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31 ago 2010

1ª Samuel 12:12

Y habiendo visto que Nahas rey de los hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de reinar sobre nosotros un rey, siendo así que Jehová vuestro Dios era vuestro rey.




En el versículo 11, vemos la respuesta de Jehová al clamor de los israelitas y les provee de protección. En el versículo 12 nos damos cuenta de lo ciegos y tercos que podemos ser. Aun viendo el milagro de Dios de protegerlos de sus enemigos, al ver que se acercaba Nahas el rey de Amón, los israelitas comenzaron a pedir por soluciones que ellos consideraban correctas. Clamaron por que se terminara su problema. Buscaron tener paz inmediata.
¿Cómo somos nosotros comparados con ellos? Iguales. No parecidos. Iguales. Cuando hay enfermedades, pedimos por sanación. Cuando hay carencia económica, pedimos por un trabajo. Pedimos por una casa, pedimos por comida, pedimos porque se vayan los problemas y podamos vivir tranquilos. ¡Error! La falta de paz y gozo en nuestra vida no radica en lo que estemos atravesando. Radica en el lugar en el que se encuentra nuestro corazón. Porque donde está nuestro corazón, ahí están nuestros tesoros dice la palabra de Dios. El Señor nos promete abrigo, techo y sustento. No lo dudes. Él cumplirá su parte. Pero a nosotros nos gusta dirigir la forma en que debe cumplir Dios con sus promesas. Los israelitas supieron que Jehová los estaba protegiendo, pero no les gustó la forma. Ellos voltearon a sus alrededores y vieron que los pueblos vecinos tenían reyes y ellos no. De repente surge una idea. Tal vez debemos tener reyes que puedan defendernos y guiarnos como lo hacen los demás. En la actualidad, ves a tu vecino, a tu familiar, a tu amigo y piensas: ah, tal vez debería hacer esto o aquello, tal vez debería tener tal o cual cosa, y así viviría mejor.
Nuestra voluntad, nuestras fuerzas, nuestra mente deben estar enfocadas en amar al Señor. En buscar su reino. En darle la gloria. En ir y hacer discípulos. Dios se encarga de darnos lo que necesitamos para vivir. Él se encarga de proveer para que no nos falte nada. El problema es que seguimos volteando a todos lados y buscando soluciones en donde no las hay. El mundo que gira a tu alrededor no tiene la paz y el gozo que estás buscando. No tiene la dirección que necesitas. Jehová es la forma de llenar tu vida.
Hoy te animo a meditar en lo que hicieron los israelitas al pedir un rey pensando que sería bueno solamente porque veían que eso se hacía a su alrededor y cambiaron a Jehová su rey por un rey humano. ¿De qué forma podrás estar cayendo en la misma situación en la que desplazas a Dios por una solución que pareciera más inmediata?

Oración
Padre: hoy te pido no porque se terminen mis problemas sino porque pueda tener paz y gozo a pesar de las circunstancias. Te pido que pueda entender lo que quieres mostrarme y lo que quieres que cambie. Entiendo que Tú ves por mi bienestar y te pido que pueda yo ver siempre por vivir para servirte. Gracias por tu amor y por todo lo que haces por mí. En Cristo Jesús
Amén

20 ago 2010

Hechos 1:6-7

Entonces los que estaban reunidos con Él le preguntaron: -Señor ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino de Israel?- -No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinado por la autoridad misma del Padre.- Les contestó Jesús.



Jesús había sido crucificado y durante cuarenta días se les presentó para darles pruebas de su resurrección. En una de estas apariciones, Jesús les da instrucciones de permanecer en Jerusalén y en eso los discípulos le preguntan sobre la restitución del reino de Israel.
Pienso en lo que habrá pasado por la mente de Jesús. Pienso en lo que pasa por mi mente cuando me preguntan algo que ya contesté previamente o que no tiene nada de relevancia. Pienso en cuántas preguntas le hacemos a Dios con la misma intención que los discípulos y recibimos la misma respuesta: no nos toca conocer el momento determinado ni la forma. ¿A qué preguntas me refiero? ¿Cuándo tendré trabajo; cuándo podrás sanar a esta o aquella persona; cuándo terminará esta situación; cuándo tendré más claridad; cuándo vas a cambiar esto o aquello; cuándo, cuándo y cuándo?
No nos corresponde conocer ni la hora ni el momento determinado por la autoridad del Padre para lo que ha de venir ni lo que deba tardar tal o cual evento. Pero nos gusta aferrarnos a encontrar una respuesta o una señal. Vemos por aquí y por allá. Al final tenemos que entender que estamos buscando donde no encontraremos… Dios no tiene por qué contestar nuestras preguntas. De hecho, debemos de verlo al revés: ¿qué derecho tenemos de cuestionarlo?
En el pasaje, podemos pensar que la pregunta tenía un tono de mera curiosidad, pero pienso que por el tipo de pregunta nos muestra que los apóstoles, como muchas otras personas, estaban esperando que roma dejara de estar por encima de ellos y se establecieran nuevamente como nación independiente.
Jesús les enseñó en repetidas ocasiones que su venida no era para resolver temas políticos. Conforme los discípulos fueron madurando esas palabras y respuestas como la de hoy, comprendieron que el reino que Jesús trajo fue la reconciliación a través de su sangre y la venida del Espíritu Santo a nuestras vidas. Pudieron entender que el reino que se establecía era personal y se derrotaba a las tinieblas y la muerte con la resurrección de Jesús. ¿Lo puedes entender?
A veces tenemos momentos difíciles. A veces no entendemos lo que pasa o el por qué está pasando. Lo que sí podemos saber, es que no tiene caso llenarnos de preguntas que no llevan a ningún lado y que no nos corresponde conocer la respuesta. ¿Acaso podemos cuestionar la voluntad de Dios? Mejor dediquémonos a reenfocar nuestros esfuerzos para seguir a Jesús y deshacernos de todo aquello que nos estorba en nuestro caminar con Él. Busquemos Su reino y dejemos de buscar respuestas a preguntas que no nos corresponden…

