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28 oct 2010

Hechos 3:24-26

En efecto, a partir de Samuel todos los profetas han anunciado estos días. Ustedes pues, son herederos de los profetas y del pacto que Dios estableció con nuestros antepasados al decirle a Abraham: por medio de tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos del mundo. Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades.



Jesús no se apareció en el mundo de un día para otro. De la misma manera que los israelitas no salieron de la esclavitud de Egipto de la noche a la mañana ni David fue rey en un instante. Todo está bajo pleno control de Dios. Él establece los tiempos y las formas. Él nos anuncia cómo se desarrollarán las cosas. Nos advierte de los peligros que encontramos todos los días y nos guía para no perdernos. Por otro lado, Cristo no fue un gran hombre. Es Dios mismo hecho hombre. Nació de una virgen y llevó una vida perfecta. Fue crucificado siendo inocente muriendo por nosotros los culpables. Dios lo planeó. En repetidas ocasiones vemos a Jesús orando por lo que habría de acontecerle. Dios no cambia sus planes de un momento a otro porque salió un imprevisto. Desde nuestros antepasados. Muchos años atrás Dios anunció que vendría un Mesías para reconciliar al mundo con Él. Así fue. En el libro de Génesis vemos a un Dios anunciando el diluvio. Una persona escuchó y obedeció, posteriormente el diluvió tuvo lugar. Dos ciudades con gran movimiento pero apartadas de Dios fueron sentenciadas. Prefirieron su pecado. Dejaron de existir. Todos estos ejemplos son para que abras los ojos y te des cuenta que Dios no solamente controla y sabe lo que acontecerá sino que también cumple con su palabra. Si nos habla de que debemos arrepentirnos de nuestros pecados y que habrá condenación para el que no lo haga, quiere decir que ¡llegará ese momento! Nadie había visto la lluvia antes del diluvio así como ahora nadie ha muerto y regresado para contarnos cómo es y si en verdad hay un juicio, pero si Dios lo dice, yo lo creo. ¿Y tú lo crees?

Pedro les está recordando lo que ya habían aprendido. Sabían que vendría un Mesías. Sabían de Moisés y de la promesa de Abraham pero en lugar de poner atención a las escrituras ellos hicieron su propia imagen de cómo serían las cosas en lugar de abrir los ojos y ver cómo las desarrollaba Dios. Hoy hacemos lo mismo. Escuchamos de Dios, entendemos algunos principios, pero queremos seguir acomodando su palabra conforme nos convenga o simplemente como pensamos que sería mejor. Error. Dios resucitó a su siervo (Jesús) y lo envió a ti y a mí para darnos la bendición de que cada uno de nosotros se convierta de su maldad. ¿Qué vas a decidir?

Oración

Señor: perdóname. Quiero recibir la bendición que es el poder cambiar de dirección y dejar mi pecado atrás siguiendo tu camino a través de Jesús. Perdona que haya acomodado tu palabra a mi conveniencia y mi obediencia haya sido tan escaza. Transforma mi vida, mi corazón y mi mente. Te lo pido en Cristo Jesús

Amén

27 oct 2010

Hechos 3:17-19

Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes y sus dirigentes actuaron así por ignorancia. Pero de este modo Dios cumplió lo que de antemano había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios.

Pedro, después de haber expuesto la verdad sobre quién era Jesús y cómo habían evidenciado el milagro frente a sus ojos, le dice al pueblo de Israel que es necesario cambiar el rumbo que han tomado: arrepiéntanse y vuélvanse a Dios.

Hoy en día caemos en situaciones similares. Hacemos a Jesús a un lado. Pensamos que no lo necesitamos. Que solamente es para aquellos que son ignorantes o los muy religiosos. Terminamos clavando a Jesús en una cruz sin darnos cuenta que quiere tener comunión con nosotros. Nos enfocamos tanto en lo que tenemos que hacer hoy, en los planes que tenemos para mañana y todo lo que nos falta para lograr lo de pasado mañana que obviamente Dios queda en último lugar. Pero tenemos un consuelo. Pensamos que podemos ser buenos. Pensamos que si somos buenos padres, si no robamos, si no le hacemos un mal a nadie, todo está bien. Yo puedo tener una relación con Dios a mí manera. Dejamos de congregarnos porque pensamos que nosotros decidimos mejor y no necesitamos a nadie más. Y así, pasa el tiempo y poco a poco le vamos clavando a Jesús sus brazos al madero y prefiriendo lo que el mundo nos da tal y como el pueblo de Israel prefirió la vida de un asesino sobre la de Jesús. El tomar esta decisión no llega de un día para otro. Es fácil para nosotros pensar en el gran error que cometieron, pero el pecado no es así de claro y fácil de evadir. Poco a poco se permea. Con ideas. Costumbres. Modas y estilos de vida. Pienso en la homosexualidad o las relaciones sexuales premaritales hace cincuenta años. Todo un tabú. Una plática secreta que nadie aceptaba. El día de hoy la televisión nos enseña que es normal tener dos padres del mismo sexo y que la virginidad vale solamente un instante (muy emocionante que recordarás de por vida, pero no vale más). Así es como nos alejamos de Jesús y cada día nos cuesta más trabajo entenderlo hasta que llegamos a un punto en el que nos damos cuenta que le hemos crucificado y hemos preferido seguir nuestro camino…

Pedro le abrió los ojos al pueblo de Israel. Espero que hoy pueda abrir los tuyos. Arrepiéntanse y vuélvanse a Dios. No dijo, sigan siendo buenas personas ni traten de ayudar a su prójimo. Arrepiéntanse y vuélvanse a Dios. Por más que te guste pensar que puedes tener comunión con Dios a tu manera, es un error. Necesitas arrepentirte de tus pecados y volver tu mirada y camino a Él. Si tu orgullo no te deja darte cuenta que es necesario arrepentirte, estarás clavando aún más a Jesús en el madero… No dejes que pase más tiempo. Reconcíliate con Dios y reconoce tus errores.

