintios7:1 nos dice que limpiemos nuestros cuerpos de toda contaminación y nos perfeccionemos en la santidad en el temor de Dios.  Efesios 5:21 nos dice que nos sometamos los unos a los otros en el temor de Dios.  ¿Lo ves?  El temor a Dios no es malo.  Nos lleva a acciones buenas y conforme a Su voluntad.  Si bien, Dios es amor y busca que nos reconciliemos con Él, no podemos verlo como un amigo cualquiera o como algo común.  Él es Dios.  Él es Señor.  Él es el Todopoderoso.  Para aquellos que han trabajado imagínense ir a la oficina del dueño de la empresa o a los que estudian, con el rector.  ¿Acaso entras como si nada?  ¡Por supuesto que no!  Asimismo pasa con nuestro Dios.  El hecho de tener acceso directo a través de Jesús, no quiere decir que su majestuosidad deje de ser.  No debemos minimizar su grandeza y debemos recordar quién es quién.  El temor al Señor no excluye el amor hacia Él sino al contrario, lo complementa.  Nos ayuda a comportarnos y nos pone frecuentemente en nuestro lugar.
Nos dice el versículo que aquellos que creyeron en Cristo, decidieron desechar sus prácticas pasadas y comenzar por un nuevo camino.  ¡Estos son héroes sin nombre!  No solo dejaron atrás sus actividades, sino que también su fuente de ingreso.  ¡Lo dejaron todo por el Señor!  Bueno, podrás pensar, ellos estaban haciendo brujerías.  ¿Y tú crees que estás muy bien?  ¿No necesitas corregir tu vida?  ¡Estoy seguro que sí!
Imagina el impacto que tendría tu testimonio al entregarte al Señor con tanto fervor.  Por el contrario, queremos recibir a Dios con nuestras restricciones.  Queremos llevar a Dios a nuestra forma y a nuestro ritmo.  ¿No te has dado cuenta que es al revés?
Resulta difícil dejar atrás todo aquello que nos ha costado trabajo conseguir.  Más aún cuando se trata de nuestra fuente de ingresos.  A los que quemaron sus libros también les costó trabajo.  Llevaban una vida haciendo brujería.  ¿A qué se dedicarían ahora?  ¿De qué vivirían?  Así también pensamos hoy.  Si cambio esto, cómo va a funcionar aquello.  ¿Qué va a pasar con esto otro?  Y así, nos quedamos en cuestionamientos y nunca actuamos para el Señor.  ¿Sabes por qué quemaron sus libros y dejaron atrás su vida pasada?  La respuesta está en la biblia: porque nos dice Jesús que no solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.  Nos dice Pablo que todo aquello que consideraba como ganancia, ahora lo considera como basura.  Nos dice Jesús que hagamos tesoros en el cielo y no en la tierra.  Que sirvamos a un solo amo pues no podemos servir al Señor y al dinero al mismo tiempo.  Nos dice también que debemos buscar Su reino y Él se encargará de satisfacer todas nuestras necesidades.  ¿Ahora entiendes por qué lo dejaron todo?  Porque creyeron en las promesas del Señor.  Creyeron que son reales y que son para cada uno de nosotros.  Las tomaron, las abrazaron y las hicieron suyas para vivir conforme a ellas.  Y tú ¿Qué vas a hacer?
Oración
Padre: te pido que perdones mis pecados y me enseñes a temerte conforme a tu voluntad.  Perdona si te he hecho menos por mis actitudes y permite que mis ojos sean abiertos para entender tu palabra y cómo corregir mi vida.  Sé que pongo muchos pretextos para obedecerte y sé que tengo miedo de cambiar, pero hoy aprendí que tus promesas son para mí y que son reales.  Quiero vivir conforme a tu voluntad y tomar tu palabra como fuerza y esperanza diaria de que Tú te encargarás de cuidarme.  Renuévame Señor.  Transforma mi vida.  En Cristo Jesús.  Amén 

28 feb 2012

Hechos 19:13-16


Algunos judíos que andaban expulsando espíritus malignos intentaron invocar sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús.  Decían: ¡En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les ordeno que salgan!  Esto hacían siete hijos de un tal Esceva, que era uno de los jefes de los sacerdotes judíos.  Un día, el espíritu maligno les replicó: conozco a Jesús y sé quién es Pablo, pero ustedes ¿Quienes son?  Y abalanzándose sobre ellos, el hombre que tenía el espíritu maligno los dominó a todos.  Los maltrató con tanta violencia que huyeron de la casa desnudos y heridos.