Oración
Padre: entiendo que eres el Señor de todas las cosas y no soy nadie para cuestionarte. Gracias por mostrarme que debo dedicarme a buscar tu reino y Tú te encargas de todo lo demás. Te pido que traigas paciencia a mi vida. en Cristo Jesús
Amén.

19 ago 2010

Hechos 1:1-2

Estimado Teófilo, en mi primer libro me referí a todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar hasta el día en que fue llevado al cielo, luego de darles instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido.



Medita en esto: en todo lo que Jesús hizo y enseñó hasta el día en que fue llevado al cielo…
Me parece que Jesús no tomó vacaciones. No hubo puentes ni fines de semana puesto que en el mismo día de reposo hizo algunos milagros. Mi punto no es promover la falta de descanso. La misma Biblia nos habla en la creación que Dios descansó el séptimo día. Lo que quiero resaltar es la manera en que debemos vivir. A veces nos agotamos tanto con el trabajo y las tareas diarias que nos olvidamos que nuestro principal compromiso y responsabilidad es con Dios. Jesús buscó en todo momento obedecer al Padre, así también nosotros debemos hacerlo. ¿Cómo? Dando testimonio en cualquier lugar que te encuentres. No siendo una persona en el trabajo, otra con tu familia, otra los domingos y otra con los amigos. Una sola persona bajo una misma línea: ser como Jesús.
Jesús hizo muchos milagros, nos enseñó cómo vivir y nos dio instrucciones de cómo seguir adelante por el mismo camino que Él trazó para nosotros. Esto es lo que está diciendo este pasaje. Hoy en día, Cristo sigue haciendo lo mismo. Sigue haciendo milagros en tu vida y en muchas otras, nos sigue enseñando y mostrando cómo tener una vida abundante y finalmente nos dejó las instrucciones para que nuestra vida lleve fruto en abundancia.
La pregunta es: ¿Ves esto en tu vida?
¿Podrías platicarme de varias cosas que Cristo ha hecho en tu vida? ¿Podrías decirme lo que Dios te ha enseñado? ¿Conoces las instrucciones que dejó? Espero que tu respuesta sea: sí.
Recuerda que el Señor busca una relación personal. Una comunión constante y no encuentros esporádicos. Por esta razón debemos preguntarnos cómo llevamos nuestra vida y cómo estamos siguiendo a Jesús. ¿Piensas que ya haces mucho por tener los domingos comprometidos? ¿Crees que por dejar de hacer esto o aquello ya es suficiente? Dios nos dice que nos transformará de gloria en gloria hasta que Jesús venga. Esto quiere decir que toda nuestra vida seremos transformados. Toda nuestra vida tendremos que estar permitiendo que Dios nos “pula” y saque “brillo”. En palabras de la biblia: que demos fruto al ciento por uno.
Jesús puede hacer muchas cosas en tu vida pero tienes que bajarte del trono y dejar que Él lo tome. Nos dejó muchas enseñanzas e instrucciones. Dejemos de hacerlas a un lado y comencemos a aplicarlas en nuestra vida. Así vivió Jesús, en obediencia al Padre, así vivamos nosotros.

Oración
Dios Padre: Tú que estás en el cielo y eres Santo, te pido porque perdones mis pecados. Te pido me cambies y me renueves. Ayúdame a dejarte trabajar en mi vida; a dejarte enseñarme tu camino; a dejarte que me enseñes cómo dar fruto. Gracias por tu palabra y por permitirme entenderla. Gracias en el nombre de Cristo Jesús
Amén

18 ago 2010

1ª Tesalonicenses 5:16-17

Estad siempre gozosos. Orad sin cesar.