Oración

Padre: me arrepiento de mis pecados y quiero volver a Ti. Sé que he querido vivir a mi manera y te he hecho a un lado. Entiendo que Jesús vino para reconciliarme contigo y que Tú has establecido las pautas para esa reconciliación. Quiero seguirte y corregir mis pasos. Te entrego mi vida y te pido que me perdones en el nombre de Cristo Jesús

Amén.

26 oct 2010

Hechos 3:13-16

El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y lo rechazaron ante Pilato, aunque éste había decidido soltarlo. Rechazaron al Santo y Justo, y pidieron que se indultara a un asesino. Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos. Por la fe en el nombre de Jesús, él ha restablecido a este hombre (el paralítico) a quienes ustedes ven y conocen. Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo, como les consta a ustedes.


Aquí no se habla ni de política, religión o fútbol. ¿Te suena familiar? Son temas que causan polémica. Muchos se apasionan y terminan enojándose o dejándose de hablar. La verdad es que pensamos diferente porque somos personas distintas con experiencias tan únicas que dos personas en la misma situación la viven de manera incomparable. Tal vez has adaptado el modo de no discusión ni conflicto en tu vida. Mejor cada quien su rollo. Cada quien que piense como quiera y así siempre tendremos una buena amistad… Esto funciona para aquellos que no conocen a Dios, pero si tú has aceptado a Cristo, no puedes seguir pensando así. Tienes una responsabilidad de ir y compartir el evangelio aunque pueda ser causa de conflicto. Recuerda siempre ser amoroso, misericordioso y humilde al hablar de Jesús y nunca debes criticar. Sin embargo, estas actitudes nunca quitarán tus deseos de compartir la palabra tal y como es. Vuelve a leer el pasaje. ¿Te das cuenta de cómo Pedro les dice la verdad de lo que había pasado? Les dijo: ustedes hicieron mal las cosas. Recuerdan muy bien que Pilato dejó ir a Jesús y prefirieron a un asesino que al dador de la vida. Ahora ven a este hombre que no podía caminar y que ha sido sanado por la fe de Jesús y se maravillan y no saben qué hacer. Imagina a Pedro pensando: no puedo decirles esta verdad porque los voy a incomodar. Yo creo que mejor les voy a dar testimonio solamente de que sanamos a este hombre y ya. Seguramente con el gran milagro será suficiente y así todos seguimos llevándola bien. No vaya a ser que se enojen los líderes y tengamos una mala relación con ellos. Al final, nos conviene tenerlos de nuestro lado si queremos seguir compartiendo a Jesús. ¡Así pensamos nosotros! Dejamos la verdad a un lado porque es muy difícil de aceptar. El mismo Jesús nos advirtió que en su nombre se dividirían familias. También nos llamó a estar en paz los unos con los otros y a amar a nuestro prójimo, así que no olvides unos mandamientos por cumplir otros.
Espero que en tu vida ya hayas experimentado la fe de Jesús y las transformaciones milagrosas que puede hacer. Espero que cada día te acerques más a Cristo y puedas ver lo grande que es y entender mejor el por qué sus discípulos hacían lo que hacían y te motiven a hacer lo mismo. Espero que hoy quieras dejar la comodidad atrás y caminar hacia Jesús compartiendo su verdad a pesar de que pueda ser incómoda para muchos sabiendo que es tu responsabilidad anunciar las buenas noticias. Espero que nuestra vida pueda servir de testimonio para todos los que nos rodean pero que no nos quedemos ahí pensando que eso es suficiente sino que compartamos que Jesús es el que la ha transformado y más corazones puedan venir a Sus pies.

Oración
Señor: me sorprende que tu palabra siempre tenga enseñanzas nuevas y corrija mis pasos. Te pido perdón porque no he sido responsable para compartir de Ti y he preferido no incomodar o no tener discusiones. Hoy entiendo que entregaste a tu Hijo por mí para reconciliarnos contigo y ese mensaje debe ser llevado al mundo. Te pido por sabiduría y entrega para hacerlo. En Cristo Jesús
Amén

25 oct 2010

Hechos 3:11-12

Mientras el hombre seguía aferrado a Pedro y a Juan, toda la gente, que no salía de su asombro, corrió hacia ellos al lugar conocido como Pórtico de Salomón. Al ver esto, Pedro les dijo: Pueblo de Israel, ¿por qué nos miran como si, por nuestro propio poder o virtud, hubiéramos hecho caminar a este hombre?



Ejemplos como éste, me ayudan a discernir sobre eventos que pasan hoy en día con congregaciones o principalmente pastores que dicen sanar enfermos al instante o que comienzan a decir palabras sin sentido y lo llaman hablar en lenguas. Si pones atención, te darás cuenta que las personas que lideran estos eventos son el centro de todo lo que está sucediendo. Por el contrario, vemos a Pedro y a Juan rechazando ser la atracción y recibir el asombro y la admiración dirigiéndola directamente a Jesús. Pon atención. No te dejes confundir por escenas que parezcan fuera de realidad. Si Jesús no es el centro de atención y su palabra está escondida bajo una biblia que solamente cargan pero nunca abren y estudian, debes tener cuidado. Jesús no vino para que dejemos de sufrir sino para reconciliarnos con Dios. Si tienes dudas, te recomiendo que pidas consejo y que te expliquen con las escrituras en mano.
¿Por qué nos miran así como si nosotros hubiéramos hecho caminar a este hombre? ¡De cierta manera ellos lo hicieron! Pedro le dijo: levántate. De no haberlo hecho, el hombre seguiría tirado pidiendo limosna. Este es otro gran ejemplo para aquellos que dan gracias a Dios por algunas cosas pero consideran que ellos tienen que ver para todo lo demás. Me explico mejor. Hay quienes piensan que gracias a su audacia, inteligencia, perseverancia u otras aptitudes, han logrado sus objetivos. Error. Si la vida funcionara así, veríamos a Pedro diciendo: bueno, gracias a mi gran fe y entrega pude sanar a este hombre y si ustedes quieren ser así deben seguir estos pasos… en cambio, Pedro nos dice, ¿por qué me miran a mí si yo no he hecho nada? Lo único que hizo fue ser parte de la increíble obra de Dios. No significa que tú no debas trabajar ni quedarte sentado sin hacer nada. Significa reconocer que gracias a Dios y no a ti, las cosas suceden. ¿Alguna vez has podido decir: hoy no me voy a morir u hoy no voy a enfermarme? ¡Por supuesto que no! Tu trabajo y esfuerzo no garantizan un resultado. El resultado lo decide Dios. Lo increíble es que a pesar de nuestra rebeldía y gran orgullo, Él, en su amor, nos sigue bendiciendo.
El pueblo de Israel se asombró del milagro que aconteció frente a ellos. Así vendrán milagros a tu vida que te llenarán de asombro. Tienes dos opciones: dar todo el reconocimiento y la gloria a Dios o pensar que fue gracias al destino o la buena energía, al gran esfuerzo de los doctores, a que tienes un buen abogado o buenos contactos, a tu inteligencia y carisma, etc. ¿Qué vas a decidir?