Con Dios no se juega.  Pareciera obvio pero no lo es.  Muchos de nosotros hemos caído en este mismo error.  Pensamos que podemos utilizar su nombre a nuestra conveniencia.  En el momento en que lo necesitamos y pidiendo por aquello que queremos.  No nos preocupamos por obedecerle ni por conocerle, simplemente invocamos su nombre para tratar de cumplir con nuestra voluntad.  Así estaban haciendo estos judíos.  Veían que Pablo realizaba grandes milagros utilizando el nombre de Jesús y pensaron que podrían hacer lo mismo.  Pensaron que todo se basa en lo que hacemos y decimos mientras la biblia nos dice que Dios ve el corazón.  ¿Cuántos allá afuera siguen pensando de esta manera?  La respuesta es triste y simple: muchos.  
Cuando decides darle la vuelta a lo que Dios te dice, estás pensando que tú puedes hacer mejor las cosas de lo que Él lo haría.  ¿Lo entiendes?  Te lo repito.  Cada vez que la Biblia nos dice que debemos hacer esto o aquello y no lo hacemos, estamos pensando que nosotros lo haríamos mejor que Dios o que nuestra forma es más eficiente.  Piénsalo.  Si no, ¿por qué no actuamos como nos dice la biblia?  ¿Por qué posponemos el obedecer?  Porque nos cuesta trabajo creerle a Dios.  Nos cuesta trabajo entregar todo aquello que tanto valoramos.  Nos cuesta trabajo admitir que nos hemos equivocado.  Lo que hoy quiero que reflexiones es en cómo terminamos cuando omitimos los principios del Señor y lo utilizamos según nuestra conveniencia.  Terminamos como los judíos del pasaje: maltratados, desnudos y heridos.  Seguramente ya te ha pasado y puedes recordar ese momento.  Terminaste peor mientras pensabas que las cosas mejorarían.  ¿Sabes?  Es difícil lo que te voy a decir pero es la verdad: es tu culpa.  Tú decidiste no obedecer.  Tú decidiste hacer tesoros en la tierra olvidando aquellos que están en el cielo.  Tú te dejaste seducir por lo que te aparta de Dios.  Tal vez hoy estás herido y maltratado.  Te tengo una buena noticia.  El Señor te está esperando con los brazos abiertos.  Pide perdón.  Reconcíliate con el Señor y empieza de nuevo.
Por último, quiero hacer énfasis en las palabras del espíritu maligno: conozco a Jesús y sé quién es Pablo.  ¿Por qué los espíritus reconocen fácilmente a Jesús y a nosotros nos cuesta tanto trabajo?  Dejemos que Jesús destruya todas nuestras barreras y murallas que hemos construido para “protegernos”.  Reconozcámosle.  Adorémosle.  Y sobre todo creámosle.  Jesús existe.  Su palabra está en la Biblia que puedes leer en todo momento.  Dejemos de hacer nuestra voluntad.  Dejemos de pensar que lo podemos hacer mejor.  Dejemos que Él guíe.  Dejemos que Él nos llene.  Dejemos que Él nos cuide.  O acaso ¿Quieres seguir terminando herido y maltratado?  Yo no.
Oración
Padre: te pido perdón por mis pecados y te pido que pueda ser reconciliado contigo.  Entiendo que Jesús murió por mí y que su nombre no debe ser invocado conforme a mi voluntad sino la tuya.  Te pido que transformes mi corazón y lo alinees conforme al tuyo.  Quiero ponerte primero y dejar de terminar herido y maltratado por hacer mi voluntad.  Escucha mi oración Señor, en el nombre de Jesús.  Amén 

27 feb 2012

Hechos 19:11-12


Dios hacía milagros extraordinarios por medio de Pablo, a tal grado que a los enfermos les llevaban pañuelos y delantales que habían tocado el cuerpo de Pablo, y quedaban sanos de sus enfermedades y los espíritus malignos salían de ellos.


En la predicación que escuché el día de ayer nos dieron algunos datos sobre la ciudad  en la que vivo bastante impresionantes.  Robos, violaciones, suicidios, pobreza extrema entre otros.  Por curiosidad, busqué un dato de suicidios en México y me aparece que en el 2007 al menos seis millones de personas intentaron suicidarse, de las cuales, tres mil seiscientos veinte lograron consumarlo.  Si tenemos 365 días al año, esto quiere decir que cada día tenemos 10 suicidios en México.  Un estudio de la UNAM en el año 2005 estimó que se realizan un millón de abortos al año en México.
¿Por qué doy estos datos?  ¿Para ponerte triste?  ¿Para jugar con tus sentimientos?  ¿Para quejarme?  Ninguna de estas opciones.  Lo escribo en contraste con lo que un siervo del Señor puede impactar en su comunidad.  Nos dice el pasaje que los milagros de Dios eran extraordinarios y los realizaba a través de Pablo.  Esto quiere decir, que hoy en día, pueden seguir existiendo milagros extraordinarios a través de ti y de mí.  ¿Qué necesitamos?  Entregar nuestra vida a Él y tener una carga por nuestro prójimo.  No solo por nuestros seres queridos o cercanos sino por nuestro prójimo.  No podemos dejar que cada día se suiciden por lo menos 10 personas ni que estén realizándose un aborto por no tener a quién acudir para que les puedan guiar en tomar una mejor decisión.  Esto no es un mensaje de política activista.  Es un mensaje de acción para servir a nuestro Señor al amar a nuestro prójimo como Él lo pidió.
Los enfermos eran sanados y los espíritus malignos salían de ellos, todo esto porque un hombre decidió entregarse a Dios y dejar que Él guiara.  El mismo Pablo nos dice cómo le hacía cada día: es necesario que Él crezca y que yo mengüe.  Necesitamos dejar que el Señor crezca en nosotros.  Necesitamos dejar que su voz sea escuchada y la nuestra apagada.  Necesitamos que su voluntad reine en nosotros mientras la nuestra se alinea a la de Él.
Si Dios puede sanar sin necesidad de un pañuelo o delantal que haya tocado a Pablo, ¿para qué lo hizo de esa manera?  Para demostrarnos el impacto que causamos a nuestro alrededor cuando decidimos obedecerle.  Para que tú y yo nos demos cuenta de cuánto podemos hacer si tan solo decidimos buscar Su reino y amarlo por encima de todas las cosas.  Piensa en esto: Hay personas a tu lado que pueden estar pensando en quitarse la vida; que están pasando hambre; que fueron violadas o abusadas sexualmente; que se sienten solas; que se sienten tristes; que no tienen a quién acudir; tú y yo podemos ayudar a nuestros países, estados y ciudades simplemente empezando a trabajar con aquél que tenemos a lado: Jesús lo llamó tu prójimo.
Dios dice que quiere llenarnos de bendiciones.  Utilicemos esa “chequera sin fondo” y pongámosla en servicio de nuestro prójimo.  Dejemos de ser egoístas y egocéntricos.  Es momento de abrir los ojos y entender que frente a nosotros hay gran necesidad de Cristo.  Dejemos de pensar que es responsabilidad de alguien más el llevar el evangelio y preocuparse por los demás.  Es tú responsabilidad y la mía el servir al Señor y amar a nuestro prójimo.  ¡Es hora de compartir los milagros del Señor!
Oración
Padre: quiero darte gracias por el cuidado tan especial que has tenido de mí.  Te doy gracias por tu amor tan grande e incondicional que derramas día con día en mi vida.  Quiero pedirte Señor que mis días estén dedicados a darte gloria, que mis días estén llenos de servicio a Ti.  Te pido que pueda entender que frente a mí hay gran necesidad de Ti y que surja de mí el deseo de atenderla.  Quita el egoísmo de mí.  Quita la flojera o el miedo para acercarme al necesitado.  Pon en mí amor y sabiduría para llevar tu palabra y tus bendiciones a mi prójimo.  Te pido por mi prójimo para que él pueda recibirte en su corazón.  En nombre de Cristo Jesús te lo pido.  Amén 