Recuerdo hace tiempo cuando daba clases a los jóvenes de 13 años en adelante. Cada vez que les preguntaba: ¿Qué tenemos que hacer cuando pasa esto o aquello? La respuesta era fácil: orar y leer la biblia. Pero no me dejaban contento con esa respuesta. Los niños son más listos de lo que pensamos y aprenden muy rápido. Ellos sabían que la respuesta sin error era decir orar y leer la palabra. Aunque la respuesta es buena, tiene ciertas vertientes que se deben analizar.
Como adultos caemos en la misma situación que mis ex alumnos. Atravesamos momentos duros. Entornos difíciles. Ambientes hostiles. Preocupaciones, angustias e incertidumbre. Recordamos que lo que debemos hacer es orar y leer la palabra de Dios y lo hacemos. ¿Pero qué pasa después? Nada. Tal vez por un momento sentimos paz y recordamos que Dios tiene el control, pero apenas salimos nuevamente a la calle y parece que nada hubiera cambiado.
¿Te ha pasado?
El problema no es la falta de respuesta a nuestra oración (aunque nos guste utilizar esta idea como pretexto). El problema se divide en dos partes: el tipo de oración y el seguimiento a la misma. La primera consta de entender por qué oramos y qué decimos cuando oramos. La oración no es una forma de pedir que nuestros problemas se resuelvan. La oración es nuestro tiempo íntimo con Dios. Es nuestro momento para decirle que estamos cansados, trabajados y desanimados. Es cuando le damos gracias porque vemos sus bendiciones en nuestra vida. Es cuando le pedimos porque traiga paz, esperanza y amor a nuestro corazón. A veces solo pensamos en orar, orar y orar olvidando sobre cómo debemos orar. Ahora, una vez que oramos y logramos esa comunión con el Señor, debemos entender que Él busca cambiar nuestro corazón y moldear nuestra vida. Por esta razón, cuando oramos, no quiere decir que todo va a cambiar, al contrario, es probable que todo se vuelva más intenso. Si pedimos a Dios que transforme nuestro mal humor, es probable que nos ponga en situaciones donde nuestro carácter estallará. ¿La razón? Es la única manera en que podemos ser transformados. ¿Buscas perdonar más? Vendrán situaciones en las que tengas que ejercitar el perdón en tu vida. Sin embargo no todo es así. La paz y consuelo del Señor son inmediatas. Éstas provienen de Él y no de nosotros.
Por lo tanto, cuando leemos que Dios nos dice que debemos estar gozosos e inmediatamente dice que oremos constantemente, no podemos olvidar que una está ligada a la otra. Pon atención a tus oraciones. Pon atención a lo que sucede en tu vida. Tal vez estás orando porque las cosas a tu alrededor cambien cuando Dios ¡está buscando cambiarte a ti!

Oración
Padre: creo que he estado orando porque cambies todo a mi alrededor en lugar de que me cambies a mí. Te pido me transformes y pueda entender Tu trabajo en mí. Quiero aprender a estar gozoso y en constante comunión contigo. En el nombre de Jesús te lo pido
Amén

17 ago 2010

Miqueas 6:8

¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: practicar la justicia, amar la misericordia y humillarte ante tu Dios.



¿Cuántas personas dicen que son buenas? ¿Cuántas consideras tú que lo son? Recientemente tuvimos que proponer en mi trabajo por aquellas personas que estaban realizando actividades en pro de los demás. Ayudar a personas sin recursos, mejorar una comunidad, etc. Lo importante era que propusiéramos a los que pensáramos que eran “buenos”. Pero ¿qué es ser bueno? ¿No matar? ¿No mentir? ¿Tratar de estar en paz con los demás? Recuerdo una plática reciente con una persona que me decía que lo que buscaba era estar bien con todos, no hacer ningún mal o lastimar a alguien y en general ser “bueno”. ¿Pero cómo saber si somos buenos o no? ¿Puedo ser bueno y al mismo tiempo estarme divorciando? ¿Puedo ser bueno y al mismo tiempo gritarle a mi prójimo? ¿Puedo ser bueno y criticar o juzgar? ¿Puedo ser bueno e impaciente? ¿Cómo puedo ser bueno? ¿Quién pone el ejemplo o estándar de lo que es o no es ser bueno?
Ya se te ha declarado lo que es bueno y lo que Dios espera de ti: justicia, misericordia y humillación.
Dios pone el ejemplo y los parámetros a seguir. No tú. No yo. Dios. Practicar la justicia, la misericordia y la humillación. Me parece más fácil empezar de atrás para adelante. En otra versión traduce la parte final diciendo: y caminar humildemente con tu Dios. Lo primero que necesitamos es la humildad. Cuando reconocemos que no somos “tan tan” como pensábamos y reconocemos nuestra necesidad de Dios, dejamos a un lado nuestros parámetros y adoptamos los que Él ha establecido. La humildad es tu mejor aliado para mejorar tu relación con Dios. Un corazón y actitud humilde escucha y recibe con agrado las enseñanzas y correcciones de nuestro Señor. Tu orgullo es el enemigo de lograr entender y practicar la humildad. La siguiente característica es la misericordia. Algunos antónimos son: impiedad, crueldad, intolerancia, dureza, intransigencia, condena. Dios tuvo misericordia de ti y de mí aunque no la merecíamos. Así mismo nos pide que tengamos misericordia con aquellos que no lo merecen. Dejemos atrás la condena, la intransigencia y la dureza que solamente lastima corazones. Practiquemos la misericordia con aquellos que la piden y recibámoslos con brazos abiertos como Jesús nos recibe al pedir perdón. Por último está la justicia. Aquel considerado justo es quien obedece y realiza aquello que se le pide. Quien cumple con los principios de Dios.
Dios nos ha declarado lo bueno. Depende de nosotros comenzar a vivir buscando esos principios. ¿Qué vas a hacer?