Oración
Señor: gracias por enseñarme que hay personas que pueden utilizar tu nombre para llenarse de gloria y asombro. Gracias por el ejemplo de Pedro y Juan que nos recuerda que Tú eres quien decide y dirige todo lo que se mueve y que gracias a Ti las cosas suceden. Permite que mi vida esté siempre enfocada a Ti y mi corazón agradecido y reconociendo tu voluntad. En Cristo Jesús te lo pido
Amén

22 oct 2010

Hechos 3:9-10

Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.



Hay pasajes en la biblia que nos cuentan cómo las personas que reconocieron a Jesús inmediatamente dejaron lo que estaban haciendo y le siguieron, le adoraron y le sirvieron. Otros, en cambio, aún reconociéndolo no quisieron dejar atrás su vida y sus cosas para seguirlo. ¿Tú que has decidido? Si bien, como escribí ayer, el Señor trabaja de distintas formas, existen dos muy comunes: las pruebas y las bendiciones. Las pruebas nos ayudan a darnos cuenta de nuestra necesidad de Él. Las bendiciones nos recuerdan su gran amor, misericordia y gracia que tiene con nosotros.
No creo que nuestra forma de reaccionar deba ser igual en cuanto a saltar por todos lados como el cojo que ahora caminaba, pero sí estoy convencido que nuestro compromiso y entrega deben ser iguales. Algunos serán más extrovertidos y otros introvertidos al compartir las buenas noticias, pero su compromiso y entrega deben ser totales al Señor.
¿Cuáles son las consecuencias de expresar a la gente lo que Dios ha hecho en nosotros? Asombro. Espanto.
Imagínate la situación. Las personas estaban en el templo la Hermosa queriendo pasar tiempo con Dios. De repente, rompiendo el silencio y el orden, entra una persona saltando y gritando gloria a Dios. Las miradas están fijas en él. ¿Quién es este tipo? ¿Por qué hace esto? ¿No es el que pide limosna a la entrada porque no puede caminar? ¿Cómo es posible que ahora le veamos brincar? ¡Sí, es el de la entrada! Dentro del milagro que acababan de presenciar, hubo confusión, asombro y espanto nos dice la biblia. ¡Pero si estaban en un templo! ¿No deberían ser más sensibles a lo que Dios hace? Si. La realidad es otra. Pero no seamos tan críticos con ellos y mejor autoanalicemos nuestra vida y pensemos cómo reaccionamos cuando alguien llega a nuestra vida “brincando y gritando gloria a Dios” y rompe con nuestro silencio, nuestra costumbre y nuestro confort.
Algunas personas se espantarán cuando les digas que quieres entregar tu vida a Dios. Es normal. El miedo a lo desconocido no es nada raro. Pero tú no debes desanimarte. Tú sí sabes y conoces lo que estás haciendo y debes estar seguro que estás haciendo lo correcto. Por otro lado, habrá quien se asombre e incluso pueda verte distinto por lo que estás haciendo. ¡Tal vez piensen que ahora que quieres estar más cerca de Dios tú puedas orar con mayor efectividad por ellos! Recuerda esto, ya sea una reacción o la otra que recibas al compartir de Dios, nunca te olvides de que la conversación y el enfoque deben estar siempre hacia Jesús.

Oración
Padre: gracias por ser tan bueno conmigo. Gracias por las pruebas y también por tantas bendiciones. Hoy quiero entregarme a Ti y tomar el compromiso de compartirte a los demás. Guíame para hacerlo de manera correcta. En Cristo Jesús te lo pido.
Amén

21 oct 2010

Hechos 3:7-8

Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando y saltando y alabando a Dios.



Pregunta: ¿Por qué tuvo Pedro que tomarlo de la mano y levantarlo? En otras ocasiones vemos que Jesús les dijo levántate y al instante se levantaron o sanó solamente con decirlo sin siquiera estar junto al enfermo. Tengo dos posibles respuestas.
La primera es que Dios no tiene una sola forma de trabajar con nosotros. Pensamos que ya conocemos cómo Dios se manifiesta y decidimos que seguirá haciéndolo de la misma manera en el futuro. Error. En ocasiones, nos levantaremos al instante que escuchemos las palabras levántate y anda y en otras más necesitaremos que se acerquen y nos levanten. No sé si te ha pasado pero a mí sí. Me gusta analizar el trabajo de Dios y a veces pienso que ya lo he descifrado, claro, con su debida humildad y limitación. Pero con versículos como este, me doy cuenta que Dios no dejará de sorprendernos en sus formas. Un ejemplo muy común es cuando tú te encuentras en una situación sobre la cual has orado constantemente. Con el tiempo, comienza a abrirse una luz que consideras debe ser el camino por el que Dios abrirá y resolverá. Después se apaga y te desanimas. Posteriormente, Dios abre una luz aún mejor y todo toma sentido. ¿Te ha pasado? ¿No es increíble cuando te pasa? Esto es poder experimentar los milagros de Dios de manera individual. Pero recuerda, no siempre va a ser con la misma estructura.
La segunda respuesta va encaminada a la duda que surge en nosotros para creer en la palabra y tomarla como verdad. Pienso que, a pesar de que Pedro le había dicho que podía levantarse, él no creyó que al instante lo podría hacer. Así también nosotros cuestionamos lo que Dios dice. Entendemos que hay promesas pero no las hacemos para nosotros. Sabemos que hay esperanza pero no creemos que sean para nuestro caso en específico. Escuchamos que Cristo trae paz pero no pensamos que se pueda dar al instante. Todo le ponemos un pero y una interrogante. No creemos en la palabra. No le creemos a Dios. Pensamos: sí Dios entiendo, pero necesito ver esto o aquello para creerlo. Sí, lo entiendo pero necesito una ayudadita por acá también. Y así imagino al cojo diciendo, gracias Pedro, pero ahora ayúdame a levantarme porque como así he sido toda mi vida, no podré levantarme yo solo. ¡Error! ¡Cuando Dios dice se cumple! Si dice paz es paz al instante. Si dice perdón es perdón al instante. Si dice levántate es levántate al instante. Pero nos gusta arrastrar nuestro pasado, nuestras cargas y nuestras ideas erróneas como así he sido siempre… Déjalas. Tíralas. Solamente estorban en tu comunión con Dios.
Independientemente de las respuestas, lo importante es que entiendas que Dios quiere levantarte y mostrarte su camino. Quiere que tu vida de fruto y llenarte de bendiciones. Cree. Es real. Es al instante. Es Dios el Creador quien lo promete.

