Vistas de página en total

15 abr 2010

Colosenses 3:9-10

Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador.


Recientemente hicimos nuestra declaración de impuestos. No fueron noticias buenas pues salimos debiendo al gobierno. Una opción para disminuir el monto a pagar era incluir a algún familiar como nuestro dependiente. Sonaba tentador. No tenemos a ningún dependiente contestamos a la contadora, no importa, pueden poner a sus papás o alguien más, mucha gente lo hace contestó ella… Escudarnos detrás de lo que mucha gente hace es peligroso. Resulta fácil decir que no a las mentiras cuando no estamos en la posibilidad de decir una y que el resultado de la misma sea favorable (al menos por un tiempo). Los políticos mienten en sus campañas, nos llenan de ideas y promesas que harán para que después nos demos cuenta que hemos sido engañados. Algunos vendedores hacen lo mismo, te llenan la cabeza con los beneficios y mienten sobre los contras de sus productos. Con la crisis económica, nos pudimos dar cuenta que el mentir no respeta países, clases sociales ni razas. Todos cayeron en la misma trampa de mentir comprando y vendiendo productos que no valían nada. Empresas que garantizaban sus inversiones resultaron ser fraudulentas y sus oficinas estaban en alguna isla perdida. Esto es la mentira. Esto es resultado de nuestra naturaleza anterior, del ropaje viejo y lleno de vicios. ¿Queremos vivir así? ¿Queremos tener una sociedad así? Yo no. Por esta razón debemos dejar de mentir. No hay mentira grande ni pequeña, de corto o largo plazo, una mentira es una mentira y punto. Además, el mentir ya no puede pertenecer a tu nueva naturaleza.
Por otro lado, recuerdo que muchas veces no comprendía términos o el lenguaje de la Biblia. Cuando leía algo como nuestra naturaleza se va renovando en conocimiento de nuestro Creador, realmente no entendía mucho. Conforme pasó el tiempo, fui estudiando y aprendiendo más de Dios, me di cuenta de lo que estaba pasando en mi vida. Estaba siendo renovada. Se estaba creando una estructura de principios que guiaban mis pensamientos y crecía en discernimiento de lo bueno y lo malo. Comencé a darme cuenta que mi naturaleza anterior (mi vida antes de Cristo) no traía nada bueno y que por el contrario, esta nueva vida, esta transformación que nunca termina ha sido de bendición y la dirección a la que se dirige es en donde quiero estar. La renovación en Cristo es constante y no tiene fin. Te animo a que analices tu vida con respecto a lo que hacías antes de conocer a Jesús y ahora. ¿Has cambiado? ¿Te has desprendido de tu naturaleza vieja? ¿Has sido renovado por el Creador? Por si tenías la duda, gracias a Dios que nos dio fuerza y prevaleció la verdad.

Oración
Señor: Tú que estás en el cielo y eres Santo, te preocupas por mí aunque no lo merezca. Gracias por ese amor, esa preocupación y por tu Palabra que has dejado para guiarme por tu camino, el camino correcto. Ayúdame a seguirlo y ser renovado constantemente a tu imagen. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

2 comentarios:

Unknown dijo...

El hombre no puede vencer su naturaleza pecaminosa heredada por si mismo

Un Tiempo con Dios dijo...

Correcto.
Es Dios quien hace la transformación y libera de esa naturaleza pecaminosa.