Oración
Dios Padre: entiendo que no he seguido tus principios sino los míos. Pensaba que podía ser bueno porque yo lo consideraba así pero ahora comprendo que solamente Tú muestras cómo serlo realmente. Te pido que en mi vida siempre haya un caminar humilde a tu lado y que la misericordia que tienes conmigo la pueda tener con los demás. Ayúdame a vivir en tu justicia. En Cristo Jesús lo pido.
Amén

16 ago 2010

Romanos 12:17-18

No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.



Parece imposible. Cuando nos hacen algo, nuestra primera reacción es difícil que sea un pensamiento de bondad hacia ellos. Nos han lastimado. Han destruido nuestra confianza. Han abusado. Actualmente, el mundo no pinta un panorama fácil. Me parece que nunca lo ha sido. A veces tenemos situaciones externas como una crisis o una guerra y en otras ocasiones todos los problemas se encuentran dentro de nuestra familia. Pienso en una persona asesinada, en un secuestro o un abuso sexual, situaciones muy difíciles y devastadoras para los afectados. Unos piden por el mayor castigo posible y los otros piden por misericordia. Es fácil decidir cuando no somos los afectados. Pero Dios nos da una instrucción el día de hoy que nos incluye a todos: no pagues mal por mal sino procura lo bueno y busca siempre estar en paz con todos los hombres.
¿Quién se beneficia de tener esta actitud?
La verdad es que por la forma en la que crecí y probablemente tú también, me hace pensar que el beneficiado es aquél que hizo daño y no recibió ningún castigo por haberlo causado. No es muy fácil entender cómo me beneficia el regresarle con bien a alguien que me está haciendo mal y mucho menos buscar la paz, extender mi mano cuando mi contraparte está buscando lastimarme.
Nos guste o no. Lo entendamos o no. Nosotros somos los que se benefician de regresar lo bueno cuando recibimos un mal. Somos los primeros en beneficiarse cuando buscamos constantemente el estar en paz con los demás. La primera razón es fácil: estamos obedeciendo a Dios y ello siempre trae bendición a nuestra vida. La segunda resulta de la primera: la obediencia a Dios nos hace acomodar nuestros principios y prioridades en el orden correcto. Cuando estamos buscando el reino de Dios por encima de nuestra propia voluntad, podemos ver con la perspectiva correcta y entender que los planes de Él son mejores que los nuestros. Pero no todo se queda en la teoría. Piensa en la cantidad de problemas y males que hay a nuestro alrededor. Piensa en cuánta gente vive con amarguras y corajes que están arraigados en sus corazones y no los dejan vivir tranquilos. ¿Cuántas amistades, matrimonios o familias destrozadas por no perdonar y buscar estar en paz? Pleitos entre hermanos. Iglesias divididas. Corazones lastimados. Cada vez que preferimos dar rienda suelta a nuestro enojo y coraje por haber recibido mal, lo único que estamos haciendo es crear un círculo vicioso que no traerá paz por más que pensemos que estamos en ese camino. El odio nos come por dentro mientras la paz nos da vida. sé que no es fácil, pero de lo que estoy convencido es que Dios lo dice por nuestro propio bien. Pidamos a Él que nos transforme y podamos regresar el mal con bien y buscar la paz en todo momento.

Señor:
Ayúdame a cambiar pues no hay ganas en mí que quieran regresar el mal con bien ni paz cuando recibo guerra. Sé que Tú puedes transformarme y te pido que así sea. Pon amor y paz en mi corazón y quita mis enojos, rencores y corajes. No permitas que se arraiguen en mí los deseos de venganza sino que pueda recordar que me pides estar en paz siempre que dependa de mí. Libérame de estar atado a los deseos de venganza, corajes y enojos. En Cristo Jesús te lo pido.
Amén

10 ago 2010

Salmo 46:1

Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.



