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4 oct 2010

Hechos 2:7-8

Y estaban atónitos y maravillados diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?



En algunas ocasiones me han preguntado sobre el hablar en otras lenguas. Mi respuesta es: lo que hacen hoy en día no es hablar en lenguas sino reproducir sonidos sin sentido. Si ponemos atención al versículo, nos habla que los discípulos que recibían este don del Espíritu Santo tenían la facultad de hablar en el idioma de la ciudad en la que estaban o de la persona que estaba frente a ellos y gracias a este milagro, podían compartir a Cristo. La finalidad de este hecho milagroso era enfocar la atención a Dios. Hoy no es así.
Por otro lado, me encanta leer estos versículos y recordar los milagros tan increíbles que ha hecho Dios en mi vida y trato de no olvidar que todavía quedan muchos por venir. Intento traerlos a mi mente cuando las cosas se ponen difíciles. Trato de abrazar sus promesas y estar pegado a Dios. Posteriormente puedo ver cómo Jehová cumple y los milagros suceden.
Pero Dios no ha dejado de hacer milagros impresionantes en nuestras vidas. Piensa en todo aquello que el Señor ha transformado en ti. Imaginemos que pudiéramos ir diez años atrás con tu familia, amigos o compañeros de trabajo y les presentáramos lo que eres hoy. ¿Qué dirían? Espero que resultaran atónitos y maravillados diciendo: ¿no es éste el que hacía tal o cual cosa? ¿No es éste el enojón? ¿No es éste el borracho? ¿No es éste el que asegurábamos se divorciaría? ¿No es éste el que odiaba y vivía amargado? ¿Cómo pues ha cambiado tanto? Y en ese momento puedes decir: Cristo me transformó. Esta es la manera en que damos testimonio de que Cristo vive y que transforma corazones. Cristo nos da esperanza y rompe con la maldición del dicho: árbol que nace torcido… sin importar lo torcidos que estemos, Dios nos rescata y endereza a la perfección. ¿Estás dispuesto a entregar tu vida para ser transformado?
Si por el contrario, al transportarnos al pasado y tus seres queridos no notaran una diferencia en ti, quiere decir que estás perdiendo tu tiempo. Como escribí recientemente, Dios nos va a llamar y nuestro tiempo en la tierra terminará. ¿Cómo quieres presentarte frente a Él? ¿Como el transformado o el que se quedó a la mitad porque nunca quiso entregarse por completo?
Hoy espero poderte animar a entregarle tu vida a Dios. Sin restricción. Con miedos o incertidumbres, pero sin limitaciones. Entrega esas preocupaciones a Dios y no permitas que frenen tu transformación. Es normal tener miedo. Estás cambiando y estás dejando a un lado todo aquello que te daba seguridad. Estás volviéndote vulnerable al mundo por asegurar tu camino con Jesús.

Oración
Señor: perdona mis pecados. Quiero entregarte mi vida y dejarte que la transformes por completo. Me da miedo lo que pueda venir. Me da miedo que no sé cómo se acomoden las cosas, pero estoy convencido que seguirte es lo mejor. Has tu voluntad en mi vida. Quiero vivir siendo un testimonio tuyo. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

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