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18 oct 2010

Hechos 3:2-3,5-6

Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Entonces él estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.


El pastor de mi iglesia acaba de regresar de un viaje a Haití. Honestamente no trajo buenas noticias. Ni siquiera se puede decir que hay mucha esperanza. Ese país se encontraba pobre y con mucha necesidad. Después del terremoto podemos decir que les llovió sobre mojado… Queremos ayudar a aquellos que lo necesitan porque acaban de atravesar una tragedia. Mandamos dinero o despenas. Hacemos algunas oraciones y según algunas estadísticas, después de aproximadamente 6 semanas de la tragedia en curso, nos olvidamos de ella.
Así como hoy en día hay quienes quieren ayudar, así vemos en el pasaje que hubo un hombre cojo que fue ayudado para llegar al templo y que pudiera pedir limosna para sobrevivir. Las personas que le ayudaron tenían buenas intensiones. Pensaron que sería una excelente idea el llevarlo todos los días al templo para que la gente se apiadara de él y pudiera recolectar limosnas. Seguro fue una buena idea. El problema es que nuestra prioridad no es ayudar al cojo ni al hambriento. Nuestra prioridad no es dar limosna al que nos pide. Sí, leíste bien. Esta no es nuestra prioridad. Toda nuestra vida debe estar enfocada en dar gloria a Dios y Él nos dice que debemos ir y hacer discípulos en todas las naciones. No ir y acabar con el hambre del mundo ni la enfermedad. Tampoco acabar con las guerras o cambiar regímenes políticos. Ir y hacer discípulos a todas las naciones. Si sigues dudando sobre la prioridad de hacer discípulos antes de alimentarlos, te recuerdo un pasaje de la Biblia que nos dice: ¿de qué sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma? Por qué nos preocupamos tanto porque la gente tenga qué comer, dónde dormir y qué abrigo usar si esa necesidad Dios la cumplirá. Nuestra labor es ir y compartir a ese Dios que quiere reconciliarse con ellos y Él proveerá.
Me gusta el versículo 5 en el que el cojo se queda mirando atentamente y esperando que Pedro y Juan le dieran dinero. Así nosotros nos quedamos mirando a que sucedan las cosas que nosotros esperamos sin darle oportunidad a Dios de mostrarnos sus planes. No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesús, levántate y anda. ¡Qué momento! ¿Qué hubiera sido mejor? ¿Darle limosna o darle la vida eterna al compartirle de Jesús? Él esperaba dinero pero recibió algo que no podemos darle valor. No quiero desanimar a nadie que realice o quiera realizar una actividad de apoyo. Personalmente creo que hacen falta más voluntarios para ayudar a nuestra comunidad. Lo que quiero aclarar con este devocional es que debemos tener muy claras nuestras prioridades. Si bien, es importante amar a nuestro prójimo y dar al necesitado, es más importante traer discípulos a los pies del Señor para que sean reconciliados a través de Jesús.

Oración
Señor: Hoy entiendo que he estado enfocando mi atención a problemas que consideraba de gran importancia dejando atrás tu mandamiento de ir y hacer discípulos en todas las naciones. Hoy quiero corregir mis prioridades y comprometerme a compartir a tu Hijo siempre. Gracias por tus bendiciones y guíame en tu camino. Te lo pido en el nombre de Jesús.
Amén

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