En otra versión dice que Dios es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda muy presente en tiempo de dificultad.
Conforme más y más versículos estudiamos, más conocemos las características de Dios. Nos podemos dar cuenta que es un Dios que busca constantemente estar en comunión con nosotros y sobre todo, apoyarnos cuando más necesidad e incertidumbre tenemos.
Lo que debemos meditar el día de hoy es sobre nuestros amparos y refugios actuales. Realmente a ¿quién o a dónde acudimos cuando tenemos problemas? Cuando tienes problemas legales, puedes solicitar un amparo. ¿Confías más en el amparo legal que en el amparo de Dios? A veces confiamos más en lo que vemos, en lo que pensamos que puede ser, en aquello que creemos tiene mayor probabilidad de éxito y nos olvidamos de nuestro verdadero amparo y fortaleza que es Dios. Cuando falta dinero el amparo se vuelve el ahorro y el afán se traslada en encontrar otra fuente de ingreso. Cuando hay pleitos familiares, el amparo y la fortaleza se traduce en separación temporal “hasta que se puedan perdonar”. Cuando hay enfermedades los médicos son la fortaleza. Cuando hay algún momento difícil como un robo o secuestro, un fallecimiento, un divorcio, ¿quién o qué es nuestro amparo y fortaleza? ¿Dónde encontramos nuestra ayuda? Tal vez es nuestra naturaleza. No lo sé y tampoco lo entiendo, pero al leer y entender que Dios es mi amparo, mi refugio y mi fortaleza, no dejo de pensar en cuántas veces busqué en los lugares equivocados. ¿Cuánta gente sigue buscando donde no habrá refugio?
A veces tenemos conocimiento de Dios. Sabemos que existe, que tiene buenas intenciones para con nosotros. Pero cuando llegan momentos duros, crudos y difíciles, volteamos la mirada y nos enfocamos a resolverlos como estamos acostumbrados a hacerlo. ¿Por qué no hacer un alto? ¿Por qué no intentar un camino distinto? Pongamos a prueba al Señor y dejemos que nos muestre ese amparo, ese refugio, esa ayuda que tanto llegamos a necesitar.
Por otro lado, espero que no conviertas a Dios en tu número de emergencia, el cual solamente es llamado cuando ya no puedes más y al terminar tu problema, no vuelve a ser llamado. Espero que, si has experimentado el refugio y amor de Dios, busques transformar tu vida y realices un compromiso con Él.
Dios es nuestra ayuda presente en momentos difíciles. ¡No lo olvides! No te dejes distraer por todo lo que hay a tu alrededor. No te ahogues en un vaso de agua. Frena por un momento. Recapacita tu situación. Entiende que probablemente no haya mucho que hacer. Acude a Dios para recibir refugio, fortaleza y ayuda…

Oración
Señor: necesito tu ayuda, tu refugio y tu fortaleza. Ayúdame a seguir adelante y permite que entienda cuánto te necesito. Perdona que sea necio y tarde tanto en voltear a Ti. En el nombre de Jesús te doy las gracias por escucharme,
Amén

6 ago 2010

1ª Corintios 1:27

Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte.



Pienso en David y Goliat. Pienso en Daniel en la fosa de los leones. Pienso en la élite del ejército egipcio persiguiendo al pueblo de Israel. Pienso en las murallas de Jericó siendo destruidas al sonar los cuernos. Pienso en Jesús siendo señalado por venir de Belén y ser un carpintero. Pienso en que nos llaman ovejas y algunos piensan que es peyorativo. Pero de lo necio y lo débil escogió Dios. No para que seamos humillados sino para que Él sea exaltado.
¡Qué distinto trabaja Dios de nosotros!
¿Sabes por qué es tan diferente? Porque Dios tiene una mejor perspectiva que nosotros. Él puede verlo todo. Él conoce todo. Él controla todo. Aún así, creemos que le podemos ganar o ayudar. Creemos que podemos controlar algunas cosas. La verdad es que no podemos controlar nada. A pesar de nuestras caídas, golpes y rasguños, seguimos levantándonos y buscamos seguir por el mismo camino. ¿Hasta cuándo vamos a parar? ¿Qué necesitas que pase en tu vida para parar y entender que necesitas de Dios y que no eres tan grande ni fuerte como pensabas sino débil y necio?
Si estuviéramos presentes cuando David salió a la batalla contra Goliat con una piedra y una banda en su mano, estoy convencido que hubiéramos pensado que estaba loco y que necesitábamos otro plan. Si hubiéramos visto a Daniel entrar en la fosa de los leones, nos hubiéramos retirado tristes pensando que no lo veríamos más. Si nos hubieran pedido caminar siete veces alrededor de las murallas de una ciudad sumamente fortificada y posteriormente soplar en unas trompetas para que éstas se derrumbaran, seguramente hubiéramos pensado en un plan B porque no hubiéramos confiado en que iba a funcionar. Así son las situaciones que atravesamos hoy en día. Debemos derrumbar murallas caminando 7 veces alrededor de ellas y debemos salir a destruir gigantes con una banda y una piedra en la mano. ¿El problema? Salimos no solo con una banda sino llevamos dos y tres piedras por si acaso. No caminamos 7 veces sino 10 y buscamos más trompetas de las que nos señaló Dios. ¿Te suena familiar? ¡Pensamos que podemos ayudar a Dios! ¡Pensamos que los planes de Dios no son perfectos! Entiende: de lo necio y lo débil escogió Dios para que Él fuera exaltado y no nosotros. Sus planes no tienen sentido para nosotros. Y no lo tienen para que podamos ver su mano trabajando y no pensemos que fueron las circunstancias las que dieron el resultado. Posteriormente todo toma sentido cuando podemos ver el plan completo de nuestro Dios. Hoy te animo a meditar. ¿Realmente crees que eres fuerte y sabio? ¿No prefieres ser débil y necio y dejar a Dios trabajar en tu vida? Exaltemos a Dios dejando que sus planes tomen lugar en nuestra vida. ¡Reconozcámonos débiles y necios para que de Él provenga la sabiduría y la fortaleza!

