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27 sept 2011

Hechos 14:16-18


En las edades pasadas Él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.  Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio. 



Increíble pero cierto.  Simplemente no escucharon sus explicaciones y continuaron con los sacrificios.  ¿Por qué?  ¿Por qué no escucharon?  ¿Qué no fueron claros rasgando sus vestiduras y anunciando que eran hombres como ellos?  Visto desde nuestra perspectiva, definitivamente fue claro.  Para ellos no fue tan fácil discernirlo.  Esto pasa constantemente en nuestro tiempo con la palabra de Dios.  Anunciamos el evangelio.  Traemos palabra de bendición y esperanza.  Hablamos de la oportunidad que Dios nos da de nacer nuevamente y poder ser llamados sus hijos.  A pesar de todo esto, personas deciden seguir su propio camino.  “Así estoy bien”.  “No necesito de un dios que me diga qué hacer”.  “Creo en un ser supremo pero distinto”.  “No necesito pedir perdón”.
Personalmente he compartido a Cristo con personas que sé que están atravesando momentos difíciles y que si pudieran ver la escena como nosotros vemos a los licaónicos y los discípulos, se darían cuenta que decidir por Jesús sería lo mejor.  Tristemente, están tan inmiscuidos en sus asuntos y su corazón se ha vuelto tan egocéntrico, que no comprenden lo que se les está ofreciendo.  “No quiero cambiar de religión”  “No me vas a convertir”.  ¿Quién habló de religiones o conversiones?  Lo que una persona que sirve a Dios ofrece es el poder reconciliarse con Dios Padre y tener comunión con Él a través de su palabra.  Y parafraseando el versículo 18, y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud siguiera su camino…  Ahora, también debemos recordar que la palabra de Dios nunca regresa vacía.  Una semilla fue plantada en esas personas y nuestro Señor se encargará de hacer el resto.
Por otro lado, hay una lección para nosotros.  No debemos dejar de compartir a Cristo porque pensamos que tal o cual persona no nos hará caso.  El Señor nos pidió que fuéramos e hiciéramos discípulos enseñándoles a obedecer lo que Él nos ha mandado.  Si dices que crees en Dios y que lo amas entonces el obedecer debe ser parte de tu vida diaria.  Porque aquél que no obedece no ama al Señor nos dice la biblia.  Tiene sentido.  ¿Cómo decir que sigo a Cristo si realmente no actúo como él?
Anunciemos a Cristo.  Compartamos lo que ha hecho en nuestra vida.  Llevemos esperanza a la gente.  Dejemos que sus bendiciones no se estanquen en nosotros sino que lleguen a todos aquellos que nos rodean.  Hagámoslo sin estar esperando ver el resultado inmediato sino por el gozo que es trabajar para el Señor.

Oración
Señor: no quiero seguir mi camino dándote la espalda y habiendo escuchado que quieres reconciliarme contigo.  Te pido perdón.  Límpiame.  Renueva mi vida y mis pensamientos.  Te pido que pueda vivir en obediencia y que mi vida lleve bendición a los que me rodean.  Ayúdame a pensar menos en mí y más en Ti.  Te lo pido en el nombre de Cristo.  Amén 

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