Oración
Padre: perdona mi incredulidad. Perdona que cuestione tanto tu palabra y tus promesas. Hoy quiero vivir obedeciendo y creyendo sin cuestionarte. Quiero levantarme al instante que me lo pidas y caminar por el camino que Tú pongas frente a mí. Te entrego mi pasado. Te entrego mis cargas pues solamente estorban en mi fe. Gracias Señor y te pido esto en el nombre de Jesús
Amén

18 oct 2010

Hechos 3:2-3,5-6

Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Entonces él estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.


El pastor de mi iglesia acaba de regresar de un viaje a Haití. Honestamente no trajo buenas noticias. Ni siquiera se puede decir que hay mucha esperanza. Ese país se encontraba pobre y con mucha necesidad. Después del terremoto podemos decir que les llovió sobre mojado… Queremos ayudar a aquellos que lo necesitan porque acaban de atravesar una tragedia. Mandamos dinero o despenas. Hacemos algunas oraciones y según algunas estadísticas, después de aproximadamente 6 semanas de la tragedia en curso, nos olvidamos de ella.
Así como hoy en día hay quienes quieren ayudar, así vemos en el pasaje que hubo un hombre cojo que fue ayudado para llegar al templo y que pudiera pedir limosna para sobrevivir. Las personas que le ayudaron tenían buenas intensiones. Pensaron que sería una excelente idea el llevarlo todos los días al templo para que la gente se apiadara de él y pudiera recolectar limosnas. Seguro fue una buena idea. El problema es que nuestra prioridad no es ayudar al cojo ni al hambriento. Nuestra prioridad no es dar limosna al que nos pide. Sí, leíste bien. Esta no es nuestra prioridad. Toda nuestra vida debe estar enfocada en dar gloria a Dios y Él nos dice que debemos ir y hacer discípulos en todas las naciones. No ir y acabar con el hambre del mundo ni la enfermedad. Tampoco acabar con las guerras o cambiar regímenes políticos. Ir y hacer discípulos a todas las naciones. Si sigues dudando sobre la prioridad de hacer discípulos antes de alimentarlos, te recuerdo un pasaje de la Biblia que nos dice: ¿de qué sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma? Por qué nos preocupamos tanto porque la gente tenga qué comer, dónde dormir y qué abrigo usar si esa necesidad Dios la cumplirá. Nuestra labor es ir y compartir a ese Dios que quiere reconciliarse con ellos y Él proveerá.
Me gusta el versículo 5 en el que el cojo se queda mirando atentamente y esperando que Pedro y Juan le dieran dinero. Así nosotros nos quedamos mirando a que sucedan las cosas que nosotros esperamos sin darle oportunidad a Dios de mostrarnos sus planes. No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesús, levántate y anda. ¡Qué momento! ¿Qué hubiera sido mejor? ¿Darle limosna o darle la vida eterna al compartirle de Jesús? Él esperaba dinero pero recibió algo que no podemos darle valor. No quiero desanimar a nadie que realice o quiera realizar una actividad de apoyo. Personalmente creo que hacen falta más voluntarios para ayudar a nuestra comunidad. Lo que quiero aclarar con este devocional es que debemos tener muy claras nuestras prioridades. Si bien, es importante amar a nuestro prójimo y dar al necesitado, es más importante traer discípulos a los pies del Señor para que sean reconciliados a través de Jesús.

Oración
Señor: Hoy entiendo que he estado enfocando mi atención a problemas que consideraba de gran importancia dejando atrás tu mandamiento de ir y hacer discípulos en todas las naciones. Hoy quiero corregir mis prioridades y comprometerme a compartir a tu Hijo siempre. Gracias por tus bendiciones y guíame en tu camino. Te lo pido en el nombre de Jesús.
Amén

15 oct 2010

Hechos 2:46-47

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.