21 feb 2012

Hechos 19:8-10


Pablo entró en la sinagoga y habló allí con toda valentía durante tres meses.  Discutía acerca del reino de Dios, tratando de convencerlos, pero algunos se negaron obstinadamente a creer y ante la congregación hablaban mal del Camino.  Así que Pablo se alejó de ellos y formó un grupo aparte con los discípulos y a diario debatía en la escuela de Tirano.  Esto continuó por espacio de dos años de modo que todos los judíos y los griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar la palabra del Señor.


¿Cómo se encarga el Señor de cumplir con sus promesas?  No lo sé.  Lo que sí sé, es que tenemos ejemplos como este versículo donde se nos dice que en la provincia de Asia, tanto judíos como griegos escucharon la palabra de Dios.  Pareciera una tarea imposible para los discípulos.  No tenían grandes fortunas ni eran reyes que al proclamar un edicto, todas las ciudades se enterarían.  Eran personas comunes como tú y como yo las que se dedicaron a llevar el evangelio a cada rincón.  ¿Qué tenían a su favor?  La mano de Dios.  Pero esto no quiere decir que todo era bello y maravilloso.  Pablo tuvo sus malos días.  Vemos que mientras predicaba en las sinagogas había grupos que no solamente se obstinaban en rechazar el evangelio sino que hablaban mal del mensaje que les traía.
A veces escuchamos algunas promesas del Señor y nos llenamos de ánimo.  Sabemos que Él está por nosotros por lo tanto ¿Quién contra nosotros?  ¿Cierto?  También vemos que tiene cuidado de nosotros, nos ama, nos quiere llenar de bendiciones y que nos conoce desde antes que estuviéramos en el vientre de nuestra madre.  Todas estas promesas nos llenan de alegría y esperanza.  Pero todo lo bueno dura poco cuando no sabemos permanecer en Él.  Me explico mejor.  Todo lo maravilloso que escuchamos y aprendemos de nuestro Dios, lo ponemos en tela de juicio y dudamos cuando las cosas se ponen en nuestra contra.  Primero estábamos contentos y emocionados.  Salimos el domingo después de haber escuchado una predicación con todos los ánimos y listos para “combatir” contra el mundo y todo lo que nos acecha.  Llega el lunes y salen más problemas o simplemente nada mejora.  ¿Te ha pasado?  Pasan los días y todo sigue igual por lo que nuestra actitud que teníamos el domingo ha quedado en el olvido.  Dios sigue ahí.  ¿Lo entiendes?  Dios sigue ahí.  Sus promesas también.  Pero dentro de sus planes, debemos dejarnos transformar y Él decide cómo y cuando las cosas cambiarán.  Ahora, lo irónico de esto es que, mientras más problemas tenemos, más nos entregamos y más tiempo dedicamos a Él.  Más oramos, más le alabamos, más asistimos a escuchar de su palabra.  Es cuando mejor comunión tenemos con Él.  ¿Por qué cambiamos cuando todo se “resuelve”?
Pablo estuvo predicando toda su vida y así como tuvo buenos días también tuvo momentos como el que leemos hoy donde todo estaba en su contra y hasta tuvo que formar un grupo aparte.  La diferencia que veo en su ejemplo es que él permaneció confiado en que Dios seguía ahí y sus promesas también.  No nos olvidemos de esto.  No nos alejemos del Señor en los momentos que más lo necesitamos.  Días negros siempre habrá, lo que no tendremos siempre es la oportunidad de dejarlo transformar nuestro corazón.  Acércate a su palabra.  Permanece en Él.
Oración
Señor: definitivamente me cuesta trabajo permanecer en Ti cuando todo se vuelve en mi contra.  Se me facilita olvidarme de tu palabra y comienzo a buscar respiro en todos lados menos en Ti.  Yo te pido perdón por mis pecados y mi falta de entrega y compromiso.  Te pido Padre que me renueves y que aprenda a permanecer en Ti.  Gracias por siempre estar ahí.  Gracias en el nombre de Jesús.  Amén 

15 feb 2012

Hechos 19:1-6


Mientras Apolos estaba en Corinto Pablo recorrió las regiones del interior y llegó a Éfeso.  Allí encontró a algunos discípulos.  ¿Recibieron ustedes el Espíritu Santo cuando creyeron? Les preguntó.  No, ni siquiera hemos oído hablar del Espíritu Santo.  Respondieron.  Entonces, ¿Qué bautismo recibieron?  El bautismo de Juan.  Pablo les explicó: el bautismo de Juan no era más que un bautismo de arrepentimiento.  Él le decía al pueblo que creyera en el que venía después de él, es decir, en Jesús.  Al oír esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.  Cuando Pablo les impuso las manos, el Espíritu Santo vino sobre ellos y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar.  Eran en total unos doce hombres.


