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28 sept 2011

Hechos 14:19-20


En eso llegaron de Antioquía y de Iconio unos judíos que hicieron cambiar de parecer a la multitud.  Apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, creyendo que estaba muerto.  Pero cuando lo rodearon los discípulos, él se levantó y volvió a entrar en la ciudad.  Al día siguiente, partió para Derbe en compañía de Bernabé.



Y yo me quejo de lo que me pasa día a día…  Definitivamente no sabemos lo que tenemos hasta que lo hemos perdido.  ¡Qué fácil es olvidarnos que abrimos los ojos por la misericordia de Dios!  Es necesario que aprendamos a vivir agradecidos sin tener que llegar a estos extremos.  Personalmente se me facilita envolverme en mi trabajo y mi “éxito” laboral y concentrarme más en las metas profesionales que en las espirituales.  Escribí éxito entre comillas porque cada vez me surgen más y más dudas con respecto a lo que significa tener éxito o ser exitoso pero eso lo hablaremos en otra ocasión.
Pablo estaba predicando.  Trataba de convencer junto con Bernabé a los licaónicos que no eran dioses sino humanos como ellos.  No buscaba la gloria para él sino para el Señor.  Un día, aquellos que lo habían perseguido en Antioquía e Iconio vuelven a aparecer en la escena y continúan alborotando al pueblo en su contra.  Lo apedrean y dejan de hacerlo porque pensaron que estaba muerto.  ¿Qué podemos pensar de todo esto?  ¿El que hace bien recibe una golpiza?  ¿Los malos siempre ganan?  Honestamente, a veces parece que así funciona.  Aquellos que se aprovechan, que tranzan, que mienten, que engañan salen adelante y el indefenso queda a la deriva.  Déjame decirte algo, el que sigue a Cristo no es el pequeño e indefenso sino al contrario, somos victoriosos en Él.  Hemos recibido corona de justicia e incorruptible (1Cor 9:25, 2Tim 4:8).  Tenemos el derecho de ser llamados sus hijos, linaje y pueblo escogido.  Si Él es con nosotros ¿quién contra nosotros?  ¿Lo puedes ver?  Si nos dejamos llevar por lo que vemos y escuchamos, por todo aquello a lo que estamos acostumbrados, fácilmente nos perdemos.  Pero cuando acudimos a la palabra de Dios y ponemos atención al cuidado tan especial que tiene de nosotros nos regocijamos y alabamos al Señor.      Ahí está Pablo.  Tirado.  Casi muerto.  Con momentos como éste, pienso en Juan 3:30 cuando dice que es necesario que Dios crezca y nosotros disminuyamos (mengüemos).  ¡Definitivamente Pablo no estaba creciendo con todo lo que le estaba pasando!  Cuando atravesamos situaciones difíciles, que parecen imposibles, Dios está acabando con nuestro orgullo y preparando el terreno para poder comenzar a construir.  No podemos renovar nuestro corazón y pensamientos partiendo de lo que hemos aprendido y guardado.  Debemos comenzar de cero.  Todas esas mañas que has ido desarrollando, todo ese “colmillo” que presumes, a Dios le estorba y es necesario removerlo.

Oración
Señor: gracias por enseñarme que para ser renovado, debes remover todo aquello de mi vida que te estorba.  Entiendo que mi orgullo es uno de los principales estorbos y te pido que me enseñes a ser humilde y agradecido dejándote la gloria siempre a Ti.  Perdona que cuestione lo que me sucede y me queje tanto.  Quiero vivir dándote gracias sin importar mi situación.  En Cristo Jesús.  Amén 

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