La vida es difícil. No tengo que decírtelo. Siempre lo has sabido. Lo has experimentado en varias ocasiones. Claro que hay momentos muy buenos, pero a veces los difíciles hacen que los olvidemos. Para poder llevar una vida de gozo y paz no hay un método mágico y milagroso. No llega con desear tener paz ni con leyes de atracción. Si así fuera, ¿no crees que todos estaríamos felices y en paz a pesar de las circunstancias? Entonces ¿cuál es el camino para poder tener una sonrisa verdadera cuando el viento está en contra?
Y perseverando unánimes cada día en el templo y partiendo el pan en las casas alababan a Dios. Los discípulos perseveraban. Cada día dedicaban tiempo para ir al templo y aprender más de Dios. Pasaban tiempo en oración. Alimentaban su vida espiritual con gran dedicación. La alegría llega cuando cada día tenemos comunión con el Señor. Cuando te encuentras solo. En silencio. Cansado. Triste. Angustiado. Te presentas con un corazón sencillo y golpeado ante Dios y pides perdón. Pides dirección. Pides consuelo. Pides por tener esperanza. Entregas tus cargas y reconoces que ya no quieres ni puedes cargarlas más. En esa misma conversación Dios te contesta a través de su palabra animándote diciendo que no temas ni desmayes pues Él estará siempre contigo. Te recuerda que aún caminando por valles de sombra de muerte no debes temer pues Él estará contigo. Te recuerda que Él se encarga de llevarte a pastos verdes. Te recuerda que desde antes de que estuvieras en el vientre de tu madre te conoció. Te recuerda que sobre ti tiene sus ojos puestos. Te recuerda que Él te guarda. Podría escribir y escribir sobre todas las promesas que el Señor tiene para ti. ¿Te das cuenta de lo que es tener comunión con Él?
Es posible que ya te hayan dicho varias veces que debes leer la biblia y pasar tiempo en oración. Tal vez ya lo has hecho y aún así todo sigue igual. Me parece que el principal error que cometemos cuando buscamos soluciones o entendimiento sobre lo que nos acontece, es que olvidamos quién es quién. Llegamos con Dios como si fuera nuestro amigo. Pensamos que podemos preguntarle y reclamarle. ¿Quiénes somos para cuestionar los planes de Dios? Debemos tener un corazón sencillo para poder “ir al templo”, tener comunión con Él y alabarlo. Humildad. Arrepentimiento. Entrega. Agradecimiento. Así nos debemos presentar ante Dios. Los discípulos perseveraban todos los días en pasar tiempo con el Señor y se gozaban unos con otros por lo que Él hacía en sus vidas. Le alababan y se asombraban de ver cómo cada día se encargaba de añadir a más personas a su iglesia.
Vuelve a leer los versículos. Medítalos. Compáralos con tu actitud hacia Dios…

Oración
Señor: quiero vivir agradecido y con un corazón sencillo. Entiendo que Tú eres Dios y gracias a tu misericordia puedo tener comunión contigo. Hoy vengo a Ti humillado entregándote mis cargas diciéndote que estoy cansado y quiero vivir gozoso a través de tus promesas. Quiero mejorar mi comunión contigo. Guíame. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

13 oct 2010

Hechos 2:44-45

Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes; y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.



El día de ayer, como muchos de ustedes sabrán, rescataron a los mineros que se encontraban atrapados. Por meses permanecieron debajo de la tierra sin poder ir a sus casas a descansar o a tener una buena comida familiar. Tuvieron que compartir todo. Comida. Techo. Tiempo. Si les hubiéramos preguntado un día antes del accidente lo que pensaban acerca de este pasaje sobre compartir todo lo que tenemos probablemente lo hubieran visto como algo muy exagerado. Al siguiente día estaban viviendo de esta forma. No tenían nada que les perteneciera. Todo era de todos. Tenían un propósito en común: sobrevivir. Por eso lo lograron. Por eso pudieron pasar tantos días ahí metidos. Por eso pudieron ponerse de acuerdo y racionar la comida aunque quisieran comer más. Un objetivo en común. Esto es lo que tenía la iglesia de Dios en sus principios y debemos de conservar y promover. Un objetivo común.
No estoy proponiendo que todos salgamos y vendamos lo que tenemos para repartirlo sin ningún orden o plan, aunque a mi parecer, si la Biblia nos dice que vivían con alegría y sencillez de corazón de esta manera, estoy seguro que hoy en día también podríamos vivir así. Sin embargo entiendo que el contexto es distinto y por ello lo que quiero decirte hoy no es que te deshagas de tus bienes sino que te desprendas de ellos. Dos palabras similares pero con consecuencias sumamente distintas. El mundo nos enseña a acumular y cerrar nuestro puño con fuerza para no dejar que nada se escape. El Señor nos enseña a dejar la mano abierta para permitirle que ponga y quite conforme a su voluntad. ¿En dónde estás? ¿Cómo está tu mano? ¿Abierta o cerrada? ¿Te molesta cuando Dios hace cambios en tu vida que no esperabas?
Es fácil encontrar a alguien con necesidad. Solamente debes ser sensible a lo que pasa a tu alrededor. Personas que necesitan ser escuchadas, perdonadas, animadas, sanadas, apoyadas económicamente, etc. Me gusta que los versículos de hoy nos digan cómo vivían los seguidores de Jesús y cómo pudieron ayudarse los unos a los otros en algo básico como los bienes materiales. Alguien había tenido una mala cosecha y no tenía cómo comer, la iglesia proveía conforme a su necesidad. ¡Hoy nos cuesta trabajo dar nuestro diezmo y ya ni siquiera toco el tema de ofrendar!
Aprendamos a abrir nuestro puño y desprendernos de las cosas. Dejemos que Dios nos muestre cómo compartir lo que nos ha dado y cómo ser sencillos para recibir apoyo cuando lo necesitamos. Cuidémonos entre hermanos. Apoyémonos. Amémonos. Tengamos un objetivo común: Cristo.

Oración
Señor: definitivamente me cuesta trabajo abrir mi puño que ha estado cerrado con tanta fuerza por tanto tiempo. Hoy quiero entregarte todo lo que Tú me has dado y dejarte que quites y pongas conforme a tu voluntad. Te pido que pueda estar en paz y gozo sabiendo que Tú tienes el control y no yo. En Cristo Jesús.
Amén

12 oct 2010

Hechos 2:41-42

Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas. Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.