Oración
Señor: gracias. Te pido perdón por mis pecados y que mi orgullo no me haga pensar que soy fuerte y sabio cuando en realidad soy débil y necio. Te pido que sea tu sabiduría y tu fortaleza las que abunden en mi vida. te lo pido en el nombre de Cristo Jesús
Amén

5 ago 2010

Salmos 119:129-130

Tus estatutos son maravillosos; por eso los obedezco. La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo.



La Biblia no es un libro con mitos ni ideas extrañas. No son ritos ni cosas mágicas. Tampoco carece de sentido. La Biblia es la palabra de Dios. En ella encontramos sus estatutos, su mensaje para nosotros. Podemos conocerlo. Podemos comprender sus planes para con nosotros. Podemos darnos cuenta de su amor. Cuando leemos pasajes como el de hoy en el que se hace mención sobre lo increíble que es Su palabra, debemos meditar si nosotros consideramos lo mismo. ¿Qué piensas de la palabra y estatutos de Dios? ¿Piensas que limitan tu vida y son exagerados? ¿Los obedeces? Como escribí anteriormente, los estatutos de Dios tienen sentido. No son ideas locas para ver qué pasa al obedecerlas. Por lo tanto, cuando lees que alguien escribe que los estatutos, los principios de Dios son maravillosos, quiere decir que ya los han experimentado en carne propia. Lo mismo cuando dices que la comida de cierto lugar es deliciosa. Ya fuiste, pasaste tiempo ahí y probaste personalmente los platillos. Con Dios, es necesario pasar tiempo en su palabra, meditarla, memorizarla, pero sobre todo APLICARLA. Una vez aplicada podemos darnos cuenta si lo que dice en su palabra tiene o no tiene sentido. Hoy quiero animarte a obedecer. A romper la barrera que te estorba entre el miedo, orgullo, o alguna otra cosa y la obediencia a la Palabra. Hoy quiero animarte a que obedezcas y posteriormente puedas confirmar en tu propia experiencia que los estatutos del Señor son maravillosos. Que puedas estar motivado y gozoso por haber experimentado a Dios en tu vida.
Es necesario estar recordando lo que la biblia hace por nosotros: da luz y entendimiento. Por alguna razón, los comentarios que se escuchan o leen alrededor de la biblia, normalmente van enfocados a que fue escrita por hombres y no inspirada por Dios, también hablan de lo vieja y poco actualizada con respecto a la sociedad, además critican lo imperativo en los mandamientos. Tal vez has escuchado más comentarios. Lo que busco, es resaltar la diferencia de lo que la gente piensa y cree sobre la biblia en comparación de lo que nosotros vivimos al obedecerla. No estamos obedeciendo a ciegas ni siendo una manada de borregos que no saben hacia dónde se dirigen. Somos borregos que escuchamos a Cristo nuestro pastor. Él nos dirige. Él nos guía. Él nos carga y cura cuando necesitamos ser sanados. Él nos protege. La palabra de Dios, sus mandamientos, sus principios son maravillosos. No te dejes engañar. ¡Lo son! No traen incertidumbre e inseguridad sino luz y entendimiento.

Oración
Padre: gracias por recordarme que obedecerte es increíble, por recordarme que tu palabra trae luz y entendimiento a mi vida. Permite que pueda experimentar esto en mi vida al obedecerte. Quita todo estorbo para que pueda seguirte como Tú lo pides y te deje trabajar en mi vida. Gracias por recordarme que el seguirte no es limitar mi vida sino llenarla de bendiciones, luz y entendimiento. Gracias en el nombre de Jesús
Amén

3 ago 2010

Jeremías 33:2-3

Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.