Al pedir perdón por nuestros pecados y pedir que Cristo sea nuestro Señor y Salvador, recibimos al Espíritu Santo y nuestro cuerpo se vuelve su templo (1a Corintios 6).  El Espíritu Santo tiene un papel importantísimo en nuestras vidas.  Es a través de Él por quien tenemos esperanza (Romanos 15:13), es el sello de nuestra reconciliación con Dios Padre (Efesios 4:30), nos regenera y renueva (Tito 3:5), entre muchas otras cosas.    Vemos también, que al momento de recibir al Espíritu, los discípulos comienzan a hablar en lenguas y a profetizar.  Es muy importante que comprendamos lo que estaba pasando en ese momento.  Primero, el hablar en lenguas no significa que, de un momento a otro comenzaron a decir palabrerías o frases sin sentido.  Cuando el Espíritu Santo daba el don de lenguas a un discípulo, significa que esa persona, supongamos que hablaba español y no había sido instruida en hablar otro idioma, ahora tenía la capacidad de hablar en japonés y ruso.  Tristemente, hoy en día he visto cantidad de personas que tratan de llamar la atención y sobre todo generan muchos ingresos, por presentar personas que supuestamente reciben este don.  Lo único que hacen es tirarse al suelo y comenzar a decir palabras y gritos sin sentido.  Estos no son los resultados que vemos en la Biblia.  Estos no son frutos del Espíritu.  Esto se llama fraude y debemos estar atentos.  Siempre debemos acudir a las escrituras y confirmar que lo que se predica y hace esté en línea con las mismas.
Otro aspecto importante es el don de profetizar.  Esta palabra, en este contexto, se utilizaba para decir que enseñaban a los demás.  No quiere decir que anunciaban lo que vendría en el futuro.  De hecho, la biblia es bastante específica con respecto a eventos futuros.  Por esta razón, insisto, debemos tener mucho cuidado con lo que se predica y anuncia.  No todo lo que tiene el nombre de Dios realmente proviene de Él.  Muchas personas buscan tomar ventaja de la ignorancia y necesidad para su propio beneficio.  Hace unos meses veía un programa de televisión en el cual, una señora mezclaba la brujería con las bendiciones de Dios.  La apoyaba otro señor, el cual, trataba de utilizar algunos versículos para complementar lo que decían.  ¡Era increíble!  La gente llamaba y llamaba para pedir consejo pensando que estarían acercándose a Dios mientras lo único que hacían era caminar en sentido opuesto.  Seamos cautelosos y cuidémonos entre hermanos pues tenemos a un enemigo que anda como león rugiente queriendo devorar nuestra fe.
Oración
Señor: te pido perdón por mis pecados. Te pido que vengas a mi vida y me permitas tener esperanza, renovarme y regenerarme.  Te pido que pueda ser sabio y pueda discernir entre aquellos que utilizan tu nombre para su beneficio de los que realmente buscan tu gloria.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

14 feb 2012

Hechos 18:27-28


Como Apolos quería pasar a Acaya, los hermanos lo animaron y les escribieron a los discípulos de allá para que lo recibieran.  Cuando llegó, ayudó mucho a quienes por la gracia habían creído.  Porque refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús es el Mesías.


Hay una frase muy conocida que dice: por sus frutos los conoceréis.  ¿Te suena familiar?  Jesús lo dijo para que nos cuidáramos de los falsos profetas.  Nos advierte que habrá personas que hablen maravillas y sean muy convincentes, pero nuestro deber es ser cautelosos y analizar sus acciones.  De hecho, en unos versos más adelante, Jesús nos dice (Mateo 7) que no todo el que le diga Señor, Señor entrará en el reino.  ¿Qué dicen tus actos de ti?  ¿Qué tipo de fruto tienes?  Hoy vemos que Apolos decide ir a Acaya para seguir compartiendo las nuevas de Cristo.  Firmemente utilizaba su conocimiento para exponer la verdad del Mesías.  Sin temor y vigorosamente hablaba a los judíos y utilizaba cada profecía que fue cumplida en Jesús.  Esos son frutos.  Eso habla de los tesoros que había en el corazón de Apolos.  Cristo era su tesoro.  Cristo era su alimento y la gloria a Él eran sus frutos.
Nosotros debemos ser responsables y analizar nuestras acciones.  ¿Qué hacemos para el reino de Dios?  ¿Qué hacemos como esposos?  ¿Qué hacemos como padres?  ¿Qué hacemos en nuestros trabajos?  En general, ¿qué hacemos con lo que Dios nos da hoy?  El Señor nos ha llenado de bendiciones.  Cada día debemos ponerlas a trabajar a su servicio.  Si recuerdas la parábola de los talentos (Mateo 25), al final se piden cuentas sobre lo hecho con ellos y se felicita al que los duplicó mientras se regaña al que no hizo nada con ellos.  Apolos lo entendió.  Pudo comprender que después de haber recibido la gracia y misericordia de Dios al ser perdonado y reconciliado, decide compartir a todas las personas ese mensaje tan increíble que había cambiado su vida.  Hoy quiero animarte a hacer lo mismo.  Actualmente (gracias al Señor) hay una lista bastante numerosa de personas que reciben este mensaje por correo electrónico o lo leen a través del blog.  Si cada uno de nosotros decide compartir este mensaje a una sola persona, duplicamos en un instante el alcance que tiene hoy este ministerio.  Yo te animo a que personalmente compartas siempre tus experiencias con Dios.  A que siempre des testimonio de lo que el Señor ha mostrado en tu vida.  Por ello, hoy también te animo a que mandes este mensaje y los que siguen, a un conocido tuyo.  Alguien por quien has orado.  Alguien que sabes que tiene necesidad de Cristo.  Has un compromiso y reenvía estos mensajes a aquellos que necesitan escuchar palabras de aliento.  Aquellos que necesitan consuelo.  A aquellos que necesitan reconciliarse con el Señor.  Apolos fue a Acaya para compartir a Cristo.  Se dedicó a hablar a los judíos y exponer lo que era evidente.  No se guardó para sí esa revelación ni esa bendición sino que la exhibió y la compartió.  Hagamos lo mismo hoy.  Utiliza esta herramienta para que más personas conozcan de Cristo.  Utiliza esta herramienta para que las bendiciones lleguen a más personas.  Utiliza esta herramienta para servir al Señor y dar fruto anunciando a los demás que crees en Él y que quieres obedecerlo.
Oración
Padre: quiero reconciliarme contigo y por ello te pido perdón por mis pecados.  Hoy entiendo que mis frutos han sido resultado de una vida egocéntrica y egoísta.  Te pido que pueda ser transformado y aprenda a vivir compartiendo tus bendiciones y duplicándolas para que lleguen a más y más personas.  Me entrego a Ti mi Dios.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén.  