Este es el principio de cómo funcionaba la iglesia en su comienzo y cómo debemos buscar y enfocar el nuestro. Primero hay que compartir a los demás lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. Recuerda cómo Jesús sanaba e inmediatamente la gente podía ver las transformaciones. Así debe ser el cambio en nuestra vida pues hemos sido sanados. No pienses que solamente se comparte de Dios aprendiéndote todos los versículos que puedas. Error. Dios se puede predicar con uno solo: Juan 3:16. Nos amó y envió a su Hijo para que todos los que en Él creen no se pierdan mas tengan vida eterna. Habla más una vida transformada que mil palabras.
Bautízate. No lo dejes como algo sin relevancia. El mismo Jesús fue bautizado por Juan.
No te preocupes por el número de personas que asisten a la iglesia. Pueden ser tres o tres mil. Dios se encargará de llevar a las que deban estar. Tú prioridad es compartir a Jesús mas no obligar a la gente a que acuda a la congregación. Insisto: habla más una vida transformada que mil y un versículos. Dice la palabra que en aquel día se unieron tres mil personas. Imagina cómo impactaron las palabras y el comportamiento de Pedro a los que habían escuchado de él y también aquellos que ya le conocían. A veces preferimos mantenernos en silencio y no hablar de nuestra comunión con Dios para que de esta manera nadie pueda preguntarnos o incluso exigirnos algo. Así tú eres el que decide cuánto comprometerte y qué debes o no cambiar. ¡Cuidado! Esta es una señal de rebeldía. Lo que en realidad significa es: Dios entiendo que te necesito y quiero tener comunión con pero las cosas no van a ir a Tu manera sino a la mía.
Se mantenían firmes en la enseñanza. No dejes de estudiar la palabra. Es la principal causa de que las personas terminen alejadas de Dios o con algún tipo de religión que toma algunos principios de Jesús los mezclan con muchos otros y siguen pensando que todo está enfocado a Cristo. ¡Cuidado! Siempre debes cuestionarte si lo que haces o crees está en sintonía con la Palabra de Dios.
Se mantenían firmes en la comunión. El compañerismo entre hermanos en la fe es de suma importancia. No para que la iglesia se vea bien. No para que la gente piense que nos llevamos bien. Sino para crecer como cuerpo y en lo individual. El convivio con los demás pone a prueba nuestra entrega a Dios. Cuando tenemos comunión con personas que son distintas a nosotros, tenemos que trabajar nuestra paciencia, nuestro amor y el perdón entre muchos otros. La iglesia es el mejor lugar para comenzar a amar, perdonar, ser perdonado, exhortar y ser exhortado.
Se mantenían firmes en el partimento del pan y la oración. Jesús nos dejó dicho que debemos repetir en memoria suya el partir el pan y tomar de la copa. Hagámoslo. Una vez al mes o a la semana o cada dos. La frecuencia no es lo importante sino el recordarnos que Él murió por nosotros y fue crucificado para perdón de nuestros pecados. Por último la oración es nuestra conversación con el Señor. ¿Cómo esperas tener una buena relación con Dios si rara vez oras? ¿Cómo y cuándo oras? Debes dedicarle tiempo de calidad. No oraciones ráfaga las cuales “cumplen” con su prometido. Ten tu tiempo, tu espacio y tu intimidad para orar. Dile a Dios lo que sientes y lo que piensas. Pide dirección. Pide paz. Pide perdón.
Así fueron los principios de la iglesia y espero que podamos seguirlos y perseguirlos hoy en día.

Oración
Señor: gracias por darme dirección. Quiero pedirte perdón por mis pecados. Te pido que pueda mantenerme fiel a tu palabra y dejarte transformarme. Gracias Señor en el nombre de Jesús
Amén

11 oct 2010

Hechos 2:39-40

En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar. Y con muchas razones les exhortaba insistentemente: ¡sálvense de esta generación perversa!



Cambia una sola palabra para que puedas entender el versículo 39, en efecto, la promesa es para TI. Para ti. Para ti y para ti. No es para tu familiar, tu vecino o alguien más. La promesa de Dios es exclusiva para ti. En versículos como este, nos podemos dar cuenta del amor de Dios y su constante acercamiento a nosotros. Nos confirma que no está en algún lugar de la galaxia vagando y echando un vistazo de cuando en cuando a la tierra para ver cómo nos está yendo. No. Aunque a veces parezca que no nos escucha o que no somos dignos de que nos “tome la llamada”, Él está ahí. Con toda su atención a ti y a mí. Llamándonos.
Dios nos llama. ¿Qué nos dice? ¡Sálvense de esta generación perversa! Suena un poco exagerado ¿no crees? Me hace pensar que toda la gente está mal. Pareciera que nos está diciendo que debemos recluirnos a algún lugar lejano y no tener contacto con nadie para poder mantenernos santos para Él. La verdad es otra. No está buscando que nos apartemos del mundo sino del pecado que hay en él. Recuerda cuando alguien te dice: lleva un paraguas pues está lloviendo; ponte un abrigo pues hace mucho frío; no vayas a este taller pues tienen muy mal servicio; te recomiendo este sitio para vacacionar; te recomiendo leer tal o cual versículo. Todas estas recomendaciones tienen como objetivo el traerte un bien o evitarte un mal rato ¿cierto? Con Dios pasa algo similar. Él está buscando mantenernos cerca de su voluntad. Nos da instrucciones y precauciones pues conoce perfectamente lo que hay allá afuera que quitará nuestra mirada de Él y podrá distraernos. Él sabe cuánto luchamos. Él sabe cómo nos cuesta trabajo el salir a la calle y amar a nuestro prójimo. Por eso nos da dirección diciendo: mantente alejado de esta generación perversa. Pero como buenos humanos que somos, en lugar de entender el amor de Dios y su acercamiento a nosotros, pensamos que estas palabras ya no se aplican hoy en día. Pensamos que es de fanáticos el separarse de la gente o pensar que hay perversión. Nos gusta pensar que no pasa nada si nuestras amistades y personas cercanas son de una u otra manera. ¡Falso! Hay mucha perversidad. ¡Dios nos está alertando! Depende de ti el abrir los ojos y reconocer lo que hay a tu alrededor. Ojo, debes amar a tu prójimo y dar siempre testimonio de Dios. Pero también debes estar en alerta para prevenir que un día despiertes y te des cuenta que has convivido tanto con lo perverso y apartado de Dios que te resulta más fácil convivir con el pecado que con la santidad.

Oración
Señor: gracias por prevenirme de lo que hay a mi alrededor. Ayúdame a tener mejor discernimiento y tomar mejores decisiones. Te pido que me des amor para con mi prójimo y fuerza para separarme de esta generación perversa. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

8 oct 2010

Hechos 2:36,38

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Y les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.



