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21 oct 2010

Hechos 3:7-8

Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando y saltando y alabando a Dios.



Pregunta: ¿Por qué tuvo Pedro que tomarlo de la mano y levantarlo? En otras ocasiones vemos que Jesús les dijo levántate y al instante se levantaron o sanó solamente con decirlo sin siquiera estar junto al enfermo. Tengo dos posibles respuestas.
La primera es que Dios no tiene una sola forma de trabajar con nosotros. Pensamos que ya conocemos cómo Dios se manifiesta y decidimos que seguirá haciéndolo de la misma manera en el futuro. Error. En ocasiones, nos levantaremos al instante que escuchemos las palabras levántate y anda y en otras más necesitaremos que se acerquen y nos levanten. No sé si te ha pasado pero a mí sí. Me gusta analizar el trabajo de Dios y a veces pienso que ya lo he descifrado, claro, con su debida humildad y limitación. Pero con versículos como este, me doy cuenta que Dios no dejará de sorprendernos en sus formas. Un ejemplo muy común es cuando tú te encuentras en una situación sobre la cual has orado constantemente. Con el tiempo, comienza a abrirse una luz que consideras debe ser el camino por el que Dios abrirá y resolverá. Después se apaga y te desanimas. Posteriormente, Dios abre una luz aún mejor y todo toma sentido. ¿Te ha pasado? ¿No es increíble cuando te pasa? Esto es poder experimentar los milagros de Dios de manera individual. Pero recuerda, no siempre va a ser con la misma estructura.
La segunda respuesta va encaminada a la duda que surge en nosotros para creer en la palabra y tomarla como verdad. Pienso que, a pesar de que Pedro le había dicho que podía levantarse, él no creyó que al instante lo podría hacer. Así también nosotros cuestionamos lo que Dios dice. Entendemos que hay promesas pero no las hacemos para nosotros. Sabemos que hay esperanza pero no creemos que sean para nuestro caso en específico. Escuchamos que Cristo trae paz pero no pensamos que se pueda dar al instante. Todo le ponemos un pero y una interrogante. No creemos en la palabra. No le creemos a Dios. Pensamos: sí Dios entiendo, pero necesito ver esto o aquello para creerlo. Sí, lo entiendo pero necesito una ayudadita por acá también. Y así imagino al cojo diciendo, gracias Pedro, pero ahora ayúdame a levantarme porque como así he sido toda mi vida, no podré levantarme yo solo. ¡Error! ¡Cuando Dios dice se cumple! Si dice paz es paz al instante. Si dice perdón es perdón al instante. Si dice levántate es levántate al instante. Pero nos gusta arrastrar nuestro pasado, nuestras cargas y nuestras ideas erróneas como así he sido siempre… Déjalas. Tíralas. Solamente estorban en tu comunión con Dios.
Independientemente de las respuestas, lo importante es que entiendas que Dios quiere levantarte y mostrarte su camino. Quiere que tu vida de fruto y llenarte de bendiciones. Cree. Es real. Es al instante. Es Dios el Creador quien lo promete.

Oración
Padre: perdona mi incredulidad. Perdona que cuestione tanto tu palabra y tus promesas. Hoy quiero vivir obedeciendo y creyendo sin cuestionarte. Quiero levantarme al instante que me lo pidas y caminar por el camino que Tú pongas frente a mí. Te entrego mi pasado. Te entrego mis cargas pues solamente estorban en mi fe. Gracias Señor y te pido esto en el nombre de Jesús
Amén

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