13 feb 2012

Hechos 18:24-26


Por aquel entonces llegó a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría.  Era un hombre ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras.  Había sido instruido en el camino del Señor y con gran fervor hablaba y enseñaba con la mayor exactitud acerca de Jesús, aunque conocía sólo el bautismo de Juan.  Comenzó a hablar valientemente en la sinagoga.  Al oírlo Priscila y Aquila, lo tomaron a su cargo y le explicaron con mayor precisión el camino de Dios.


¿Recuerdas cómo Aquila y Priscila acompañaron a Pablo y cómo le permitieron que trabajara con ellos?  ¿Recuerdas cómo estudiamos que cada uno de nosotros cumple con un papel único en el cuerpo del Señor sin importar que sea arriba del escenario o tras bambalinas?  Nuevamente esta pareja entregada al Señor aparece para aportar un granito de arena que tiene un impacto como ola de mar.  Estaban en el lugar correcto y en el momento correcto para poder dirigir a Apolos.  Nos dice el versículo que lo tomaron a su cargo para declararle con más detalle el evangelio.  Esto quiere decir que no fue una simple intervención sino que le dedicaron de su tiempo y esfuerzo.  Lo voy a decir otra vez por si no lo entendiste: le dedicaron de su tiempo y de su esfuerzo.  Este fin de semana decidimos traer a la casa un perro que encontramos en la calle y había sido atropellado.  Personalmente no estaba muy convencido de hacerlo.  De hecho, espero que le podamos encontrar un hogar.  Sin embargo, he estado orando para que el Señor muestre el destino de este animalito.  Te platico esto, porque el haberlo traído resultó en menos tiempo para mí el fin de semana y más tiempo para él.  En lugar de dormir un poco más, había que sacarlo a caminar.  En lugar de pasar un tiempo viendo una película, había que llevarlo al baño y peor aún , limpiar sus excrementos.  Me encantan los animales, no lo tomes a mal.  Lo que quiero hacerte reflexionar es en lo poco dispuestos que podemos estar para entregar de nuestro tiempo, dinero y esfuerzo.  Por esta razón hice énfasis en lo que Priscila y Aquila hicieron: tomar a su cargo a Apolos.  ¿Qué estás haciendo tú?  ¿Solamente escuchas de Dios?  ¿En qué estás participando en la obra de Dios?  Entregar nuestra vida al Señor significa quitar tiempo para nosotros y acomodarlo para Cristo.  No es algo que se diga y listo.  Conlleva acción.
El ejemplo de Apolos es excelente para este tema.  A penas aceptó a Jesús y comenzó a compartirlo por todos lados.  ¡Manos a la obra!  No se limitó ni titubeó sino que fue a las sinagogas y anunciaba el evangelio.  No pensó para sí mismo sino que entendió que Jesús debía compartirse.  Entregó de su tiempo y de su esfuerzo y salió a anunciar lo que le había sido revelado.
Nosotros debemos actuar de la misma manera.  Debemos tomar acción y dejar la pasividad.  Si tienes una idea sobre cómo servir a Dios, ponla en oración y ¡llévala a cabo!  Si has encontrado una necesidad, toma acción y cúbrela.  El trabajar para Cristo es simplemente lo mejor que podemos hacer.  Nos llena de gozo y satisfacción además de darle sentido a nuestra vida. 
Oración
Padre: hoy entiendo que debo dejar de pensar en mí y pensar más en Ti.  Debo tener más acción y menos pasividad.  Te pido que mi vida sea transformada y sea de servicio a Ti.  En el nombre de Jesús.  Amén 

10 feb 2012

Hechos 18:23


Después de pasar algún tiempo allí, Pablo se fue a visitar una por una las congregaciones de Galacia y Frigia, animando a todos los discípulos.