No sé si te ha pasado pero a mí sí. ¿De qué estoy hablando? De compartir a Cristo con miedo de hacer sentir mal a alguien. Hablar de Jesús “de puntitas” pues no queremos juzgar ni criticar. Si bien, el no juzgar ni hacer sentir mal a nadie es lo correcto, no significa que por ello debemos “esconder” las palabras fuertes que nos deja la Biblia. No podemos cambiar lo que nos dice Jesús porque pensamos que la gente puede acercarse más a Dios si primero les damos el paso uno y luego el paso dos. Hay verdades que Jesús nos mostró como básicas para poder ser sus discípulos “Y ustedes quién dicen que soy” les preguntó. El Cristo respondió Pedro. ¿Tú quién dices que es Jesús? ¿Cómo hablas de Él? ¿Compartes su evangelio?
La verdad es que Dios no se aferró a ser dios y se hizo hombre y cargó con la cruz de nuestros pecados y fue crucificado pagando con su sangre por lo que nosotros hicimos. Pero no quedó ahí. Fue resucitado al tercer día. Se presentó ante cientos de personas para confirmar que había vencido a la muerte y hoy está sentado a la derecha del Padre. Nos dejó su evangelio en el cual claramente dice que no podemos ser reconciliados ni llegar a Dios si no es por medio de Él. Nadie más puede interceder por nosotros. Jesús y solamente Él.
Hoy en día, la gente no está crucificando a Cristo como lo leemos en los versículos. Lo que sí están haciendo es lo contrario a lo que Pedro nos dice en este pasaje. Él dice arrepentíos y la gente hoy dice que no tiene nada de qué arrepentirse, que su estilo de vida está bien y debe ser respetado, que no molesta a nadie y que al ser bueno no puede estar tampoco en conflicto con Dios o por lo menos no lo está con su dios. Nos manda posteriormente a bautizarnos. El bautizo es una decisión personal. Nadie la puede tomar por ti ni obligarte a ella. Es la confirmación y demostración a los demás de que te has arrepentido de tus pecados y le has pedido a Dios que sea el Señor y Salvador de tu vida.
El mejor ejemplo para compartir del evangelio es Jesús. Si amas a Dios sabes que es tu deber compartir de su palabra. Te recomiendo que analices cómo hablaba Jesús y busques hacer lo mismo. A mi parecer, Pedro entendió lo que Jesús hacía al hablar. Utilizar la verdad siempre de la mano del amor. Asesinos y pecadores nos dijo Pedro pero también nos dice que nos arrepintamos y reconciliemos con el Padre que nos ama y quiere de vuelta…

Oración
Señor: quiero seguirte. Quiero pedirte que limpies mis pecados y que seas mi Señor y Salvador. Quiero compartir tu palabra sin restricción ni incompleta pensando que alguien pueda sentirse ofendido. Te pido que me des sabiduría y amor para siempre dirigirme a las personas como Jesús lo hizo. Te pido todo esto en el nombre de Jesús.
Amén

6 oct 2010

Hechos 2:22-23

Pueblo de Israel, escuchen esto: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con milagros, señales y prodigios, los cuales realizó Dios entre ustedes por medio de Él como bien lo saben. Éste fue entregado según el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios; y por medio de gente malvada, ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz.



Pedro está diciendo estas palabras a la multitud que se encontraba frente a él. Este mismo hombre había negado a Jesús no una sino tres veces por temor a perder su vida. Hoy no solo estaba predicando con toda pasión a Jesús sino estaba señalando el gran error que había cometido el pueblo al condenar a Cristo. Esa transformación la trae el Espíritu Santo. Tú y yo tenemos esperanza de ser mejores para Dios no por nuestras habilidades sino por nuestra capacidad de entregar nuestra vida a Él y permitir que a través del Espíritu Santo que mora en aquellos que hemos recibido a Jesús seamos transformados en Él y por Él. Transformaciones impresionantes son las que hace Dios en nosotros. De temerosos como Pedro, negando a Cristo en varias ocasiones, nos llena de paz, fe y amor para poder salir a las multitudes y compartir el evangelio. Transforma corazones para que puedan perdonar y sobre todo que amen como Él nos amó. Da la fortaleza para que dejes atrás tus pecados y sean clavados en la cruz. Da la paz para sacar nuestras amarguras y preocupaciones y no cargarlas más. Da la paciencia para soportar las pruebas junto con el gozo para vivir con una sonrisa. Éstas son una de las transformaciones que Dios puede hacer en nuestras vidas e hizo con Pedro.
Por otro lado me impresionan las palabras de Pedro. No es grosero. No es agresivo. Se mantiene en una línea bastante perfecta para decir una verdad difícil de digerir y aceptar. Les abre los ojos para que entiendan que sus acciones tuvieron consecuencias. Que sus pasiones e impulsos van más allá de un instante. Todo ese alboroto que se levantó por la crucifixión de Jesús no terminó ahí sino que tiene consecuencias y Pedro se los estaba mostrando. En pocas palabras les dice asesinos. Les recuerda que ellos mismos vieron los milagros que Jesús hizo antes de su crucifixión. Les recuerda que ellos mismos se dieron cuenta que no era un hombre como nosotros sino que hacía señales que solamente podían provenir de Dios. Aún así, prefirieron crucificarlo y darle la espalda. No caigamos en el mismo error que cometieron estas personas. No demos la espalda a los milagros que Jesús ha hecho a nuestro alrededor. Dejemos de pensar que existen otras fuerzas milagrosas o energéticas circulando alrededor y que gracias a ellas y no a Jehová suceden eventos buenos. Reconozcamos a Cristo. Reconozcamos a Jehová y vivamos conforme a su voluntad. Pedro se equivocó y lo negó tres veces, pero entendió su error, pidió perdón y trabajó para no volverse a equivocar. ¡Hagamos lo mismo tú y yo!

Oración
Padre: perdona mis pecados y mi falta de atención hacia Ti. No quiero darte más la espalda ni minimizar las maravillas que has hecho a mi alrededor. Hoy te reconozco como Señor y te pido que me guíes en tu camino en el nombre de Jesús
Amén

5 oct 2010

Hechos 2:12-13

Desconcertados y perplejos, se preguntaban: ¿Qué quiere decir esto? Otros se burlaban y decían: Lo que pasa es que están borrachos.