Lo primero que brinca al leer estos versículos es la descripción de Dios. A veces nos acostumbramos a leer que Dios es grande, todopoderoso, el creador, el rey de reyes, etc. pero no debemos perder la perspectiva ni minimizar su grandeza. Cada vez que leas adjetivos que describen a Dios, has una pausa, entiéndelos y utilízalos para tu día a día. Por ejemplo, si estás atravesando un momento difícil y no encuentras solución, recuerda que Dios es quien creó todo lo que hay a tu alrededor, Él formó cada detalle, mueve los mares y gobierna sobre los vientos. ¿No se disminuyó el tamaño de tu problema al cambiar la perspectiva? Jehová es su nombre. No evolución. No big bang. No millones y millones de años. Jehová. Él dijo y se hizo.
Ahora, lo más increíble de todo, es que ese gran Dios te dice: clama a mí y Yo te responderé y te enseñaré cosas que tú no conoces. ¡Dios quiere tener comunión contigo! No quiere estar lejos. No está en el cielo viendo hacia abajo cómo la pasamos en la tierra. ¡Te está buscando! Quiere mostrarte cosas. Como un Padre guía a su hijo, así Dios quiere mostrarnos sus caminos, sus bendiciones, su gracia, su misericordia y sobre todo su amor.
Mucha gente piensa que Dios no nos escucha. ¿La causa? No contesta mis oraciones. He escuchado historias de personas que viven enojadas con Dios pues les prometieron que si oraban Dios les concedería lo que pedían. Pasó el tiempo y la respuesta que esperaban no ocurrió. ¿Qué pasó con ese Dios que quiere mostrarme cosas y que me dice que responderá cuando yo clame a Él? ¿Acaso es el mismo Dios que no contesta mis oraciones y al mismo tiempo me ama y me dice que quiere estar en comunión conmigo? Si. Es el mismo. ¿Entonces? Cuando nosotros no ponemos atención a lo que dice la Palabra de Dios y escuchamos o entendemos lo que queremos entender, cambiamos la realidad y el significado de las cosas. Por ejemplo, Dios nos dice que clamemos a Él y responderá. El problema viene en que nosotros damos por hecho que su respuesta será conforme a lo que nosotros pensamos. Dios en ningún momento dijo que la respuesta sería tal o cual cosa. Él prometió responder. A veces no nos gusta aceptar que su respuesta es distinta a la que queremos. ¿Te das cuenta? Nuestro error es querer darle instrucciones a Dios en lugar de recibirlas. Queremos que haga y reaccione como nosotros consideramos que debería ser. Como bien dice el refrán ¡ahora resulta que los patos le tiran a las escopetas! ¿Qué camino prefieres tomar, el tuyo o el de Aquél que formó la tierra? ¿Por qué nos esforzamos tanto en dificultarle el trabajo a Dios? ¿Por qué ponemos tantas trabas en lugar de confiar y dejarlo transformar nuestra vida? Clamemos a Dios y pidamos por entender y aceptar su respuesta. Pidamos por gozarnos en su respuesta. Pidamos porque su respuesta sea de bendición no solo para nosotros sino que también de gloria a Él.

Oración
Padre: gracias. Gracias por tu amor, misericordia, gracia y por permitirme vivirla y entenderla. Gracias por tu palabra que me permite conocerte más. Gracias por querer tener comunión conmigo y decirme que puedo clamar a Ti y Tú responderás. Te pido que pueda aprender a escuchar tus respuestas, a aceptarlas y a entender que son lo mejor para mí y para tus planes. Gracias por tus bendiciones. En el nombre de Jesús
Amén

1ª Samuel 16:7

Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.



En el contexto del pasaje, Jehová le indica a Samuel que vaya con Isaí de Belén y de sus hijos, Dios le muestre quién sería el nuevo rey y lo ungiera. Cuando llega, le presentan a Eliab. Samuel al verlo quedó impresionado. Alto, de buen parecer y fuerte. Seguramente con mucho carisma y toda la imagen de un líder. Inmediatamente Samuel toma su propia decisión y dice: seguramente aquí tenemos al elegido. Y Dios contesta con el versículo 17: no, éste no es mi elegido.
Hay dos puntos a tratar en este pasaje. El primero es nuestra forma de reaccionar ante lo que vemos. Cerramos nuestras opciones a lo que tenemos delante y olvidamos que tenemos de nuestro lado a un Dios Todopoderoso que puede cambiar todo en un instante. Ese Señor es el que abre caminos por donde no existían y brinda esperanza al alma que está abatida. Pero ahí vamos nosotros, buscando una solución en lo que vemos en lugar de cerrar nuestros ojos y escuchar a su Espíritu mostrar el camino correcto. Recientemente escuché una historia de una familia que quería adoptar pero estaban pagando una deuda que tenían pendiente. Sus planes, a la vista de todos nosotros, eran terminar de pagar y luego comenzar el proceso de adopción. Los planes de Dios eran distintos. Él se encargó de proveer el dinero a través de una donación que recibieron de una pareja que nunca imaginaron. Su hija fue concebida el día que se les otorgó el dinero para pagar su deuda y comenzaron la adopción que se terminó nueve meses después. Resulta imposible para nosotros poder ver siquiera un poco de la forma en que Dios desarrollará sus planes en nuestra vida. Estamos limitados a lo que vemos y Él no tiene restricción alguna. Entonces, dejemos de frenar nuestra esperanza por lo que vemos y confiemos en Aquel que lo puede todo.
El segundo punto a tratar, es que Dios no ve las apariencias ni lo externo sino el corazón. Tú y yo nos sorprendemos con el físico, con lo exterior, con las obras, pero Dios ve lo que hay en nuestro interior. Se fija en lo más profundo de nosotros y es ahí donde trabaja. Es ahí donde encuentra corazones dispuestos a seguirlo o renuentes y orgullosos. No lo podemos engañar. Aunque intentemos “ser buenos”, Él siempre conocerá nuestro corazón. Jehová nos da una gran lección a través de Samuel al rechazar a Eliab a pesar de que parecía el candidato perfecto. No, dice Dios, yo no veo lo que ustedes ven, yo veo el corazón. Preocupémonos por tener un corazón sincero y dispuesto a servir.

Oración
Padre: gracias por mostrarme que tus planes son superiores a los míos y que abres caminos donde yo no veo nada. Ayúdame a confiar en Ti y no en lo que veo pues ahora entiendo que estoy limitado. Te pido por mi corazón, porque sea agradable a Ti y siempre quiera servirte. Te lo pido en Cristo Jesús
Amén

2 ago 2010

1ª Juan 4:10

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.



Él nos amó. Envió a Jesús para reconciliarnos con Él. ¿Qué hacemos nosotros? Honestamente tengo que estarme recordando constantemente lo que Jesús hizo por mí pues me doy cuenta que es muy fácil olvidarlo y comenzar a hacer mi vida. Es increíble poder leer versículos como éste y recordar lo que Dios ha hecho por mí y por ti. No solamente me buscó a pesar de mis errores, sino que envió a su Hijo para que fuera sacrificado en propiciación de mis pecados. Son mis pecados y Jesús tuvo que pagar por ellos. Tal vez si eres padre, puedas comprender mejor el amor de Dios hacia nosotros al ver a tus hijos y pensar en todo lo que haces y harías por ellos con tal de protegerlos y guiarlos por un buen camino.
Lo que hizo Dios es algo grande. Tan grande que dividió el tiempo en antes y después de su venida. Pero lo importante es entender que su venida y su sacrificio estuvieron basados en amor. El amor consiste en que Dios nos amó primero. No consiste en sentir “mariposas” en tu estómago. No son una serie de impulsos. El amor consiste en que Dios envió a su Hijo Jesús para perdón de nuestros pecados. ¿Qué quiere decir? Que el amor no es para uno mismo sino para entregarlo. Dios no guardó a su unigénito para Él sino que lo ofreció al mundo. Lo entregó en amor. Dejó algo suyo. A su hijo. No tomó en cuenta el ser Dios y se hizo hombre para morir por nosotros. No hay palabra que pueda describir mejor lo que Jesús y Dios hicieron sino amor. Por las calles escuchamos que el amor acaba. Que el amor es fugaz. Canciones que hablan de amor y desamor. Historias y novelas que buscan encontrar el amor. Si tan solo buscaran en la biblia, encontrarían que: Dios es amor (1ª Jn 4:8). Dios es la esencia misma del amor. No hay amor sin Él, no hay amor fuera de Él. Por eso el “amor” se acaba. Por eso hay tanto “desamor” en el mundo. Porque no está fundado en Él. Porque no está basado en la raíz de donde proviene el amor. Queremos tomar la idea de amor y moldearla a lo que nosotros consideramos que debe ser. Pensamos que el amor es encontrar al “príncipe azul” con el que siempre has soñado. El amor no es una persona o un acto. El amor es Dios. Mientras más lo conoces más puedes amar.
El acercamiento a Dios viene con el arrepentimiento, con el reconocimiento de tus faltas, con la aceptación de tu necesidad por Cristo y todo esto gracias al camino que Él preparó primero con Jesús. Nosotros no amamos a Dios ni lo buscamos primero. Él se encargó de buscarnos, de amarnos y de enseñarnos que quiere ser nuestro Padre. Si realmente quieres entender el amor, conoce a Dios.

Oración
Padre: quiero conocerte y entender lo que es el amor. Hoy entiendo que mi idea del amor no es la correcta. Quiero conocer Tu amor. Te pido perdón por mis pecados y te doy gracias por haberme amado y buscado. Ayúdame a vivir amando y entregándome por los demás, a vivir siendo testimonio de que sigo a Jesús. En Cristo Jesús te lo pido.

Amén