¿En dónde está Pablo ahora?  Nos dicen los versículos anteriores que desembarcó en Cesarea, subió a Jerusalén y luego bajó a Antioquía.  Es en este lugar donde Pedro había sido enviado a la cárcel porque al rey Herodes le pareció bien agradar a los judíos con este acto.  A pesar de esto, la iglesia en Antioquía seguía creciendo y fortaleciéndose a tal grado que Pablo constantemente tiene contacto con ellos o los visita en persona.  Donde menos imaginamos que la palabra de Dios puede tener fruto, el Señor se encarga de recordarnos que las cosas se dan por Su poder y no el nuestro.  Por este tipo de situaciones entiendo cuando la biblia dice: donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.
Por otro lado, hay algo que me sorprende en sobremanera.  Nos dice el versículo que después de bajar a Antioquía, iba por Galacia y Frigia animando a los discípulos.  ¿Por qué me sorprende?  Porque Pablo era humano como tú y como yo.  ¿Qué no se cansaba?  ¿Acaso no tenía días en lo que se deprimía?  ¿No tenía noches donde dudara de lo que el Señor estaba haciendo con su vida?  En estos capítulos que hemos estudiado su vida, vemos que no ha parado de ir de un lugar a otro y que en ocasiones su vida estuvo en peligro.  El Señor se encargó de mostrarle que nadie le haría daño y que Él quería que siguiera predicando.  ¡Qué personaje es Pablo!  Una verdadera máquina de predicación.  Un ejemplo extraordinario de entrega y pasión por Cristo.  Muriendo cada día a sí mismo para que el mensaje llegara a más y más personas.  Mientras tanto, ¿qué hacemos nosotros?  ¿Qué le damos a nuestro Dios?  ¿Lo que nos queda del domingo?  ¿Una oración por aquí y por allá?  Esto no está bien.  No podemos tener un crecimiento espiritual si no tenemos alimento espiritual.  ¿Lo entendiste?  Te lo repito: tu vida espiritual no podrá crecer si no le das alimento espiritual.  Éste solamente llega teniendo comunión con Dios.  ¿Por qué Pablo pudo animar a los demás a pesar de todo el trabajo que viene realizando y todo lo que le ha acontecido?  Porque el Señor se encargaba de llenar sus ánimos para seguir adelante.  Estoy seguro que Pablo recibe la visión de Dios anunciando que nadie le haría daño porque él estaba teniendo miedo y dudas.  No lo culpo.  ¿Quién no hubiera sentido lo mismo?  
Hoy te animo a que abras tu corazón al Señor.  Deja que lo examine.  Deja que te muestre todo lo que puedes hacer y de lo que te has perdido.  Te animo a que tu vida sea llena de fruto espiritual.  Que puedas ser una persona que da ánimo a los demás a pesar de que estás atravesando situaciones difíciles y te encuentras cansado.  Te animo a que aprendamos a morir cada día a nosotros y vivir para Cristo.  Yo quiero ser de los que llevan bendición a los demás.  De los que permiten que las bendiciones del Señor no se estanquen sino fluyan a los que te rodean.  ¿Estás cansado?  ¿Necesitas ánimos?  Pídelo a Dios.  Llénate de su paz, amor, gracia, consuelo y luego sal a la calle para compartir lo que el Señor ha puesto en tu vida.
Oración
Padre: perdona que te dedique tan poco tiempo.  Hoy aprendí que necesito alimentarme espiritualmente para crecer espiritualmente.  Te pido que pueda ser de ánimo para los demás y que tus bendiciones las lleve a los que me rodean.  Guíame Señor en tu camino.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

9 feb 2012

Hechos 18:19-22


Al llegar a Éfeso, Pablo se separó de sus acompañantes y entró en la sinagoga, donde se puso a discutir con los judíos.  Estos le pidieron que se quedara más tiempo con ellos.  Él no accedió, pero al despedirse les prometió: ya volveré, si Dios quiere.  Y zarpó de Éfeso.  Cuando desembarcó en Cesarea, subió a Jerusalén a saludar a la iglesia y luego bajó a Antioquía.


¡Cuánto trabajo cuesta entender las palabras: si Dios quiere!  Seamos honestos.  Muchas veces lo decimos porque sabemos que Dios tiene la última palabra pero prácticamente damos por hecho que se hará conforme a lo que planeamos.  Muchas personas utilizan estas palabras como muletilla o forma de estar “bien” con Dios.  Realmente no entienden la dimensión de lo que están diciendo pero lo utilizan constantemente.  ¿Cómo aprender a vivir a través de estas palabras?  ¿Cómo poder decirlas con el verdadero sentido y valor?  Pienso que la respuesta está cien por ciento relacionada con nuestro compromiso espiritual.  Cuando examinamos la vida de Pablo, podemos ver cómo poco a poco su vida se fue transformando y su dependencia al Señor fue en aumento.  ¿Qué experiencias tuvo?  Personas en su contra.  Viajar de una ciudad a otra.  Sufrir golpizas.  Estar en la cárcel por injusticias.  Pero por otro lado, también experimentó el amor, consuelo y misericordia del Señor.  Cada suceso le permitía conocer más del Dios que anunciaba y su comunión con Él crecía.  Si lo piensas, en diferente escala, nosotros también atravesamos por situaciones similares.  Estoy seguro que todos hemos vivido injusticias.  Hemos cambiado de trabajos.  Seguramente te has mudado de una ciudad o zona a otra.  Has tenido personas que buscan hacerte daño.  En fin, basta con recordar todo lo que has vivido para llenar esta hoja de ejemplos.  Pero, por otro lado, sabes también que así como atravesaste vientos en contra, pudiste experimentar la brisa deliciosa del Señor dándote paz y ánimo.  Conforme más nos comprometemos con el Señor, más nos damos cuenta de cuánto lo necesitamos y cuán poco nos necesita.  Conforme crece nuestra comunión con Dios, nos damos cuenta que nadie nos garantiza terminar el día o levantarnos la mañana siguiente.  Entendemos que hoy, el Señor nos permite comenzar un nuevo día y que debemos utilizarlo para su obra, su gloria y su reino.  Entendemos que mañana no depende de nosotros sino de Él.  A veces nos preocupamos tanto por lo que atravesamos que nos olvidamos que el Señor decidirá de manera soberana.
Hoy quiero invitarte a analizar tu vida y a reconocer que de no ser por la voluntad de Dios, hoy no estarías aquí leyendo esto.  Te invito a que en tus planes y oraciones, las palabras: Si Dios lo permite, tengan el significado y valor correcto.  Te animo a que realmente aprendas a depender del Señor y a entregarle día a día tu vida.  Cuando empieces tu día, reconoce que si Dios lo permite, llegarás al final de él.  Pablo les dijo que dependía del Señor el que regresara a visitarlos, no de sus ganas ni esfuerzos por regresar sino de la voluntad del Todopoderoso.  Aprendamos a vivir reconociendo al Señor de la misma manera.
Oración
Padre: te pido porque pueda reconocer tu grandeza y soberanía y que no pasa un día sin tu control.  Quiero vivir diciendo Si es tu voluntad, haré esto o aquello.  Te pido aprenda a depender de Ti y a vivir conforme estas palabras.  En Cristo Jesús.  Amén.

8 feb 2012

Hechos 18:18


Pablo permaneció todavía en Corinto algún tiempo.  Después se despidió de los hermanos y emprendió el viaje rumbo a Siria, acompañado de Priscila y Aquila.  En Cencrea, antes de embarcarse, se hizo rapar la cabeza a causa de un voto que había hecho.  


En la carta a los corintios, Pablo nos explica la diversidad de dones y cómo cada uno de ellos complementa perfectamente el cuerpo de la iglesia.  Distintos miembros con distintas funciones, forman algo perfecto que se mueve y tiene forma.  Cuando una de esas partes deja de cumplir con su labor, todo el cuerpo se ve afectado.  No importa cuán grande o pequeño sea lo que no está funcionando.  Un dolor en el dedo más pequeño del pie nos deja sin poder caminar y debemos permanecer sentados.  De igual forma pasa con la iglesia del Señor.  Cada uno de nosotros tenemos un propósito específico.  El problema radica cuando comenzamos a pensar que somos más importantes o que somos inferiores.
Lo que vemos con Aquila y su esposa me parece un gran ejemplo de esto.  Si hacemos memoria, ellos se conocieron cuando Pablo llega a Corinto.  Él trabajaba haciendo tiendas y Pablo ayudó para solventar sus gastos mientras predicaba.  Hicieron tan buen equipo que cuando Pablo decide que es tiempo de continuar con sus viajes misioneros, sale de Corinto rumbo a Siria acompañado de Aquila y su esposa.  
Eran personas que hacían tiendas.  No eran grandes predicadores.  No realizaban milagros con sus manos.  Tampoco hablaban en distintos idiomas.  Lo único que sabemos es que se encontraron en Corinto, trabajaron juntos y ahora realizarían un viaje juntos.  ¿Tienes idea de lo valioso que eres para la iglesia?  ¿Sabes que eres vital para el funcionamiento correcto del cuerpo?  No necesitas pararte frente a la gente y predicar la palabra para ser importante.  Recuerda que cada uno de nosotros cumple propósitos distintos.  Hay personas que son excelentes para una cosa y terribles para otra.  A veces, simplemente con acompañar y ser parte del trabajo, estás siendo de gran ayuda.  Así lo fueron Aquila y Priscila para Pablo.  Solamente estaban con él.  No los vemos predicando a las multitudes.  Lo que sí sabemos por pasajes futuros es que en su casa formaron una iglesia (1Cor 16:19).
La iglesia, el cuerpo de Dios, no tiene una estructura como la ves en las empresas o en cualquier organización que puedas ver a tu alrededor.  Cristo nos dejó el ejemplo lavando los pies a sus discípulos.  No hay uno solo que sea el más importante o el jefe.  Todos somos servidores del Señor y solamente a Él debemos alabar.  Todos somos parte de Su obra y Sus planes.  No debemos confundirnos y pensar que hay personas más importantes que otras en la iglesia.  Si crees que eres más, dobla tu corazón y humíllate ante el Señor.  Si crees que tu asistencia pasa desapercibida, ora al Señor y pide que te muestre cómo servirlo y la importancia de ejercitar tus dones.
Te animo a que te involucres en el cuerpo de Dios.  Te animo a que no catalogues como importante o poco importante cualquier labor.  Debemos servir y ser parte de un cuerpo dependiendo los unos de los otros para servir al Señor.
Oración
Padre: gracias por enseñarme que mi vida tiene un propósito y que es importante.  Te pido que pueda aprender a explotar los dones que me has dado y pueda ponerlos a tu servicio.  Hoy entiendo que debo involucrarme más en tu iglesia para servirte.  Gracias por tu amor y misericordia.  En el nombre de Jesús oro a Ti.  Amén 

2 feb 2012

Hechos 18:12-16


Mientras Galión era gobernador de Acaya, los judíos a una atacaron a Pablo y lo condujeron al tribunal.  Este hombre, denunciaron ellos, anda persuadiendo a la gente a adorar a Dios de una manera que va en contra de nuestra ley.  Pablo ya iba a hablar cuando Galión les dijo: si ustedes los judíos estuvieran entablando una demanda sobre algún delito o algún crimen grave, sería razonable que los escuchara.  Pero como se trata de cuestiones de palabras, de nombres y de su propia ley, arréglense entre ustedes.  No quiero ser juez de tales cosas.  Así que mandó que los expulsaran del tribunal.  Entonces se abalanzaron todos sobre Sóstenes, el jefe de la sinagoga y lo golpearon delante del tribunal.  Pero Galión no le dio importancia al asunto.


¿Qué tan dispuestos estamos a sufrir por nuestra comunión con Dios?  ¿Qué nivel de entrega tienes?  ¿Te gusta conocer de Dios pero no meterte en problemas por ello?  No pienses que te hago estas preguntas porque yo estoy dispuesto a todo.  Al contrario, realmente me pregunto qué haría si me encontrara en una situación como la que vemos hoy.  Sóstenes, sin deberla ni temerla recibe una golpiza.  Y para agravar más la situación, ¡se encontraba frente a la autoridad que podía impedir lo que estaba pasando y decide no hacer nada!  Imagina lo impotente que te sentirías.  Si no hay nadie que pueda defenderme ¿qué puedo hacer?  Es sumamente difícil tomar una postura firme sin entender el miedo que surge de situaciones como esta.  Lo que sí podemos hacer es prepararnos para situaciones así.  Si la biblia nos da estos ejemplos, es porque algunos de nosotros podemos vernos en situaciones similares.  Hay países hoy en día que persiguen ferozmente a los seguidores de Cristo.  Tenemos personas siendo forzadas a convertirse a otra religión y a rechazar a Jesús.  Pareciera imposible tener estas situaciones en esta época pero tristemente es así.  Por otro lado, es probable que nunca te suceda algo similar.  Esto no quiere decir que no debas poner atención al nivel de entrega que tienes para con el Señor.  Me parece importante cuestionarse constantemente hasta dónde estaríamos dispuestos a ir por nuestro Dios.  ¿Dejaríamos nuestro trabajo nada más o también nuestra salud?  ¿Podríamos realmente morir a nosotros y dejar que Dios reine plenamente?  Piensa en esto: Sóstenes no fue el mismo después de lo que vivió.  Realmente tuvo que aprender a depender del Señor al cien por ciento.  Entendió en ese momento que en un solo instante, su vida podía terminar.  Esto es algo que nosotros olvidamos constantemente.  Necesitamos accidentes, enfermedades y fallecimientos para recordarnos que, como dice Santiago, somos como neblina que en un momento se desvanece.  Así de efímera es nuestra vida.
Hoy quiero animarte a que leas nuevamente el pasaje y medites sobre tu vida y tu comunión con Dios.  ¿Cuántas cosas no entregas a Dios?  ¿Qué te detiene de entregarle el trono de tu vida?  ¿Qué necesitas que pase para cambiar?
Oración
Señor: te pido perdones mis pecados y mi falta de entrega.  Hoy aprendí que debo depender por completo de Ti y que mi vida te pertenece.  Ayúdame a vivir para Ti y dedicar cada día a tu servicio.  Ayúdame a atravesar los vientos en contra y no permitas que me separe de Ti.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

1 feb 2012

Hechos 18:7-11


Entonces Pablo salió de la sinagoga y se fue a la casa de un tal Ticio Justo, que adoraba a Dios y que vivía al lado de la sinagoga.  Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia.  También creyeron y fueron bautizados muchos de los corintios que oyeron a Pablo.  Una noche el Señor le dijo a Pablo en una visión: “No tengas miedo; sigue hablando y no te calles pues estoy contigo.  Aunque te ataquen, no voy a dejar que nadie te haga daño porque tengo mucha gente en esta ciudad.”  Así que Pablo se quedó allí un año y medio, enseñando entre el pueblo la palabra de Dios.


El trabajo de Pablo era predicar el evangelio.  De cierta manera, él podía ir midiendo sus resultados y efectividad conforme más gente fuera creyendo en Jesús.  Imagina por un momento estar en sus zapatos.  Compartimos a Cristo.  Vamos de una ciudad a otra.  Llegamos a Corinto, comenzamos a predicar nuevamente y no solo nos frenan sino que también nos insultan.  Definitivamente no fue nuestro mejor día.  Vemos toda la oposición que existe hacia nuestro objetivo y nos dormimos esa noche cansados y probablemente tristes de lo que aconteció.  ¿No te suena familiar esta historia?  Te levantas un día y simplemente te encontraste con vientos en contra.  Ese día las cosas no salieron bien.  De hecho, parece que todo salió mal.  No pasó lo que esperabas.  Tus ventas fueron peores.  Comenzaron a despedir a más gente.  La enfermedad empeoró.  Tu problema se agravó.  Tal vez incluso así te fuiste a dormir el día de ayer.  Sin ánimo.  Sin consuelo.  Triste.  Cuando esto sucede, tenemos dos opciones: tratar de ser optimistas y seguir adelante o tirar la toalla y pedir a Dios por fuerzas para caminar.  Si somos honestos, aceptaríamos que la primera opción nos termina llevando, tarde o temprano, al mismo punto de cansancio, tristeza y desesperación.  Por esto te animo a que consideremos la segunda.  Cuando optamos por tirar la toalla y entregarnos a la voluntad del Señor nos pasa como a Pablo.  Una noche, sin saberlo, recibe ánimos y consuelo de Dios a través de una visión: sigue hablando y no calles porque yo estoy contigo.  ¡Que maravilla!  ¡Se me olvidaba que el Señor está de mi lado y Él es quien pelea las batallas!  Toda esa carga que tenías sobre ti es liberada al escuchar estas palabras.  Sigue adelante te dice Dios.  No tengas miedo.  ¡Qué increíble es escuchar estas palabras!  No es un consuelo absurdo ni optimista.  Es el Creador Todopoderoso que nos recuerda que Él está al mando y que tiene un cuidado especial por nosotros pues nos ama.  Ahora, es importante notar que también dice: aunque te insulten, sigue adelante.  Tal vez sufriremos alguno que otro “raspón” en nuestro día, pero no debe frenarnos.  Debemos seguir adelante confiados en el Señor y dejando que Él haga.  Lo que parecía que no tendría mucho futuro, Jehová se encargó de acomodarlo de tal forma que Pablo se quedó ahí un año y medio.  ¿Puedes ver la diferencia de nuestra perspectiva contra la del Señor?  Seguro Pablo se sintió desanimado.  ¡Es normal!  Acude a Dios en oración para decirle cómo te sientes pero no dejes de seguir adelante pues Él está contigo.
Oración
Señor: Alabado seas. Gracias por renovar mi corazón y darme esperanza nuevamente.  Gracias por traer consuelo y paz cuando la necesito.  Yo te pido que no quite mi mirada de tu reino y pueda vivir en servicio a Ti.  Guíame en tu voluntad y no permitas que lo que sucede a mi alrededor me desanime o frene sino que pueda vivir confiado en tus planes.  Te lo pido en el nombre de Cristo.  Amén