El camino que Jesús nos dejó no es “el camino amarillo” o rosa… te encontrarás con situaciones que no comprenderás y no podrás hacer nada al respecto. Corregimos nuestros pasos. Entendemos que debemos dirigirnos en otra dirección y que nuestra mirada debe estar enfocada al cielo para no separarnos del destino correcto. Pero algunos días recibimos críticas y somos señalados “lo que pasa es que están borrachos” decían algunos sobre los discípulos que estaban hablando en lenguas distintas a las suyas. ¿Por qué la gente juzga cuando no entiende algo? ¿Por qué encontramos reacciones en contra de alguien que está haciendo un bien? Porque los discípulos de Jesús estaban mostrando a ese pueblo que era necesario que se arrepintieran de sus pecados. Les enseñaron que Jesús es el camino a Dios y no lo que ellos pensaran o quisieran. Se sintieron amenazados. Se sintieron expuestos. Muy dentro de sí, sabían que estaban haciendo lo incorrecto. Por esta razón prefirieron burlarse de los discípulos y tratar de quitar la atención sobre de ellos para poder seguir con su vida como siempre lo habían hecho. Además trataron de poner al pueblo en su contra para que “la mayoría” siguiera actuando como antes.
Aunque suene ridículo el pensar que pueda estar una persona en estado de ebriedad y aún así hablar en otro idioma con total perfección, de la misma forma encontramos escusas para no obedecer en plenitud a Dios. Pensamos esto o aquello y al final decimos, bueno, le voy a dar tiempo porque como no lo entiendo mejor no hago nada. Es difícil comprometerse con el Señor. Es difícil reconocer y exponer nuestros pecados al Creador. Cuando crecimos nos enseñaron a esconder lo malo de nosotros y tratar de mostrar lo bueno. Al momento en que nos presentan la verdad de Cristo, todo nuestro ser queda expuesto y tenemos dos opciones: pedir perdón o seguir con nuestra vida pensando que no estamos tan mal.
Como escribí en el versículo anterior, algunos estaban maravillados por el milagro que sucedía frente a ellos. Estoy convencido que estas personas aceptaron a Jesús en sus corazones. Por el otro lado, encontramos personajes como los de hoy que por el contrario rechazaron y ridiculizaron el evangelio. No aceptaron lo evidente y encontraron escusas sin sentido pensando que así podrían seguir con lo suyo como siempre, el problema es que una vez expuesta la verdad, nada es igual. Hoy tienes dos opciones: reconocer tu necesidad de Jesús o evadirla y tratar de ridiculizar a sus seguidores para sentirte mejor. Si has decidido por Jesús quiero animarte y prepararte pues vendrán críticas y juicios a tu vida. Probablemente no tengan sentido pero vendrán y pueden desanimarte. ¡No lo hagas! Sigamos adelante por el camino que Cristo nos ha mostrado…

Oración
Señor: te pido perdón por mis pecados pues quiero reconciliarme contigo. Anteriormente he evitado el reconocer mi necesidad de Ti pero no quiero seguir así. No quiero seguir con pretextos tontos sino por el contrario entregarte mi vida por completo. Te pido escuches mi oración en el nombre de Jesús
Amén

4 oct 2010

Hechos 2:7-8

Y estaban atónitos y maravillados diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?



En algunas ocasiones me han preguntado sobre el hablar en otras lenguas. Mi respuesta es: lo que hacen hoy en día no es hablar en lenguas sino reproducir sonidos sin sentido. Si ponemos atención al versículo, nos habla que los discípulos que recibían este don del Espíritu Santo tenían la facultad de hablar en el idioma de la ciudad en la que estaban o de la persona que estaba frente a ellos y gracias a este milagro, podían compartir a Cristo. La finalidad de este hecho milagroso era enfocar la atención a Dios. Hoy no es así.
Por otro lado, me encanta leer estos versículos y recordar los milagros tan increíbles que ha hecho Dios en mi vida y trato de no olvidar que todavía quedan muchos por venir. Intento traerlos a mi mente cuando las cosas se ponen difíciles. Trato de abrazar sus promesas y estar pegado a Dios. Posteriormente puedo ver cómo Jehová cumple y los milagros suceden.
Pero Dios no ha dejado de hacer milagros impresionantes en nuestras vidas. Piensa en todo aquello que el Señor ha transformado en ti. Imaginemos que pudiéramos ir diez años atrás con tu familia, amigos o compañeros de trabajo y les presentáramos lo que eres hoy. ¿Qué dirían? Espero que resultaran atónitos y maravillados diciendo: ¿no es éste el que hacía tal o cual cosa? ¿No es éste el enojón? ¿No es éste el borracho? ¿No es éste el que asegurábamos se divorciaría? ¿No es éste el que odiaba y vivía amargado? ¿Cómo pues ha cambiado tanto? Y en ese momento puedes decir: Cristo me transformó. Esta es la manera en que damos testimonio de que Cristo vive y que transforma corazones. Cristo nos da esperanza y rompe con la maldición del dicho: árbol que nace torcido… sin importar lo torcidos que estemos, Dios nos rescata y endereza a la perfección. ¿Estás dispuesto a entregar tu vida para ser transformado?
Si por el contrario, al transportarnos al pasado y tus seres queridos no notaran una diferencia en ti, quiere decir que estás perdiendo tu tiempo. Como escribí recientemente, Dios nos va a llamar y nuestro tiempo en la tierra terminará. ¿Cómo quieres presentarte frente a Él? ¿Como el transformado o el que se quedó a la mitad porque nunca quiso entregarse por completo?
Hoy espero poderte animar a entregarle tu vida a Dios. Sin restricción. Con miedos o incertidumbres, pero sin limitaciones. Entrega esas preocupaciones a Dios y no permitas que frenen tu transformación. Es normal tener miedo. Estás cambiando y estás dejando a un lado todo aquello que te daba seguridad. Estás volviéndote vulnerable al mundo por asegurar tu camino con Jesús.

Oración
Señor: perdona mis pecados. Quiero entregarte mi vida y dejarte que la transformes por completo. Me da miedo lo que pueda venir. Me da miedo que no sé cómo se acomoden las cosas, pero estoy convencido que seguirte es lo mejor. Has tu voluntad en mi vida. Quiero vivir siendo un testimonio tuyo. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén